Carta 1

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Sabía que volvería a pasar, sabía que un golpe más o menos, no cambiaría nada.

Había conocido a Pablo a la edad de  catorce años, desde el primer momento, sabía que estarían con el, todo era perfecto en la relacion, pero al cumplir los 18 años de edad, todo cambio.


Mi madre había aceptado junto a mi padre celebrar en la casa mi fiesta de cumpleaños, estaba muy feliz, mis padre eran muy estrictos, pero ese día por amor, fueron complacientes, Pablo vendría dentro de un rato y así ayudarme con todo lo que hacía falta.

Mi madre preparo la cena y nos sentamos a cenar, todo estaba delicioso, al terminar, subí a cepillarme, me coloco un vestido suelto, me llegaba un poco más arriba de los rodillas, estaba un poco corto, no le di importancia, estaríamos en la casa, suena el timbre y bajo, al abrir la puerta, ahí está el.

—Creo que deberías taparte un poco — su mirada recorre mi cuerpo.

—Estoy en mi casa, amor — me acerco y lo abrazo — vamos.

Empezamos la decoración, todo estaba más que perfecto, al tener todo listo, nos despedimos y el se va alistarse para mí cumple, subo a mi habitación, cuando estoy por maquillarme, mi madre entra y me entrega una caja color roja, la abro, me quedo con la boca abierta, era un vestido largo, pero lo perfecto era que dejaba la espalda al descubierto, era hermoso, abrazo a mi madre, me lo coloco y al verme al espejo me siento hermosa, busco mi celular y bajo las escaleras, amigos de la universidad se acercan a felicitarme, abrazo a cada uno de ellos, la música estaba alta y mis padres estaban en el patio con mis tíos y lo abuela, Sergio, un amigo de años y mi vecino, se acerca y besa mi mejilla, me sonrojo, saca una cajita de su pantalón y me la obsequia, al abrirla, era un hermoso brazalete, me acerco y lo abrazo, pero no dura mucho, siento que alguien lo aleja de mi, era Pablo, Sergio levanta las manos y me guiña un ojo mientras se va junto a mis compañeros de clase, veo la cara de Pablo, está molesto, me toma de la mano y subimos a mi habitación, espero que mis padre no me vean, entramos y cierra la puerta, cuando estamos de frente, me da una cachetada.

—Ultima vez que permites que otro hombre te toque — toma mi cara — ¿Entendido?

Asiento con lágrimas, besa mis labios, aunque intenté pasarla bien, no podía.

Desde ese momento, mi infierno comenzó.

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