Continuación
– Santiago, yo… yo no soy María, pronuncie y el retrocedió. Pero no sé qué me sucede contigo que a ti si deseo besar y … entonces no pude decir más sus labios volvieron a capturar los míos y esta vez fue el beso salvaje y rápido, haciéndome caer de nuevo al sofá y el quedando encima mío, mis piernas se enrollaron a sus caderas, haciendo que sintiera una fuerte fricción en ella. Volví a gemir y besarlo con más intensidad.
– Te deseo volvió a pronunciar. Acercándose a mi oído susurrando aquello. Más corrientes corrieron por todo mi cuerpo, haciendo que volviera a gemir con ello.
– No soy ella, era lo único que pronunciaba.
– No me importa que no lo seas, a ti carolline start te deseo cómo hace nunca había deseado a una mujer.
– Sant… Santiago pronunciaba entre jadeos y con la respiración acelerada. También te deseo pronuncie y todo se fue intensificando, los besos, la fricción, tenía más apretaba sus caderas con mis piernas y la ropa ya estaba estorbando. Bueno la mitad, porque ya estábamos en ropa interior, tenerlo a él así con todo su torso desnudo me ponía nerviosa y excitada. Era como tener un dios griego… estábamos besándonos y aunque sentía que necesitaba aire no quería separarme, no quería alejarme de él, quería más y más.
– Carolline, oh carolline. Pronunciaba mientras me besaba y acariciaba con delicadeza, haciéndome estremecer aún más. Y cuando pensé que mi pechos quedarían al descubierto escuchamos el sonido de una puerta.
– ¡Mierda! Disculpen yo… Santiago él niño, respondía aquella mujer, él se separó rápido y yo empecé a taparme con la blusa.
– ¡Francesca joder te he dicho que toques antes de entrar! Respondió ofuscado Santiago.
– Disculpa, es el niño. Entonces nos percatamos que el niño estaba dormido en sus brazos.
– Disculpen, yo no debí venir, empecé a sentir una sensación muy rara dentro de mi, miraba a esa mujer y me generaba rabia. Sabía que su esposa había muerto, ¿pero quién era, porqué entraba así nada más? Me levanté colocándome la blusa y acomodando el resto.
– Tú no te vas, quedarás aquí y averiguaremos la verdad carolline, respondió Santiago al tomarme del brazo.
– No, yo me voy, tu mujer te necesita y el niño…
No pude terminar porque entonces una carcajada me silenció. Era la dichosa mujer, riéndose de mi. Perfecto esto no podía ser peor y más vergonzoso.
– No soy su mujer, me llamo Francesca Holmes, respondió picando un ojo y entonces supe que era su familiar, ella pareció saber que comprendí.
– Exactamente soy familiar de Santiago, para ser exactos soy su hermana mayor.
– Santiago vine porque se me presento una urgencia con mi hija mayor y debo dejarte el niño. Respondió.
– Ok, Santiago alzó al niño.
– Entonces la mujer me quedo mirando y le dijo a Santiago que tenía razón. A lo que yo no entendí.
– Te lo dije respondió él.
– Bueno me voy, gusto en conocerte carolline. Chao Santiago. Respondió y se fue.
No nos dijimos nada, el cargo al niño y lo llevo a su habitación, el durmió con el niño y yo dormí en su recámara. Me sentía tan extraña, tan diferente pero al mismo tiempo tan bien. Y así con esa sensación me dormí.