Continuación
Caminar hasta él me era imposible, mis piernas no podían dar un paso más y sentía que algún momento caería, Dylan se dio cuenta de eso porque enseguida llegó y me sujeto antes de que cayera, no me desmaye sin embargo me tuvo que alzar y esperar que me mejorará.
– ¿Qué pasó amor? Preguntaba con el ceño fruncido y con total preocupación.
– No lo sé, me empecé a sentir mal, tú sabes los dolores de cabeza y mareo que siempre me da, esta vez fue mas fuerte.
– ¿Quiénes eran aquellos con los que estabas hablando? ¿Los conoces? Pregunto.
– No, no los conozco, el niño se perdió y ayude a buscar a sus padres. Vamos no a casa respondí cortante.
– ¿Pasa algo? Preguntaba mientras levantaba la ceja.
– Que no, no pasa nada, vamos no a casa, respondí molesta.
– ¿Puedes caminar? Preguntaba mientras se levantaba.
– Si. Respondí cortante.
Empezamos a caminar en silencio, yo solamente estaba pensando en porqué razón me sentía así. Llegamos a la cabaña ya era de noche así que decidí bañarme y acostarme.
– ¿No vas a comer? Pregunto Dylan mientras tocaba la puerta.
– No. Respondí y el se fue.
Me sentía mal con Dylan, con mi esposo, él sufría yo lo sé sin embargo respetaba mi privacidad.
– Tomate la pastilla hablo mientras abría la puerta, se sentó en la cama y me quedo mirando, acarició mi mejilla y me dio un casto beso en ella.
– Duerme bien amor, se despidió y se fue, cerrando la puerta.
Por más que intentaba dormir no podía, en mi mente solo estaba ese hombre misterioso y ese pequeño niño. Por una extraña razón quería volver a verlos y así con ese pensamiento me quedé dormida.