Continuación 

 ¿Puedo verla? Inquirió con nerviosismo. Es decir tienes fotos de ella. ¿No?  Volvió a inquirir. 

– Dame un momento, respondí mientras me dirigía a la recámara a buscar el collar y las pocas fotos que tenía. 

– Mira, le extendí un pequeño álbum con fotos de ella pequeña, con fotos de ella adolescente y después cuando nosotros estábamos conociéndonos y saliendo, la última foto fue cuando ella tenía 6 meses de embarazo y yo la abrazaba por la espalda mientras la miraba y ella a mí igual, los dos sonriendo y felices, volver a ver esa foto me generó nostalgia. 

– Era hermosa y si, se parece mucho a mi, ahora te entiendo a ti y al niño. Hasta yo me confundiría, pero yo no… estaba a punto de terminar hasta que vi en mi mano aquel collar que tenía. 

– ¿Y ese collar?  Pregunto mientras más lo miraba. 

– Es, era de ella, se lo regale una vez que supuestamente creí todo mejoraría, fue la única vez donde ella cargo al niño recién nacido y quise tomar esa foto, para enmarcarla. Después de ver lo hermosa que estaba se lo mandé ha hacer y colocarle esa foto. 

– El collar es una luna en etapa de eclipse, respondió con asombro y maravillada. 

– Si, lo es, ella amaba las lunas y le encantaba la etapa de eclipse, decía que le generaba mucho misterio y fascinación, pero en realidad el collar es solo una luna con destellos azules que cuando ella lo usaba… y me quedé callado, en ese momento apareció una idea, una idea que me ayudaría a resolver este laberinto o rompecabezas en el cual me encontraba. 

– ¿Puedes ponerte lo un momento? Pregunté, ella no entendió pero lo recibió. Se lo coloque y esperanzado y ansioso espere, pero no, nada no cambiaba de color, no se colocaba rojizo, sus destellos azules no se tornaron rojos y entonces supe que todo se trataba de una estúpida y rara confusión, ya supe de una vez que ella no era mi María. Simplemente se parecían tanto que hasta su mismo aroma y sabor de sus besos, todo. Pero no lo era, no era ella. 

– Es hermoso, realmente es hermoso. Miraba fascinada el collar, pero se lo quito y cuando me lo iba a entregar un solo destello cambio a color rojo y entonces ahí palidecí. ¡rojo, se había colocado rojo! Ella se asombro y pude sostenerlo antes de que cayera al suelo y se volviera añicos. 

– Disculpa, lo siento, yo… es solo que me sorprendí al ver como cambio de color. ¿Porqué cambio de color? 

– Cambiaba de color cuando ella lo usará, dependiendo de su emoción pero más que todo el color siempre era rojo, como el elipse, así etapa por etapa antes de ser eclipse. 

– Fruncía el ceño sin entender lo. No te entiendo bien pero me parece fascinante, a lo que no entiendo, solo con ella, solo con ella podía cambiar de color? Pregunto con total asombro y confusión. 

– Si. 

– Pero … pero Santiago yo … yo soy María. 

– No entendí si confirmaba o preguntaba. 

– ¿Lo eres? Pregunte con asombro y confusión. 

– No, no lo sé, es decir solo con ella cambia de color y cambio cuando te lo iba a entregar, Santiago cuando yo te vi sentí que ya te conocía, cuando nos besamos y demás sentí familiar, pero, pero entonces Dylan porqué dice ser mi esposo y porqué estuve con él y no con ustedes. Entonces ese pequeño niño, Christian si es mi hijo. Empezaba a hablar tan rápido, se estaba alterando lo sabía, la entendía pero no podía permitir que tuviera una crisis. 

– Ahhhh, shh pequeña, por favor, por favor calma, le coloque un dedo en los labios. No sé qué pasa, no sé qué verdad o que se esconde detrás de esto, pero lo que si se es que la averiguaremos, daremos con la verdad y si eres mi María o no, de ninguna forma me alejare de ti y no sé si es muy temprano para decirlo pero ¡Te quiero! Solté sin más 

– Entonces la vi retroceder y sostener su cabeza, mientras se agachaba. Empezó a gritar y yo no sabía que hacer o decir. 

– ¿Qué te pasa? Pregunté preocupado, mientras me acercaba a ella. 

– ¡Duele! ¡Duele! Decía mientras se sostenía la cabeza estando en cuclillas. Duele, ahhhh gemía de dolor y se sostenía desesperada. 

– Calma, calma, ven siéntate, cálmate por favor el niño se despertara asustado. 

La senté en el sofá y salí corriendo por un vaso con agua, necesitaba calmarla, conseguí una toalla y la humedecí y se los coloque en la frente. Eso la hizo guardar silencio y pronunciar. 

Gracias mi enfermero. 

Entonces en ese momento el que retrocedió fui  yo, así, justamente así me decía María cuando sufría de migraña. 

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