Continuación
Cómo estás? Preguntaba mientras me miraba con más intensidad. ¿Por qué de repente está haciendo calor? Me preguntaba
– Bien… bien estoy bien Santiago. Respondí y entonces vi como sus ojos mostraron un poco de tristeza al escuchar su nombre.
Seguíamos mirándonos como si dijéramos muchas cosas con la mirada. Como si se hubiese congelado en tiempo o el lugar y solo fuéramos nosotros dos. Entonces escúchanos un carraspeo volviéndome a la realidad.
– Me llamo Dylan y soy el esposo de carolline. Respondió cortante y frío Dylan.
– Santiago , estrecho la mano y este es mi hijo Christian cargo al niño mientras decía lo último.
– Mami, hablo el niño mientras intentaba que yo lo cargará.
– Disculpen mi hijo está un poco confundido volvió a repetir lo mismo Santiago.
– ¿Dónde está su mamá? Pregunté curiosa.
– Murió… respondí mientras bajaba la mirada al niño.
– Lo siento yo no debí preguntar, respondí, ¿triste? De cuando acá estoy yo sintiendo cosas, yo no tenía emociones. Ahora porqué de un momento a otro si.
– ¿Qué le pasó? Pregunto Dylan, lo fulmine con la mirada.
– Quemada, respondió. Y entonces yo retrocedí y Dylan lo noto, el sabía que me había afectado.
– Bueno, nosotros nos vamos, respondió Dylan por mi.
Nos despedimos y mi cuerpo entero parecía gelatina, porqué, porqué de repente sentía esto, es decir murió incinerada, ella si murió yo, yo pude salvarme. Ese pobre niño perdió a su madre y yo perdí a mi hijo, muchas emociones juntas. Llegamos a la cabaña y Dylan hablo.
– No vuelvas a hablar con Santiago, no quiero que lo vuelvas a ver carolline.
– ¿Disculpa? Pregunté incrédula de lo que estaba escuchando.
– Lo que oyes, ese niño te pone mal y la historia de ese hombre te perjudica la salud, por eso has estado así en estos días y tomate la pastilla carolline. Sentenció.
– Tú a mí no me ordenas nada y no me tomaré esa estúpida pastilla.
– ¡Carolline! Grito.
– ¡Dylan! Grité yo también.
– ¡Basta! Ya esté día hemos discutido mucho y no, no lo verás más o por lo menos no sola. Así que ya no irás a esa playa sola. Ni a ningún lado.
– Tendrás que encerrarme o amarrar me. Grité mientras caminaba a la habitación.
– ¡Pues lo haré! Sentenció Dylan.
Lo miraba y no lo reconocía en estos cinco años así nunca se había comportado así o prohibido algo.
No dije nada más y decidí encerrarme en mi habitación así no podría entrar, dijera lo que dijera volvería a ver a ese niño y volvería a hablar con Santiago. Lo haría sin importar las consecuencias con Dylan.
Recomendar0 recomendaciones