Contrato laboral
Soy una novata en el mundo laboral, eso no lo puedo negar, de hecho incluso me llamaron ingenua hace algún tiempo atrás cuando les dije que soñaba con ser oficinista. Pese a ello no seguí ninguna de las advertencias de mis conocidos: “el mundo laboral esta plagado de tiburones” me decían cada que les contaba como me habían aceptado en una agencia, pero solo llegaban hasta aquel comentario y nada más; quizá por eso creí que era una broma típica de los antiguos trabajadores, así que lo ignore y continue con mi proyecto de vida.
Mi primer día fue bastante normal como los otros días, lo único emocionante era que allí firmaría mi primer contrato laboral, la sensación de pertenecer a algo y darle un significado a mi vida me daba vida por completo. Ese día desayuné como siempre una taza de café y un panecillo con crema, me preparé lo mejor presentable que pude y baje corriendo luego de percatarme de la hora, me despedí de mi padre quien también salía a atender en su local y troté en tacones por casi diez minutos hasta la parada del autobús; quiero recordar que así son mis días normales. estaba como siempre recuperando el aliento cuando me percaté que a mi lado había un joven bastante apuesto, su piel era delicada casi rivalizaba a las facciones de una mujer, sus ojos eran grandes y su mirada era profunda al punto en que sentía perderme en ellos, pero tan pronto como contestó su celular mi razón volvió, su tono de voz se notaba molesto mientras continuaba quejándose del lugar en el que vivía y la desgracia con su automóvil, en ese momento me dio algo de rabia que alguien tan afortunado como él pudiera estarse quejando de lo que a mi consideraba nimiedades.
– ¿Por cuanto tiempo más debo de esperar? – interrogó el malhumorado en lo que su otra mano indicaba un reloj brillante que casi me cegaba la vista – ¡treinta minutos más! Olvídelo, iré en taxi.
El hombre parecía un pez fuera de la pecera en aquella parada de autobús mientras miraba de un lado a otro en la carretera, al mismo tiempo yo también necesitaba de un transporte urgentemente, ya había pasado cerca de diez minutos y no aparecía en absoluto, al final un taxi apareció en la vacía carretera cuando ambos lo detuvimos y nos dispusimos a querer transportarlo al mismo tiempo.
– Disculpe, pero yo lo pedí primero – señalé con cautela.
– Pues yo lo necesito – indicó frívolo manteniendo un rostro aterrador sin siquiera quitarme la vista.
– ¿Es una broma? – cuestioné irónica- yo también lo necesito, por algo lo pedí.
Ambos mantuvimos silencio por un momento mientras una rabia incontrolable se apoderaba de mí, el conductor al poco tiempo quería retirarse pero lo detuve insistiéndole que necesitaba el taxi, sin embargo, el hombre se subió en ese momento. Al notarlo, también me subí y grité la dirección al mismo tiempo que él.
– ¡Quiero ir al centro! – gritamos aterrando al conductor- ¿Vas al centro?- de pronto nos cuestionamos al unísono.
¿Por que este tipo y yo tenemos el mismo destino?
Recomendar0 recomendaciones