El abuelo marquitos una historia de amor
Estaba el abuelo marquitos sentado en aquella carraca mecedora con la mirada merma entre
los viejos potreros; en su mano derecha, su taza de café y la izquierda apoyada en el brazo
desmadejado del balancín, me causaba nostalgia verle allí, recuerdo cuando era apenas un
crio y me sentaba en sus piernas a oír sus deliberadas historias en compañía de la luna,
ahora que he crecido me pregunto si aun se acuerda de aquellas habladurías que solía
contarme, cada noche antes de dormir y aunque han pasado los años su recuerdo sigue
ausente y a veces disfruto oírlo charlar con la luna.
Hoy me he sentado a su lado y con cara de niño candoroso le he suplicado que me relate
una de sus historias.
– Oh, mi párvulo, porque has tardado tanto para pedirme eso.- el palmeo sus zancas y
con la mirada por debajo me senté en sus débiles piernas –
– Mira la vez.
– ¿qué cosa abuelo marquitos?
– La señora luna tony.
– Claro que la veo abue, ¿qué pasa con ella?
Pues veras, como toda alma ella también tuvo un amor algún día, muchos antes Cuando aún
no había crecido el primer lirio en la amarga y seca tierra, ya se hacía en el cielo dos
cuerpos celestes tan diferentes pero tan gallardos, y es que aun siendo tan divergentes
hacían el perfecto finito de un eclipse que aunque fuese algo erróneo e imperfecto ambos
cuerpos se amaban con locura y deleite, siendo incierto de parte de ambos que la luna no
pertenecía al día y el sol no era dominio de la noche, por precepto de Dios todo debía estar
en su lugar, así que el día decimo-octavo de su cumpleaños, Dios reunió a ambos y con
solidez manifestó.
“oh, mis amados astros, como vosotros sabéis. Cada cosa tiene su orden. La luna vosotros
tenéis el lugar de la noche, la dicha del entretenimiento, el gozo del querer y el espectador
de lujurias de amor bajo la fúnebre oscuridad, vuestro brillo acompaña a los perdidos, y tu
sol siendo el triglifo de helios e hijo de los titanes vuestro trabajo sobra recalcarlo, iluminar
y dar calor a nuestras tierras que prontamente serán fértiles, siendo testigos de las primeras
visitas, risas y familias, así que cada uno de ustedes tiene su hogar”
Fueron sus últimas palabras antes de desaparecer entre la borrosa neblina, entonces la luna
y el sol se marcharon…
La luna con el alma afligida se aferró a los sosiegos rayos de helios mientras que el con su
abrazadora llama acariciaba sus demacrados cráteres. Así pasaron los milenios, la luna en la
fúnebre oscuridad pintada de luto, y el sol amarillento escondido entre las blancas nubes
fingiendo una mueca constante. Entonces el sol le pidió “Dios, la luna es frágil y dócil, yo
soy fuerte pero rencoroso, así que ayúdala”. Sintiendo compasión Dios creo las estrellas
para que la animasen y acompañasen, pero era inútil pues la luna era mujer y una mujer
tiene fases…
Cuando es feliz consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante, ni siquiera es
posible apreciar su brillo.
Entonces, Dios pensó que dos almas enamoradas debían estar juntas claro sin alterar el
producto, así que cuando observes en lo alto de filamento y veas que el sol cubre a la luna
es porque helio se acuesta sobre ella y comienza a amarse, es ese acto de amor al que se le
dio el nombre de “eclipse.”
Al terminar el abuelo marquitos dio un gran salto y con una voz tosca grito tan fuerte que
aquel bramido retumbo las paredes de madera de la decrepita finca.
– Es así hijo mío como gane la primera guerra mundial al lado del nazis más conocido
como Adolf Hitler.
No pudo evitar mirarle con lagrimas y con aquella mirada de un niño regañado y
entonces hay comprendí que me asustaba mucho el hecho de que algún día fueras a
morirte, y aun así nada podría prepararme ni siquiera tu magistral enseñanza de
vida, para lo que realmente estaba sucediendo detrás de tus ojos, tu mente, tu
cerebro, tal como aquella historia que me contaste alguna vez, podría pasar todo
abuelo marquitos pero aun en el recuerdo y la tristeza esas historias mono
maniáticas siempre serán mis magistrales favoritas