Egotismo y egocentrismo

Ya sé que las expectativas son lo peor para quien se cree el centro del mundo. Muchas veces, esperando un “algo más”, me sitúe en un círculo sin sentido. Esperé que todo tuviera una respuesta correcta o se desencadenaran los hechos, sin la intervención definitiva de mí. Pero la realidad, es que no podemos estar neutrales y las omisiones, juegan un rol principal, en la búsqueda de un “yo normal”.

Así fui cayendo en ese impúdico juego, que me hace girar en torno a mí mismo y no sé cómo salir. Son intentos de viajes hacia otras regiones, que siempre me sitúan en la periferia de un “yo” casi esquizofrénico, pero con la ventaja de la calma, de quien está dispuesto a perderlo todo: “Total, soy hijo del rigor y aprendí a vivir con lo necesario, sin esperar nada a cambio”.

Son algunas señales que mal interpreto, llenándome de dudas irracionales y entregando opiniones cargadas de subjetivismo, que me instalan en el precipicio delirante de las palabras mal dichas y de los conceptos, que siempre están apuntando hacia mí. Es un círculo vicioso, que se expande dentro de mi quehacer, ocupando un espacio innecesario, que me impide crecer…

Con este sentimiento, va naciendo un personaje infeliz, indolente, que busco conocer con mayores detalles. Él es el creador un nuevo hombre, que se levanta de sus angustias para tratar de ser mejor, pero que dominado por los pecados ordinarios de los deseos, por la vacuidad de los “no me olvides”; por una persistente necesidad de estar atrapado, insiste en los apegos del fin del mundo, en la vanidad expresa de los espejos, que va calando otra personalidad y hace que devuelva un retrato mal vestido, con un rostro ajado por el tiempo y un espíritu, que apenas sale a respirar.

Son alucinaciones del despojo del hombre viejo, que autoproclamado libre, vive preso de los sentidos perdidos de la rutina que lo aniquila y lo confina a los días tristes y a esa vieja sensación de la soledad, donde por arte de magia camina asustado en el callejón de la vida, imaginando que el mundo es muy peligroso y se encierra en las capas del miedo, que nos hace apenas asomar los ojos a una verdad que se irradia desde el corazón, hasta la sangre que en estado líquido, tiene abruptas subidas y bajadas de presión.

Así, mi memoria sigue llenando vacíos; sigue en su carrera loca por acopiar imágenes; sigue girando las palabras, que ya no pronunciaré más, porque estoy archivando una literatura egocéntrica en un espacio virtual, que aspira alguna vez salir a la luz, pero que sabe que estará confinada, hasta que la muerte cumpla su promesa y me eleve a la condición de muerto, para siempre… 

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