Capítulo 5: Italianita

Ya habían pasado cuatro días desde que Da… Miller no volvía al piso. Bryan mantenía informada a Jane.

— Amber… Bryan me ha dicho… — siempre hacía una pequeña pausa antes de seguir, por si yo no quería saberlo. Asentí. — …me ha dicho que aún no ha vuelto.

No quería preocuparme, ambos me habían dejado caer que en otras ocasiones también había desaparecido, aunque no tanto tiempo. Y de ahí su preocupación. Mi yo interior no me dejaba estar tranquila, había algo en mí que me decía que se había metido en algo grave.

Tiene pinta de que sí, está claro.

Durante esa semana intenté centrarme lo máximo posible en la universidad para no pensar en lo de Dan… ¡Miller! Tenía muchas presentaciones en grupo que hacer y no quería sacar mala nota en ellas.

Ivy nos ofreció su casa para hacer varios trabajos en los que nos había tocado juntas a las cuatro — Anna, Isabella, Ivy y yo. Bueno en realidad en muchos de ellos habíamos hablado con el profesor para que nos dejara elegir grupo —. Pero al final decidimos quedar en una salas que tenía la biblioteca para hacer trabajos grupales. Tenían una gran mesa en el centro de la sala con unas cuantas sillas — cabe destacar que eran sillas acolchadas, suuuper cómodas. Como se notaba que estaba en Harvard — y una gran pizarra en una de las paredes con unos cuantos rotuladores para poder escribir en ella.

Estuvimos unas cuantas horas ahí dentro. Nos propusimos no salir de ahí hasta acabar uno de los trabajos que teníamos para esa semana — para dentro de dos días concretamente, es decir, para el viernes. Estábamos a miércoles —.

— Creo que nos merecemos ir a tomar algo ¿no? — preguntó Isabella subiendo y bajando las cejas y sonriendo.

— Me apunto — dijo Anna enseguida. — Todo trabajo merece su recompensa — sonrió.

— Bueno… yo… — empezó a decir Ivy. Isabella y Anna la miraron con cara de lástima — vaaaale, yo también me apunto — dijo finalmente.

— Ehh,.. yo estoy muy cansada chicas — aunque esas horas me hubieran servido para desconectar, no tenía ganas de nada. Quería que lo de Miller no me afectará, pero sí que lo hacía. Y no sabéis la rabia que me daba.

— Amber, vas a venir. — dijo Ivy.

Isabella y Anna asintieron y la primera se acercó y se enganchó de mi brazo arrastrándome hacia la salida.

— Si. No tienes otra opción. — me dijo Isa.

Al final, no tuve más remedio que ir. En el fondo sabía que ir con ellas a tomar algo me haría desconectar y no pensar tanto en el tema.

Fuimos al centro de la ciudad, a una especie barrio donde había infinitos bares con muchos universitarios. Y muy guapos por cierto.

Pero no son Dann.

Dann.. es decir, ¡MILLER! me daba igual, no éramos nada. Él mismo lo había dejado muy claro.

Ajá.

A veces, odiaba a mi conciencia.

Tomamos unas cuantas cervezas y estuvimos con un grupo de chicos que se nos había acercado a nuestra mesa. Eran muy amables. Con uno de ellos me llevé muy bien, era muy gracioso.

— Luego vamos a ir a una discoteca del padre de Barry, ¿os apuntáis? — nos dijo Gunther.

— Por supuesto, nunca se rechaza una fiesta — dijo orgullosa Isabella. Ivy y Anna la imitaron, y las tres se giraron hacia para ver mi respuesta.

— Chicas… yo me voy a casa… no me apetece salir de fiesta. — dije con la cabeza un poco agachada. No quería que me preguntaran el por qué, y no me apetecía hablar sobre el tema.

— Venga Amber… ¿cuando vas a tener otra ocasión a la que ir a una fiesta gratis y en zona VIP? — me dijo Gunther arqueando las cejas y sonriéndome. Al igual que estaban haciendo las demás.

— Esta bien. Pero solo un rato ¿eh? — las tres se abalanzaron sobre mí a abrazarme.

La discoteca estaba a dos manzanas del bar donde estábamos. Los chicos nos guiaron y yo estuve hablando con Gunther todo el camino. Era un chico muy gracioso y teníamos un humor parecido. Tenía gafas y bastante acné en las mejillas, su pelo era castaño y parecía que lo tenía largo, pero no lo supe con seguridad porque lo llevaba recogido en una pequeña coleta. Al llegar me detuve enfrente de edificio. ¡Era una pasada! La puerta era plateada y tenía luces rosa fucsia, era enorme y había dos seguratas a cada lado de la puerta y uno en el medio de esta. La cola para entrar con la entrada normal era inmensa, pero la VIP estaba vacía, por lo que no tuvimos que esperar mucho para poder entrar.

La discoteca era impresionante, no había estado en una así en mi vida. Tenía dos plantas. En la de abajo estaba la pista de baile con una extensa barra a la derecha para poder pedir la bebida. En la parte izquierda había unas escaleras que bajaban a lo que supuse que eran los baños y el guarda ropa. Al fondo de la pista había otras escaleras pero para poder subir a la segunda planta, donde estaba la zona privada. Nos dirigimos a ella. Había muchos sofás con mesitas pequeñas y una barra privada al fondo.

Nos acomodamos y dejamos todas las chaquetas en un armario detrás de los sofás.

— ¿Quieres algo para beber? — me preguntó Gunther haciéndome volver a la realidad.

— Ehh.. una cerveza por f… — le dije.

— Amber, estas en una zona VIP ¡GRATIS! ¡Pídete una copa anda! — me dijo Isabella al escucharme.

Lo pensé mejor y me dije a mí misma que me merecía disfrutar de la noche. Lo de Miller no debería afectarme tanto, así que acepté.

— Vale, ponme un ron-cola — le dije al final con una sonrisa.

— ¡ESA ES NUESTRA AMBER! — me gritó Isabella.

Gunther me pidió la bebida y estuvimos sentados en los sofás, algunos de los chicos y nosotras jugando a un juego llamado el “Yo nunca”. Nunca había oído hablar de él — aunque con lo poco que había salido de fiesta tampoco me sorprendió mucho que no lo supiera —.

— Empiezo yo — dijo Isabella — yo nunca he salido con alguien y me he enterado de que tenía pareja.

Algunos de los chicos bebieron, al igual que Isabella y Anna. Me reí al verlas. No me lo esperaba de ellas.

— Me toca — dijo Ivy — yo nunca he puesto los cuernos a mi pareja.

Ninguna de nosotras bebimos, pero alguno de los chicos sí que lo hizo. Riéndose.

En fin, hombres.

Me reí yo sola al pensarlo.

— Ahora yo — dije — yo nunca he besado a un chico — mi pregunta había sido un poco lógica. Las chicas bebimos todas, y cuando me giré hacia Gunther, bebió también.

Me quedé sorprendida, ¿le gustaban los chicos?

— Soy gay — me aclaró enseguida riéndose.

Eso explica por qué había hecho tan buenas migas con él.

No quería parecer que me importara, por supuesto que no lo hacía. De hecho, me llevaba mucho mejor con los chicos que no eran heterosexuales. Toda mi vida había sido así. Con los chicos heteros no suelo tener muy buena relación de amistad.

Tras un rato más jugando a ese juego, empezamos a bailar. Yo me cogí otras dos copas más. Me lo estaba pasando en grande.

Pero al asomarme al piso de abajo para ver a la gente que había en la pista, me pareció ver a alguien conocido. Cuando enfoqué mejor la vista — tenía miopía, mi vista no era mi fuerte —me quedé paralizada.

— No puede ser — dije en voz baja. Más para mí que para los demás.

— ¿Qué pasa? — me dijo Isabella.

Eran Dann, Miller, Dann.. bueno que ¡era él!.

Joder con el nombrecito Amber…

Estaba entrando a la discoteca, con un grupo de chicos que no me dieron muy buena espina. Eran muy corpulentos y con muchos tatuajes a la vista. Se dirigían a la barra, supuse que para pedir algo.

— Voy a la baño. Ahora vuelvo. — dije yendo hacia las escaleras para bajar e ir a donde Miller antes de perderlo de vista.

— Amber, hay baño aquí arrib… — me gritó Isabella, pero ya estaba bajando por las escaleras.

Baje a todo correr las escaleras y por supuesto, casi me caigo por el camino.

Me quedé pensativa un momento. ¿Debería ir a decirle algo?

No se lo merece mucho… pero te mueres por tenerlo cerca.

¡Oh, cállate conciencia!

Vete a donde él, por Bryan y por Jane aunque sea Amber.

Llegué a la barra y la visualice en su busca.

Ahí estaba.

Pero, no tenía buen aspecto. Tenía la típica barba de haber estado unos días sin afeitarse y pude verle bastantes ojeras. Parecía no haber comido mucho, tenía sus facciones bastante más marcadas que de costumbre.

Me acerqué a él y le toqué el hombro por la espalda.

Se giró.

Su cara fue de sorpresa total.

— ¿Dónde coño has estado estos días? — le pregunté muy bruscamente. Quería parecer muy enfadada.

— A ti que te importa… — me dijo, pero podía notar que estaba muy borracho. Se tambaleaba de un lado a otro. Apenas podía mantenerse erguido.

Me fijé en su pómulo, tenía una especie de moretón y su ceja izquierda tenía un pequeño corte que parecía reciente.

Hasta así seguía siendo atractivo.

Ahora no es el mejor momento conciencia, ¡céntrate!

— Claro que me importa. Bryan y Jane están preocupados. Y Kate supongo que también —le dije, pero él se rió irónicamente.

— ¿Y tú no lo estás? — esa pregunta me pillo por sorpresa. ¿Por qué le importaba si estaba preocupada o no?

— Eso a ti no te importa. — le dije enfadada. O intentándolo al menos. — Miller, llama a Bryan para que venga a recogerte, y vuelve al piso — le espeté medio obligándolo. — De verdad que están muy preocupados… — intenté sonar lo más calmada posible.

— Creía que estabas enfadada italianita — estaba muy borracho. MUY, MUY borracho. — ¿Ya no soy Dann? — me preguntó arqueando una ceja sorprendido.

— No ya no lo eres. ¿Y por que iba a estar enfadada? Ah, espera es cierto. Te comiste la boca con otra delante de mi cara — le dije con sarcasmo.

— Uhh… es verdad — dijo riéndose y llevándose la bebida a la boca para dar un largo sorbo. — Me gustó que me llamases Dann, italianita — se acercó a mí.

— Llama a Bryan — le dije dando un paso hacia atrás para alejarme de él. Lo miré con lástima, aunque quisiera parecer enfadada.

— Oye Miller, ¿quién es tu amiga? — le preguntó uno de los chicos con los que estaba, dándome un repaso de arriba abajo.— ¿Has venido sola?

Que asco.

— No. — le dije al chico sin apartar la mirada de Miller — Llámalo.

Me giré para volver al piso de arriba, notando aún su mirada fija en mi nuca. Pero cuando llegué a las escaleras para subir, lo pensé mejor.

Tenía que llevar a Miller al piso, no podía dejarlo así. Con esa gente.

Asi que me giré de nuevo para volver a la barra, pero al llegar ya no estaba.

Subí a la zona privada donde estaban todos para poder tener un plano amplio de la pista y poder localizar a Dann — ya no iba a intentar llamarlo Miller —. Pero fue imposible, lo perdí de vista definitivamente.

Después de eso me despedí de todas y Gunther me acompañó a la entrada de la discoteca y me esperó hasta que llegó el taxi.

Ya en la residencia, aún seguía en shock.

Había estado con Dann.

Bueno, aunque sea sabes que está vivo.

Tenía la esperanza de que le hubiera llamado a Bryan o incluso a Jane. Así que cuando entré a la habitación la desperté.

Igual podía haberlo hecho con más delicadeza, pero estaba deseando contárselo para que pudiera estar más tranquila.

— ¡JANE! ¡Despierta! — le zarandeé.

— ¿Amber? — gruñó —¿qué hora es? — me preguntó abriendo un ojo y mirándome de lado.

— Es la una y media, Jane. Siento despertarte tan tarde pero tengo que contarte algo… — no tuve que decir mucho más. A Jane el cotilleo le podía más que cualquier otra cosa y se incorporó para que se lo pudiera contar de una vez.

— Suéltalo.

— He visto a Dann

Silencio.

— He ido a tomar algo con las de mi clase. Y unos chicos que hemos conocido nos han invitado a la discoteca que el padre de uno de ellos tenía. — Jane aún estaba en silencio — Estábamos en la parte de arriba, en la zona privada, y al asomarte veías la pista de baile donde estaba todo el mundo. Y de repente lo he visto.

— ¿Que…? — dijo Jane sin saber que decir exactamente.

— Así que he bajado corriendo las escaleras, sin caerme sorprendentemente — bromeé para calmar un poco el ambiente — y me he acercado a él. Jane no le he visto nada bien. Parecía no haber comido ni dormido desde la fiesta. Además estaba muy borracho.

— ¿Y estaba solo? — preguntó cogiéndooslo una goma de pelo de su mesilla para hacerse una coleta.

— No. Estaba con tres chicos más, que… no me han dado muy buena espina — no tuve que decirle nada más. Sabía de quienes estaba hablando perfectamente. Estaba callada, supuse que asimilándolo.

— Gracias, Amber. Hay que llamar a Bryan para avisarle — parecía preocupada. Pero algo me dijo que sabía de qué se trataba. Esto había pasado más de una vez.

— ¿Quiénes eran esos tíos Jane? — abrió la boca para responderme pero Bryan cogió el teléfono y se puso a hablar con él. Salió de la habitación para hacerlo.

¿Quienes serían esos? ¿Estaba Dann en peligro?

Tendría que darme igual, pero no lo hacía. Además, lo que me había dicho en la discoteca me había dejado pensativa.

¿Quería que le llamase Dann?

Claro que quiere que lo hagas. Por algo te ha llamado por el apodo que te puso “italianita”.

Mi conciencia tenía razón.

Pero no quise darle más vueltas.

Me quedé esperando a Jane para que, al volver, me dijera qué estaba pasando.

Pero me terminé quedando dormida. 

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