Decisiones: La vida es solo una.

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La palabra decisión es bastante compleja, abarca muchas cosas según el momento en el que nos encontremos.

Una mujer que decide tomar hasta perder el conocimiento porque su novio la abandonó, o un hombre que decide suicidarse porque no soporta la vida que tiene sin intentar resolver sus dificultades, esas son decisiones pero ¿Son lógicas? ¿Son correctas? Las decisiones son caminos y cada decisión trae consigo una consecuencia. Tomar hasta perder la consciencia puede generar problemas físicos a largo plazo como la cirrosis.

Peor de tantas situaciones hay una que yo quiero extender y desarrollar en este artículo: La decisión que tomamos cuando perdemos a un ser querido. Podemos llorar por un tiempo pero seguir nuestro camino, seguir viviendo. Podemos quedarnos estancados y solo pensar en la falta de esa persona y olvidarnos de vivir nuestra propia vida. O que tal vez no podemos seguir viviendo sin esa persona. Yo quiero expresar este punto a través de un fragmento de mi libro de la Saga Guerrero de Las Dimensiones.

En este fragmento voy a hablar sobre Ninavy Aldar quien decide tomar venganza en contra de la persona que mató a sus padres y la separó de su hermano disolviendo a su familia. Fue el camino que ella decidió tomar desde lo diez años al verse sola en un mundo desconocido sin la presencia de su familia, completamente sola. Decidió… tomó el camino del odio y el deseo de venganza, pero ¿Hasta dónde podrá llegar?

Ninavy fue separada de su familia de manera muy repentina y terminó en un lugar completamente desconocido para ella, lejos de su padre, de su hermano y teniendo en cuenta la muerte de su madre. Termino en un planeta diferente al suyo bajo el cuidado de personas completamente desconocidas para ella.

En este fragmento Ninavy, oráculo de nacimiento, recibe la visita en un sueño de su hermano menor Baliand Aldar, un protector de almas.

“De la Saga Guerreros de las Dimensiones, Evolución”

“Fortaleza”

Los ojos de Ninavy se sonrojaron y las lágrimas comenzaron a brotar. Ella dio un paso hacia su hermano.

– Lo siento. – Dijo el niño mientras retrocedía un paso haciendo que la niña se detuviera. – esto es triste para ambos, pero no podemos tener contacto físico o esta conexión se romperá. – El niño le sonrió. – Han pasado muchos años hermanita. Años de búsqueda sin respuesta.

– ¿Cómo me encontraste? – Preguntó ella secándose las lágrimas.

– No lo he hecho. No sé dónde estás. – Dijo él negando con la cabeza con la mirada triste.

– Pero…. – Ninavy se interrumpió al ver que Baliand negaba con la cabeza.

– Este es un poder que tengo como miembro de la CADE. – Baliand se encogió de hombros. – Esto solo puede usarse una sola vez con una sola persona. Solo conecta mentes, sensaciones, e imágenes conocidas. No nos vemos como adultos porque nunca nos hemos visto como adultos.

– ¿Por qué te comunicaste ahora? ¿Por qué no antes? – Quiso saber Ninavy.

– Pues… antes era un poco más paciente, un poco menos impulsivo y consideré usar esta oportunidad cuando lo creyera conveniente. – Dijo Baliand encogiéndose de hombros.

– Bailand, eras un niño. – Quiso justificarlo y Baliand negó con la cabeza.

– No era un niño normal, y lo sabes. – Ella lo miró y asintió. – hoy tuve un altercado con el alma de un protector y estoy inconsciente. Quise aprovechar esta oportunidad porque te conozco.

– No comprendo. – Baliand le sonrió.

– Entremos en casa. Allí te explico todo. – El niño pasó por su lado sin tocarla y ella lo siguió.

La entrada estaba completamente destruida, los escalones tenían grietas y la puerta estaba rota por la mitad, a un lado en el suelo. Cuando entraron, Ninavy se entristeció al ver la puerta corrediza que daba al jardín, estaba destruida. La computadora de su madre tenía un hoyo muy grande en la pantalla. Los muebles estaban destruidos y apiñados en un rincón, había muchas fotos en el suelo y otras cosas rotas. Ninavy pudo vislumbrar uno de los cd’s de su colección.

– Yo lo tengo. – Dijo Baliand al ver a su hermana con gesto melancólico. – Fue el único que pude salvar cuando volví. Esto ocurrió varios días después de que te fuiste. Vine aquí con papá en busca del tío Sebastián. Aquí nos despedimos de él y de Clara.

– ¿Dónde está? – Baliand se encogió de hombros.

– No lo sé. Papá quería buscarlo, pero Bryan le dijo que no. Dijo que estaba seguro, a salvo donde están ahora y que buscarlos sería un riesgo para él y para la bebé.

– ¿Hablas con Bryan? – Preguntó ella sorprendida. Baliand se detuvo y la miró.

– ¿Lo conoces? – Preguntó Baliand sorprendido y ella asintió con la cabeza.

– Si. Sí, claro. Hablé con él hace días. Me dijo que ustedes estaban bien y estaban buscándome. Hablamos del tío Sebastián, Danna y de Ihlyan. – Baliand la miró con curiosidad. – Nuestro primo.

– ¿El hijo de mi tío? – Ninavy asintió. – ¿Dónde está? – Preguntó Baliand esperanzado. Ninavy negó con la cabeza.

– Bueno, no lo sé exactamente. Yo sentí cuando nació, e intenté comunicarme con Danna, pero era muy difícil. Al parecer eso ayudó a que Bryan la localizara y salvara al niño.

– ¿Bryan tiene al niño? – Preguntó Baliand esperanzado.

– No. – Respondió Ninavy negando con la cabeza. – Él dijo que era uno de los cuatro maestros superiores.

– Maestros superiores. – Susurró Baliand. – ¿Quiénes son? – Ninavy se encogió de hombros. – lo buscaré. – Baliand comenzó a caminar de nuevo y subió las escaleras seguido por su hermana. Varias paredes estaban dañadas. A medida que subían, Baliand le explicaba a su hermana lo ocurrido ese día. El enfrentamiento de su padre con Eluard en un intento de salvar a Sebastián y a Bryan. Incluso le habló del día en que se fueron del planeta.

– Baliand. – La niña se detuvo y él la miró. – Yo no volveré a ver a mi padre, ¿Verdad? – El niño la miró con tristeza y negó con la cabeza. – ese sueño, que tuviste, cuando eras niño. Ese donde decías que papá había muerto…

– Sucederá antes de que tú regreses. – los ojos de Ninavy volvieron a enrojecer. Baliand podía decir nada más.

– Dile que lo quiero mucho. Que lo extraño mucho. – El niño asintió y le sonrió, luego Baliand reanudó la marcha y su hermana lo siguió. Baliand abrió la puerta de la habitación de Ninavy y cuando ella entró se sorprendió al ver su habitación destruida y a la vez repleta de paquetes envueltos. – ¿Qué es esto?

– Un año después de que mamá muriera y tú te fueras, yo… digamos que creé una costumbre en un intento de no olvidarte. – la niña lo miró. – Y para darme la fortaleza necesaria para encontrarte. Desde ese año, hasta ahora, – Baliand señaló un paquete pequeño. – He estado comprando obsequios para ti. Cada uno es por tu cumpleaños. Vienen de los diversos planetas que he visitado. Un año después, papá decidió hacer lo mismo. – Señaló un paquete más grande junto al primero. – Pero antes le pareció algo inútil. – Baliand la miró. – Te traje aquí. Quise verte ahora, porque eres igual que papá. Porque estoy seguro de que estas aislándote de los demás y estás sufriendo sin necesidad.

– ¿Sin necesidad? – Preguntó Ninavy sorprendida.

– Me refiero a que… no estás viviendo hermanita. – Su hermana lo vio sorprendida y algo dolida. – dime una cosa, ¿desde cuándo no bailas? – Ninavy abrió los ojos sorprendida. – ¿Recuerdas que papá decía que le gustaba verte bailar? – Ella asintió mientras sus ojos se enrojecían. – ¿Desde cuándo no lo haces? – La niña no sabía que decir. – Antes de irnos de Doomm, mi padre era una persona solitaria, triste, siempre estaba solo, amargado y solo pensaba en encontrar y matar a Eluard. No le importaba nada de lo que sucedía a su alrededor, o de las personas que se le acercaban y le hablaban. Solo había tristeza y amargura en su corazón. Y sabes algo, lo entiendo. – Baliand sonrió con tristeza. – No suelo hablar mucho pero, yo también me pongo triste a veces. – volvió a mirar a su hermana. – pero ¿sabes algo?, tengo una vida, y debo disfrutarla, porque no sé cuándo deje de existir.

– Baliand….

– Hermana, no quiero verte así, no quiero saber que perdiste oportunidades valiosas para crecer, para ser mejor persona de la que ya eres porque sólo piensas en matar a Eluard y en vengar la muerte mamá.

– ¿Por qué no? – Quiso saber ella sin dejar de llorar.

– No dije que no lo hicieras. Yo lo hago diariamente. Pero no puedo quedarme atascado ahí. Eso no hará que ella regrese. Te harás daño, y todo lo que te propongas, no saldrá como quieres, porque lo harás movida por la rabia, y no por el amor de hacerlo. – Ninavy no daba crédito a lo que decía su hermano. Hubo un momento en el que quiso protestar, pero poco a poco se dio cuenta de que Baliand tenía razón. – He visto tu futuro hermanita, y si no cambias de parecer, si no enfrentas las cosas y sólo huyes y te ocultas detrás de esa razón, no serás la persona excepcional que llegarás a ser y no honrarás la memoria de mamá. Papá lo entendió y por eso esta habitación está repleta de obsequios que esperan a que tú los abras y solo porque yo guardo la esperanza de que así será. Siempre, desde que era niño. – Baliand le sonrió. – cuando te vea, quiero verte hermosa, radiante, feliz, aunque sé que lloraremos por mamá, por papá y por todos los que hemos perdido, pero para que puedas sobrevivir, y más tú porque estás sola, necesitas vivir, sonreír, volver a soñar. Vive hermanita. – Ninavy comenzó a llorar con desconsuelo. Era la primera vez en muchos años que lloraba de esa manera. Baliand la entendía, su hermano no se movió aunque quisiera abrazarla no pudo porque podría desaparecer y no volverían a hablar. – Baila, porque sé que quieres hacerlo. Mira a tu alrededor, conoce personas, sonríe de donde estás, vive hermanita. – La niña le sonrió sin dejar de llorar. Era lo mismo que el príncipe Endor le pedía a gritos, pero ella no lo entendía. Era lo mismo que Mellor le dijo en una ocasión, pero no le llamó la atención. – Te prometo que cuando vuelvas, reiremos más. Que le tomaré muchas fotos a papá para que lo veas ahora. Le hablaré de esta conversación. – La niña se secó las lágrimas. – Espero que volvamos a vernos.

– ¿Ya te vas? – Le preguntó la niña mientras intentaba en vano secarse las lágrimas. 

– Esto genera un gasto descomunal de energía y si no lo dejo podría morir. – Ninavy asintió. – tranquila. – Baliand sonrió. – volveremos a vernos. Te lo prometo. – pero la niña comenzó a llorar de nuevo mientras Baliand comenzaba a verse traslucido. Ninavy no aguató y se abalanzó a los brazos de su hermano pero cuando abrió los ojos se dio cuenta de que estaba en su habitación en Seemm, con los brazos extendidos hacia el techo. La luz estaba apagada. Ninavy se sentó y siguió llorando con desconsuelo, abrazó una almohada y no dejó de llorar hasta que se quedó dormida de nuevo. 

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