Dejame
Dejame mirarte, aúnque no con mis ojos; deja que mis manos lean tú cuerpo en braile mientras mis labios abren el cerrojo de tus besos, para que hable tu cuerpo con el mío en un idioma incomprensible por las letras de los viejos poetas.
Dejame entrar en tu mundo aunque no sea perfecto, que no busco transformarla, solo quiero que veas lo fantástica que es su oscuridad, y como los grises también poseen increíbles matices.
Permíteme llevarte al cielo – o al mismo infierno – entre mis brazos hechos del deseo de tu cuerpo inalcanzable para los simples mortales, que el fuego de tu cuerpo se apagué en el frío de mis sentimientos.
Sentimientos que puedes despertar con el tibio sabor de tus labio, al placer infinito de tú cuerpo y el mío, hechos de un frío invierno entre las llamas del mismo infierno.
Deja que mi lascivia te posea, dejate llevar por el deseo lujurioso del cuerpo y entra en mi, deja mi cuerpo extasiado de tu carne, mientras marco tu piel con mis manos desesperadas por tocar cada espacio de tu cuerpo.
Tal vez la imaginación se fue mis manos, y fantasíe imposibles, pero aunque suene vulgar de mi parte:
Déjame
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