Capítulo 3: La fiesta del carmín

Me desperté y tuve que asimilar donde estaba, y sobre todo con quien estaba. Estaba en el cuarto de Miller y había dormido con él. Al mirar a mi alrededor, vi que estábamos más juntos de lo que recordaba al dormirnos la noche anterior.

Seguramente haya sido porque te has pegado a él como una lapa. Estabas muerta de miedo.

Lo cierto era que no había dormido gran cosa. La película del payaso me había dejado bastante traumatizada y había estado gran parte de la noche mirando a todas las esquinas por sí aparecía algún payaso asesino.

Tenía ganas de ir al baño.

Buen momento para querer ir Amber.

Aparté cuidadosamente el brazo de Miller que sorprendentemente se encontraba encima de mi estómago y me levanté lentamente para no despertarlo — siendo sinceros, no quería apartar ese brazo, pero mis ganas de ir al baño eran demasiado grandes—. Di los pasos más silenciosos y lentos que pude y abrí la puerta con suficiente cuidado como para no hacer ruido. Al salir de la habitación y cerrar la puerta, corrí directa al baño. ¡Cómo me meaba!

Era sábado así que nadie tenía que madrugar. No sabía que hora era, y fuera había luz, por lo que deduje que serían las nueve o diez de la mañana. Pero al querer mirar el móvil para asegurarme, me di cuenta de que me lo había dejado en la habitación.

¡Mierda! Tenía que entrar otra vez con el mismo sigilo con el que había salido.

Misión imposible dado tu gran talento de tropezarte hasta con el aire Amber.

Volví al cuarto y abrí la puerta lentamente. Intenté entrar sin hacer ruido. Fue en vano. Mi gran torpeza salió a la luz e hizo que me cayera al suelo al tropezarme con una zapatilla que había en mitad de la habitación. Y por supuesto hice más ruido del que quería.

— ¿Amber? — gruñó Miller al escucharme.

— ¿Te he despertado? — susurré — Lo siento, he intentado no hacer ruido pero un zapato se ha interpuesto en mi camino.

Encendió la pequeña lámpara que había en la mesilla de su lado de la cama y se asomó para ver dónde estaba. Me observó durante unos segundos. Su expresión dejaba claro que estaba intentando con todas sus fuerzas no echarse a reír.

— Ni se te ocurra reírte Dann Miller — joder, otra vez. Al llamarlo otra vez por su nombre me sentí un poco insegura. Aunque me gustaba la sensación de llamarlo por su nombre y no por su apellido, como hacían los demás. De algún modo me hacía sentir especial. Pero no sabía si le gustaba que le llamara así o si pensaba que me tomaba demasiadas confianzas con él. Empezó a reírse a carcajadas y yo no pude evitar ponerme colorada. — ¡Dann! — le tiré la zapatilla que había provocado mi patética caída.

Has sido tú solita, no eches la culpa al pobre zapato.

— ¡Vaaaaalee! — levantó las manos en señal de rendición, pero no pudo evitar seguir sonriendo.

Me levanté y fui a por el móvil. Me senté al borde de la cama para mirar los mensajes que tenía.

No vas a tener ninguno Amber. Mackenzie dejó claro que no iba a hablarte.

Era cierto. Tras lo ocurrido en verano, aunque yo mantenía la esperanza, Mackenzie no iba a hablarme, ni a preocuparse por mí y ni por cómo estaba. En cierta manera, era mejor así. Ella no merecía ni un ápice de atención mía, pero no podía evitar seguir queriendo que lo hiciera.

— ¿…esta noche? — Dann me estaba hablando.

— ¿Qué? — le respondí volviendo a la realidad.

— ¿Que si has soñado con algún payaso asesino esta noche? — me preguntó con una sonrisa graciosa. — Has estado hablando en sueños. Y parecía que estabas teniendo una pesadilla muy … siniestra — se rió.

Le dí un manotazo.

No recordaba exactamente de qué iba la pesadilla que había tenido. Supongo que de algún payaso asesino o algo por el estilo.

— Es culpa tuya por haber elegido esa película. Me vas a tener traumatizada más tiempo del que crees — le dije haciendo una mueca y tumbándome a su lado mirando al techo, imitando su postura.

De repente noté que su mano se acercaba lentamente a la mía. Empezó a acariciarme el brazo poco a poco. Subiendo y bajando haciéndome ciertas caricias que me resultaron muy tiernas.

Nuestras respiraciones empezaron a acelerarse

Ahí me tensé. Y mucho.

— ¿Hoy por fin es la fiesta no? — le dije apartando su mano de una manera un poco brusca.

Su expresión fue de sorpresa.

Joder Amber, que corta rollos eres.

— Sí — dijo él aun con la mano sobre mi brazo — por fin mis padres se van de verdad.

— ¿Va a ir mucha gente? — pregunté

— En realidad no lo se. Lo ha organizado todo mi hermano.

— ¿Tienes un hermano? — por alguna razón quería saber todo sobre su vida.

— En realidad tengo dos.. — masculló — El que ha organizado la fiesta de hoy es el mayor de los tres, Zack. El mediano soy yo. Y la pequeña de la familia se llama Penny.

— Así que eres el hermano mediano eh — vacilé.

— Así es. — me dijo girándose hacia mi para verme mejor — La verdad es que tiene su parte buena y su parte mala… — la sonrisa se le borró e hizo una pausa — nunca me ha gustado ser el mediano.. a veces es como si.. como si no existiera. — No dije nada —. Mi hermano es bueno en… básicamente todo lo que hace y mis padres siempre han prestado más a atención a sus logros que a los míos. — Me giré hacia él y vi que tenía el cuerpo tenso. No pude aguantar la tentación de acariciar su cara con mi mano. Se relajó al instante. Podía ver el dolor en su mirada y juraría que eso siempre había sido una carga enorme en su vida.

— ¿Y tu hermana pequeña? — le pregunté para desviar un poco el tema.

Se le iluminó la cara al nombrarla.

— Cuando Penny nació fue como mi ángel de la guarda — sonrió —. Desde que ella llegó, mi vida solo mejoró. Me sentía su hermano mayor y la protegía de todo. Me gustaba la sensación de ser algo así como su guarda espaldas.

Cuando paró de hablar estábamos mirándonos fijamente y me percaté de que yo aun seguía acariciando su cara. Hice el amago de apartar la mano pero él sujetó mi muñeca y la puso de nuevo en su cara. Esta vez con su mano sobre la mía.

Ambos nos tensamos.

Su mano rozando mi piel provocó que esta se erizara. Me ponía muy nerviosa.

Me gustaba la sensación de que tan solo con un simple roce pudiera hacerme sentir tanto.

Nunca nadie me había hecho sentir así.

Pero podrías acostumbrarte a esto Amber…

— ¡¿Estáis haciendo guarradas?! — abrió la puerta de par en par Jane con los ojos tapados.

Ambos nos separamos rápidamente.

— ¡Janee! — le grité poniéndome colorada. Me puse de pie y fui hacia ella — Pensaba que seguirías durmiendo, ayer te quedaste roque en el sofá — le dije para cambiar rápidamente de tema. La abracé en forma de buenos días para desviarlo un poco más.

— Buenos días a ti también Amber — se sorprendió. Lo cierto es que nunca la saludaba así por las mañanas. Pero después de lo que había pasado con Dann estaba de muy buen humor y me salió la vena cariñosa —. Luego hablamos sobre la telenovela española, guapetona — me susurró guiñándome un ojo y dándome una palmadita en el culo.

Bajé a la cocina.

Bryan estaba preparando el desayuno y Kate estaba sentada en el sofá viendo la televisión.

— ¡Buenos día chicos! — les dije con una gran sonrisa — ¡Mmmm… huele a croissant!

— Buenos días a ti también Amber — me dijo Bryan sorprendido por mi buen humor y mirando mi atuendo (llevaba puesta la ropa de Dann, ya ni me acordaba). — Veo que estás de buen humor — se rió.

— Será por Dann — soltó entonces Kate acercándose a la isla de la cocina donde Bryan estaba poniendo el desayuno. — Ayer no os callabais.

Me puse roja. Bryan se rió y Kate sonrió un poco. Pero quitó la sonrisa en cuanto supo que la estaba mirando.

¡Milagro! Kate sonriendo. Aunque solo fuera un segundo.

Jane y Dann bajaron a la cocina y este último se sentó a mi lado. Al rodearme para hacerlo me pasó una mano por la parte baja de la espalda. Me tensé y el lo notó porque soltó un resoplido gracioso.

¿Como podía provocar tanto con una simple caricia? Lo repito, nadie me había hecho sentir así jamás.

— ¿Amber quieres café? — me preguntó Bryan.

— No me gusta, gracias — le respondí. Dann me miró sorprendido — ¡Quée! Prefiero leche con cacao — le dije.

— No me lo puedo creer — espetó Dann mirándome con la boca abierta y levantándose para coger algo del frigorífico. Al pasar por detrás de mí para hacerlo, se acercó a mi oreja disimuladamente — lo tendré que pasar por alto también ¿no pequeña italiana? — sonreí automáticamente.

Madre mía, este chaval sabe lo que hacer para provocarme.

Por supuesto, Jane se había dado cuenta y me dedicó una gran sonrisa.

***

Bryan nos llevó hasta la residencia en su coche. Dann no había podido porque tenía que ayudar a su madre en algún asunto familiar. —Todavía no sabía si seguir llamándole Dann o llamarle Miller como los demás. Era algo que por muy insignificante que parezca, me provocaba bastante ansiedad. — Y Kate por supuesto ni se había ofrecido.

Al llegar a la habitación, me tiré en la cama boca arriba, mirando al techo para poder pensar y asimilar lo que había pasado con Dann. No pude hacerlo mucho porque ya tenía a Jane sentada a los pies de mi cama para contárselo todo.

— Cuenta. Ya.

— No pasó nada, Jane. En serio. — no debió creérselo mucho porque se cruzó de brazos y arqueó una de sus cejas.

— Suéltalo ya, Amber Smith — levantó un cojín y me amenazó con tirármelo a la cara.— ¿Sabes que mientes muy mal no?

Estuve unos segundos en silencio, pero la cara de pena de Jane hizo que confesara.

— No se Jane… me siento muy … muy especial cuando estoy con él. Me … hace sentir… no se.. bien, supongo. — le confesé levantándome de la cama para ordenar el escritorio. Cuando me ponía nerviosa por algo me daba por organizar mis cosas de forma muy compulsiva. No iba a contarle el pequeño detalle de que él quiso intimar más y yo lo paré. Por alguna razón me daba vergüenza hacerlo.

— Vale. Te gusta

Al oírle decir eso mis mejillas de nuevo se tiñeron de rojo al instante.

— No me gusta — le rebatí rápidamente. Ella volvió a arquear la ceja y se me quedó mirando — Vale. Sí. Me gusta. Me gusta mucho Jane.

— ¡¡ AHHHH!! Por fin lo dices en alto Amber — gritó emocionada y me abrazó al instante. — Lo tuve claro desde que os conocisteis.

— ¿Crees que le gusto a él también? — lo pregunté muy insegura y con miedo de lo que diría. Me sentía como una cría de catorce años con su primer novio, muy patético. Pero al fin y al cabo, ella lo conocía mejor que yo. Seguro que algo sabía.

— ¿Cómo puedes preguntarme eso Amber? ¿Pero tú le has visto cuando estás tú delante? — me preguntó sorprendida. — Solo tienes que ver cómo te mira… bueno y como le miras tú a él, pillina — me dijo al final.

Le tiré un cojín al pecho avergonzada y ambas nos reímos.

***

Después de una buena siesta, nos empezamos a preparar para ir a la fiesta de Dann y su hermano. Estaba tan nerviosa que no me decidía por la ropa que iba a ponerme.

A la hora de salir de fiesta me gustaba arreglarme más de lo normal.

Más te vale. A la universidad vas hecha un desastre. Arreglarte un poquito no te vendrá mal.

Mi conciencia podía ser bastante tóxica muchas veces, pero tenía razón. ¡Tocaba ponerse guapa!

Al final, después de sacar todo mi armario en busca de algo ponible, opté por unos pantalones vaqueros acampanados, un top sin mangas negro — en forma de palabra de honor que me había regalado Mackenzie —, unas botas de tacón negras y para no congelarme de frío cogí una americana también negra. Me maquillé muy sutil y natural. No me gustaba maquillarme mucho, solo lo justo y necesario.

Cuando Jane acabó de vestirse y salió del baño ya lista, cogió el bolso y bajamos a la entrada donde nos esperaban los demás con el coche. Jane iba guapísima, con un vestido negro pegado al cuerpo que le acentuaba las curvas de su figura y una botas altas de tacón negras.

La casa de los padres de Dann estaba a media hora de la residencia. Por lo que pude observar era un barrio bastante rico. Al adentrarnos en él, las casas me parecieron mansiones gigantes. Eran todas iguales. De color blanco, columnas en el porche y coches que parecían muy caros aparcados en la entrada de cada casa.

La de sus padres era una de las del final de la calle, yo diría que la más grande de todas. Tenía dos coches justo aparcados fuera de casa.

— ¡¿Eso es un Ferrari?! — pregunté muy sorprendida. — ¿¡Y eso un Porche!? — mis preguntas estúpidas debieron de hacerles gracia a todos por que se carcajearon. Excepto Kate, que solo resopló. — ¡Dann estás forrado!

— En realidad lo están mis padres… — me dijo él.

Aparcamos el coche al lado del Porche que había visto por la ventana. Nos acercamos a la casa y tocamos el timbre. Tras unos segundos esperando, el hermano de Dann abrió la enorme puerta blanca con detalles dorados en el marco.

Era algo más alto que Dann, tenía el pelo negro y ligeramente corto, parecido al corte de pelo de su hermano. Al contrario que él, Zack tenía los ojos marrones y no tenía pestañas tan largas. Y me fijé en que tenía bastantes pecas por la zona de la nariz.

Los ojos de Dann son mucho más bonitos. Ese verde es incomparable.

Y tanto.

— Joder, llegas tarde Dann — protestó Zack entrando en casa y hablándonos de espaldas — La fiesta empieza en una hora y no he acabado de organizarlo todo. Así que ayúdame.

— Yo también me alegro de verte hermanito. No te quejes tanto anda — le contestó Dann. Él y yo entramos primero y los demás iban detrás — y saluda a mis amigos. — Zack se giró y nos saludó agitando la mano y esbozó una sonrisa falsa. Sin embargo, la quitó cuando me vio.

— A ti no te conozco ¿verdad? — dijo acercándose a mí y tendiéndome la mano a modo de saludo.

— Hola, soy Amber la compañera de habitación de Jane —le tendí también la mano. — Encantada. Esta casa es preciosa.

— ¿Es tuya hermano? — preguntó a Dann mirándome fijamente y sonriendo de una manera que me pareció asquerosa. — Muy guapa — asintió dando el visto bueno a Dann.

— Call..

— No soy de nadie. Así que no, no soy suya — le solté cortando a Dann antes de que pudiera decir nada. Podía defenderme yo sola. Le quité su mano bruscamente y me aparté poniendo una mueca de asco.

— ¡Qué carácter! — se rió Zack. — Me gusta.

— Zack, cállate — le espetó Dann.

Tras un momento de silencio incómodo fuimos hacia la cocina a preparar lo que quedaba para la fiesta.

***

Los invitados no tardaron en llegar. Eran compañeros de clase tanto de Zack como de Dann. Bryan también había invitado a algunos de su clase, al igual que Kate que desapareció con sus amigas durante toda la fiesta. Yo estuve con Jane en la pista de baile dándolo todo durante una hora entera.

— ¡¡Eii Amber!!— alguien me estaba hablando y me tocó el hombro para que me girara. ¡Era Isabella! — ¿Qué haces aquí?

— ¡Hola, Isa! — le saludé emocionada y la abracé — Soy amiga de Dann y nos ha invitado. — Le aclaré dando otro trago a mi bebida.

Esa noche me había dado por no beber mucho, conociendo mi historial de fiestas…no quería pasarme

Había salido de fiesta muy pocas en mi vida, y siempre era o con Mackenzie o con algunas amigas que tenía en el sitio donde paso mis veranos. Y mi control con el alcohol no era especialmente envidiable.

No tienes control ninguno Amber. Bebes hasta desmayarte.

Sí, triste pero cierto.

— Tía yo he venido con mi hermana, Zack está en su clase y nos ha invitado — me dijo entonces Isabella. Esta vez fue ella quien le dio un trago a su bebida.

— Esta es Jane, mi compañera de habitación de la que os he hablado alguna vez — señale a Jane.

— Hola, encantada. ¿Ya le aguantáis en clase? — bromeó Jane. Le di un manotazo.

— No tengo otro opción, así que sí. — bromeó esta vez Isa. Le di otro manotazo a ella también.

Las tres nos reímos.

— Veo que os habéis caído bien a costa de meteros conmigo, idiotas — me reí.

Isabella estuvo un rato bailando con nosotras y luego volvió con su hermana. Tras otra media hora bebiendo y bailando, Jane y yo decidimos salir del gran círculo de gente sudando en el que estábamos, y nos fuimos a la cocina donde no había nadie.

Yo dejé mi vaso sobre la encimera. Había bebido solo una copa y sorprendentemente no me apetecía beber nada más. Me lo estaba pasando en grande tal cual estaba.

— ¿Vamos fuera un rato a tomar el aire Jane? — me estaba muriendo de calor.

Ella asintió y buscamos una terraza para salir y poder respirar aire fresco de una vez.

Encontramos una que parecía estar vacía. Justo al abrirla alguien pareció llamar a Jane.

— ¡Hola Jane! ¡Cuánto tiempo ha pasado! — suponía que era una amiga a la que no veía desde hacía tiempo.

— Hola Rachel. Sí hacía mucho… — le noté bastante borde, pero seguía hablando con ella. — Esta es Amber, mi nueva compañera de habitación. — remarcó la palabra “nueva” más de lo normal, así que supe enseguida quién era. Su antigua compañera de habitación. No parecía la chica que me había descrito cuando nos conocimos.

Nota mental: preguntar a Jane sobre Rachel. Tenía curiosidad de saber porque ahora de repente le gustaba salir de fiesta ¿no era más de vampiros?

— Hola, encantada Rachel — le saludé amablemente. — Jane te espero fuera, necesito tomar el aire.

Y era verdad. Aparte de que el ambiente no era muy cómodo, tenía demasiado calor en el cuerpo — no se si era por el poco alcohol que había injerido o por haber estado bailando tanto tiempo entre demasiada gente —.

Abrí la puerta de la terraza y salí. Respiré hondo el aire. ¡Por fin!

La terraza parecía estar vacía. Pero al salir para sentarme en una de las hamacas que había en una esquina, escuché lo que me parecieron besos.

Una pareja de tortolitos. Genial. Para que te recuerden lo mal que te va en el amor Amber.

— Perdonad, no quería… — no podía creer lo que estaba viendo. ¡No podía ser! ¡Era imposible! — ¿Dann?

Noté una punzada en el pecho.

No. Simplemente no podía ser.

Necesitaba salir corriendo de ahí. Y así lo hice.

— Joder… ¡mierda! — le escuché decir — ¡AMBER! — me gritó Dann.

Entré dentro lo más rápido que pude.

— ¿Jane podemos irnos? — le pregunté muy agitada.

— ¿Te encuentras bien Amber? Estás muy pálida — me preguntó ella preocupada, pero ignorando mi pregunta.

— Jane vámonos, por favor — le supliqué a punto de llorar.

— Sí.. claro… si. Vamos a la entrada y llamo a Bryan para que nos lleve. ¿Pero qué te pasa Amber? — al ver entrar a Dann detrás de mí con pintalabios rojo corrido por toda la zona de la boca, lo comprendió.

No podía creer lo que había visto.

Esta en shock.

Salimos a la entrada donde Bryan nos esperaba.

— ¡AMBER ESPERA! — escuché que me gritaba Dann.

Me detuve.

— Te espero en el coche — dijo Jane acariciándome el hombro y adelantándose para ir al coche con Bryan.

— Déjame en paz Dann — no quería hablar con él. Sobretodo con él.

— No es lo que parece Amber — me preguntó sujetándome del brazo para que no me fuera.

Pero ¿este se piensa que soy imbécil?

Me tensé al segundo.

— Pues el carmín que tienes por toda la cara me dice que sí, que es exactamente lo que parece— le dije conteniendo mis ganas de llorar con todas mis fuerzas. — No quiero hablar contigo Dann. — me quedé un momento mirándolo. Con decepción — Pensé que… nosotr… Déjalo…— iba a decirle que pensaba que teníamos algo, algo especial. Pero no se merecía verme pasarlo mal. Igual había sido yo la que me había ilusionado demasiado, con muy poco. Igual era así con todas, y había sido yo otra de las pringadas que había caído en su juego— ¡Suéltame! — me zafé de su agarre.

—Lo sien… — lo miré de arriba abajo, entre decepcionada y con mucho desprecio. Di media vuelta para ir al coche y desaparecer cuando antes de ese sitio.

En cuanto entré en el coche y Bryan arrancó, no pude aguantar más y empecé a llorar.

Miré por la ventanilla hacía la casa y vi que Miller seguía parado en el sitio donde lo había dejado, con ambas manos en la cabeza y mirando hacía el coche. Viendo como este desaparecía. 

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