El activismo gay en el México del siglo XX.


A pesar de persistir los prejuicios a los homosexuales durante y después de la Revolución, con el pasar de las décadas la situación fue mejorando poco a poco, sobre todo porque su presencia cada vez se hacía más presente en la sociedad, sobre todo en el mundo intelectual los “lagartijos” y “afeminados” del Porfiriato empezarían a hacerse un lugar donde podían ser escuchados. En la literatura y la poesía destacarían personalidades como Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, siendo este último el mayor exponente sobre el ser homosexual en México con su autobiografía “La estatua de sal”, publicada póstumamente en los años 70, deja plasmada la experiencia que era vivir en el país durante las décadas de 1910 y 1920, aun con el clima homófobo en el país, Novo no temía manifestar lo que era y se ganó el favor de la clase política convirtiéndose en uno de los principales referentes de la cultura del régimen de la posrevolución.
La relación marginal que ha tenido la comunidad con la sociedad a lo largo de su historia contribuyó a que agarraran como expresión cultural el afeminamiento de su ser para impregnarlo en los elementos de la cultura popular y hacerlos suyo, integrando los elementos de la sociedad que los excluye dentro de su esfera, siendo por lo general manifestaciones que causan curiosidad o rechazo por la tendencia hacia lo kitsch. Esta influencia va a persistir en muchos artistas plásticos que transmitieron su ser en su obra saliendo de los cánones de la Escuela Mexicana de Pintura para darle su interpretación propia, ese fue el caso de Agustín Lazo, Roberto Montenegro, Emilio Baz Viaud, Manuel Rodríguez Lozano y Abraham Ángel, siendo una constante en la obra de estos artistas el reflejo de la cambiante vida urbana y sus bajos fondos, dándonos una vista muy importante sobre la situación en esos años de crecimiento de los menos favorecidos, algo que no tenemos de otras épocas y nos acercan a sus cánones estéticos.
Si bien, la sociedad en general mantenía su resquemor ante los “afeminados”, con las décadas ellos empiezan a hacerse más visibles tanto en la conformación de zonas propias como en Tenampa o en Garibaldi como en otros nichos que fueron surgiendo y les dieron la oportunidad de salir de la marginalidad de la prostitución, tomando empleos en el rubro de la belleza surgida de los avances de las mujeres para ir rompiendo con los viejos estereotipos de sumisión. Pero el paso definitivo para pasar de ser un “objeto curioso” a luchar por lograr su igualdad social fue durante el mítico 1968, donde el movimiento estudiantil integra plenamente las tendencias mundiales de las luchas globales contra la injusticia, siendo la chispa que da inicio al actual movimiento LGBTQ la represión con la redada en Stonewall, Nueva York, el 28 de junio de 1969, donde se destacó por lo duro que fue y la indignación que causo para que decidieran alzar la voz. La situación en México no era diferente, a pesar de no estar criminalizada, los bares de la comunidad solían ser presas de la represión de funcionarios moralistas que buscaban cualquier excusa para entrar a arrestarlos.
La influencia estadounidense hizo que la comunidad lésbico-gay mexicana empezase a realizar activismo social a su favor para ponerle fin a las injusticias que sufrían, asociándose con los grupos de izquierda para luchar de la mano contra un régimen que entraba en su etapa de decadencia (hay que destacar que el socialismo tuvo una primer etapa completamente liberal en lo sexual cuando estaba Lenin y se volvió conservadora con Stalin excusando que se trataba de una manifestación de la burguesía decadente). La década de los 70 represento una etapa muy difícil en lo social, además de la crisis político y económica del gobierno de Luis Echeverria, en lo cultural se estaba produciendo un cambio con el desplome de los valores tradicionales como consecuencia de una mayor proliferación de la educación laica y el contacto con el mundo, haciendo que rompan con este viejo orden para incentivar las luchas de las minorías como el feminismo, el indigenismo e incluyendo los derechos LGBTQ.
Es así que el 2 de octubre de 1978 a la par de la conmemoración de los diez años de la masacre de Tlatelolco fue integrada la Primer Marcha del Orgullo Lésbico-Gay, desatando el apoyo del estudiantado y con ello se dio pie para que año con año se celebrase la marcha que fue unificada con la lucha global para el 28 de junio. Si bien esto no quita la estigmatización social que sigue manteniendo a los principios machistas, la comunidad que ya adopta el termino gay para denominarse y dejar atrás muchos descalificativos denigratorios imperantes (y que siguen vigentes), empieza a hacerse visible a lo largo de la década de los 70 abandonando el Centro Histórico de la Ciudad de México para reubicarse en la Colonia Roma en el cruce de Avenida Chilpancingo e Insurgentes, la Glorieta Insurgentes o la Zona Rosa como las nuevas ubicaciones para la localización de sus centros nocturnos, aspirando a dejar la imagen decadente de Garibaldi y la Colonia Guerrero para cambiarla por una moderna más de acuerdo con los nuevos tiempos.
Con la década de los 80 la lucha por visibilizarse y combatir la discriminación siguió su curso, pero la llegada de la pandemia del SIDA en todo el mundo fue duro golpe por su condición de enfermedad de transmisión sexual, siendo las primeras víctimas la comunidad gay de países como Estados Unidos y Europa con una expansión veloz, esto provocaría el realce de la homofobia al nivel mundial al verlos como agentes infecciosos de la enfermedad. Con el tiempo, el estigma del SIDA empieza a ser desencasillado de la comunidad LGBTQ al verse como la causa la práctica del sexo sin protección sin importar las preferencias sexuales, las marchas del orgullo se siguen practicando en las diferentes ciudades del país y a partir del 2000 empieza a aumentar la afluencia de participantes en los desfiles, así como la visibilización dentro de la comunidad de otras orientaciones que no corresponden ni a lo gay o al lesbianismo es una incorporación de la última década al movimiento. En los últimos gobiernos se han hecho avances para garantizar sus derechos como la legalización de las bodas sin importar el género junto con la adquisición de todos sus derechos que corresponden por ley a cualquier pareja, aún falta mucho por avanzar en para abatir la discriminación, pero las nuevas generaciones se han mostrado más tolerantes y posiblemente en las siguientes décadas esto sería completamente normalizados en la sociedad.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.
Federico Flores Pérez.
BibliografÍa:
México se escribe con J.
– Alejandro Varderi. Masculinidad y cultura gay. Apuntes para una mirada kitsch.
– Alejandro Brito. Por el derecho a todos los derechos.
Renaud Rene Boivin. De la ambigüedad del closet a la cultura del gueto gay: género y homosexualidad en Paris, Madrid y México, revista La Ventana no. 34.
Rodrigo Laguarda. Gay en México: lucha de representaciones e identidad, revista Alteridades no. 17.
Imagen: S/D. Primera marcha gay en México. 1978.

