Cuento – ¿Amar sin distingo a tu prójimo?

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UNA ANÉCDOTA (Que no es cuento de arañero)…

A propósito de la tierna, pero sarcástica imagen que les comparto…

No sé si me merezca el adjetivo calificativo de “blasfemo”, pero siempre me he preguntado, cómo hacerle para amar, por ejemplo, a esa mafia de criminales, corruptos forajidos, narcoterroristas y genocidas que tanto daño le han causado a mi sufrido pueblo de Venezuela, en especial a los niños que mueren en los hogares, en las calles o en los hospitales sin medicamentos ni tratamiento oportuno, porque en su ignorancia y torpeza, los del régimen decidieron en lugar de invertir en salud, hacer un gasto y despilfarro de dinero en armas y uniformes, o sencillamente robarse el presupuesto destinado para la salud de la infancia…

Lo he conversado con algunos sacerdotes y les juro que sus argumentos no me convencen, hasta he discutido airadamente con algunos de esos guías espirituales…

Se los he hecho saber a los respetables sacerdotes: 

No es odio lo que siento hacia ellos, es una especie de repulsión por ser el vivo ejemplo del mal en la Tierra, tanto los que ocupan los cargos ejecutivos y demás poderes como a esa podrida cúpula militar donde se escudan cobardemente con las armas del pueblo, los más irresponsables de todo este terrible holodomor en versión criolla, y lo he manifestado siempre… al punto que sólo uno de los padres me causó inmensa gracia, risa y hasta alegría con su enfoque…

En una misa de campaña le escuché, y no miento, esta oración: 

Padre nuestro con tu poder infinito, a esos que nos mal gobiernan, 

¡Ilumínalos!, en todo espacio y lugar, 

¡Ilumínalos!, en cada hora y cada momento, 

¡Iluminalos!, para que rectifiquen en sus fechorías. 

¡Ilumínalos!, y si son reacios y obstinados a aceptar tu luz, 

entonces, sin más remedio… ¡Elimínalos!

Y yo, recordando las lecciones de metafísica de la insigne escritora y compositora venezolana Conny Méndez, acerca de cómo eliminar las alimañas y plagas de tu casa, contesté en alta e inteligible voz: 

¡Amén y amen!, con acento y sin acento también.

Luego, al finalizar la ceremonia, me tocó que ir a explicarle lo de ¡Amén y amen!, con y sin acento también….

Muy conforme con mi explicación, me dio la bendición y me dijo, puedes ir en paz…

*

Colofón: 

Aunque parezca una paradoja o contradicción, el mandato de Jesús de amar al prójimo, puede tener su excepción. Es decir, por la vía de un ejemplo, tal vez no fue muy tolerante el maestro de Galilea cuando expulsó a los mercaderes del templo, y esa también es una parábola que nos deja una sabia lección, muy a colación con la presente reflexión.

Espero que, si te pareció interesante la anécdota y realmente captaste la moraleja de la misma, me ayudes a decir, no sólo ¡Amén!, la petición es a compartir también.

*

Atentamente

Su amigo,

Hermes Antonio Varillas Labrador

Y su proyecto y equipo: #FormandoCiudadanía & #ElArcoIrisDeLosNiños

@tonypotosino 

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