El libro de elfos.Capitulo: 1 Un dia como todos los otros. 

Hoy, cómo todos los días, despierto por el sonido incesante de la alarma avisándome a las 7 a.m que es hora de ir al instituto.

Súper, aquí voy de nuevo yo contra un mundo de adolescentes pubertos con ganas de destruir todo lo que piense por si mismo.

Con un suspiro derrotado salgo de la cama para darme una ducha y prepararme lo más rápido posible para bajar a desayunar con mamá que ya tiene todo listo mientras papá, como siempre, está sentado en la mesa metido en su computador. No deja de trabajar aún cuando esta en casa y a mamá entre las salidas con sus amigas solo le alcanza para hacer el desayuno típico de esas que salen en las revistas de “Un hogar de ensueño”.

– Hija, con cuidado el plato no se irá de la mesa- comenta mi madre.

Me tardo en responder pues trago todo lo que tengo en la boca y paso a decir: -Lo se mamá, pero se hace tarde.

– Si te despertaras la primera vez que suena tu alarma esto no sucedería todos los días.

La bocina de Carlos me salva de la discusión interminable con mi madre en cuanto a mis horarios de sueño se refiere y solo puedo sonreírle para dar otro bocado más del desayuno y salir corriendo lo más rápido posible.

Salgo victoriosa y visualizando de manera inmediata el hermoso Mustang rojo de mi mejor amigo. Entro sin más y le sonrío cómplice para salir al instituto. Le doy un golpe en su brazo como mi manera de saludarlo y se queja de manera ruidosa pero fingida pues pueda que su cuerpo sea flacucho es muy fuerte.

– Tienes que dejar de hacer eso cada mañana.

Hago el gesto de pensarlo -Naaah.

Llegamos relativamente rápido al infierno escolar obligatorio. Todos estaban reunidos en pequeños grupos afuera del mismo, hablando de sus cosas o simplemente adornando la entrada como siempre.

Estaba decidida a bajar después de esperar a que el pelinegro parqueara el auto pero antes de hacerlo su mano me detiene tomándome del brazo.

– Tenemos que hablar -sentencia.

– Claro, cuéntame -suena la campana y el me mira con tristeza – ¿Qué tal esto? -le sonrío de lado- Nos veremos después en las gradas del campus.

Sonríe desganado y ahora sí corro pues no necesito otro regaño de parte de la maestra.

(…)

Luego de tres horas que parecieron eternidades. Los incesantes murmullos y las voces irritantes de los profesores hicieron que estuviera tan a gusto -nótese mi sarcasmo- además, las teorías de lo que me diría Carlos no dejaban mi cabeza.

Al momento de salir salgo disparada hacia las gradas y veo allí en un rincón de ellas a el susodicho.

-¿Que era eso que me querías decir?

-digo inmediatamente llego dónde está.

– Esto no es fácil de decir. No hay una manera en la que te lo diga y no sea incómodo por eso lo diré de una vez… soy gay.

– Ouh, ya lo sé.

-¿¡Qué!? -dice estupefacto.

– Vamos Carlitos, no soy estúpida, nunca has tenido una relación con una chica y si hablas con ellas y sabes que tienen intenciones ocultas las evades de la manera más ridícula- ríe melancólico- ¿Te acuerdas esa vez que Sarah te estaba invitando a salir y dijiste que tenías diarrea crónica y saliste corriendo?

Los dos nos partimos en una carcajada al mismo tiempo.

– Bien -dice limpiándose una lágrima – ¿Todo bien?

– Eres mi mejor amigo, claro que estamos bien.

– Solo no se lo digas a nadie, ahora mismo no quiero ser el centro de atención y estoy bien por ahora en mi closet.

– Solo una cosa- me mira confundido a lo que yo prosigo- que no te dejes ahogar por las telarañas.

Todo fluyó con normalidad hasta que me sentí observada, había volteado para percatarme si alguien me estaba viendo pero no así que no deje pasar.

Pov Dilan

En la oficina del director hay muchas cosas curiosas y algo contradictorias para él, por ejemplo, la computadora último modelo que no entiendo el papel que desarrolla aquí pues con suerte aprendió a usar el móvil para hacer llamadas.

– Espero, señor Dilan, que trate de hacer lo más que pueda para ayuda a su – suspira con cansancio-… situación o nos veremos obligados a tomar medidas drásticas…

– Cuando habla de “drásticos” ¿Se refiere a…?

– Hacer una ficha detallando sus comportamientos de vandalismo hacía la escuela. Agradezca que estamos haciéndole un aviso pues el reformatorio no será tan amable como nosotros.

Mierda, ahora si que estoy en problemas.

– Eso te pasa por creerte el chico malo que siempre se sale con la suya- me reprendo mentalmente.

Después de esa situación simplemente salgo sin ganas de ingresar a ninguna de mis clases. Un lugar tranquilo, eso es lo que necesito para poder pensar con claridad y -tal vez- estudiar.

Llego hacías las gradas y me encuentro con la sorpresa de que Sofía Smith y su mascota Carlos están hablando de algo y me atrevo a pensar que es algo serio pues la cara de el escuálido de Carlos refleja miedo o pena. Agudizo el oído para escuchar lo que dice mientras me mantengo escondido.

– … soy gay- quedó boquiabierto con la revelación que acabé de escuchar.

¿Quién lo vería venir? El chico buenachón, tímido y amado por todas las chicas del instituto es gay.

– Esto lo podría usar a mi favor- digo para mí en voz alta.

Doy un salto asustado al escuchar las risas de focas con trastornos mentales y solo me quedo viendo hasta que se calman los dos pero, no falta mucho para que Sofía se diera vuelta y yo me escondiera tan rápido como pude.

Pov Sofía

Luego de medio día lleno de aburridas clases estoy en el auto de Carlos rumbo a la biblioteca.

Al momento de llegar simplemente salgo con una sonrisa dispuesta a adentrarme a mis mundos fantásticos.

– Buenas tardes señora Sharon -sonrío amable.

– Buenas tardes señorita Smith -me devuelve el gesto y yo sigo mi camino hacia mi pasillo favorito.

Los mundos de fantasía me hace creer que viajo por un portal hacia otro mundo. Busco entre los estantes otro libro pues el que estaba leyendo no hace tanto que lo terminé.

Ahora llegué a ese punto en mi vida en el cuál me preguntó que hice en ella pues llegué a la conclusión de que me he leído todos los libros de fantasía.

Sigo buscando esperando estar equivocada con mi veredicto pero solo llegó a la sala “prohibida”, sinceramente no sé que libros podrían “prohibirse”.

Una ráfaga de viento llega de la nada y hace que la puerta que me separa de la zona prohibida se abra un poco, lo que me hace saber que si no está cerrada técnicamente no estaría rompiendo la regla de no ingresar a ella.

Cruzo la puerta y me desilusiono inmediatamente pues creía que aparecería una parte de la biblioteca a lo Bella y la Bestia pero no, encuentro un cuarto oscuro y polvoriento con libros que según lo que toco la tapa es de piel.

Encuentro un libro que me llama la atención, lo abro y lo primero que encuentro es un chico joven que aparenta de mi edad con una característica que llama mi atención desde el inicio y es su cabello de colores Rojo y blanco.

– ¡Señorita Smith! -escucho el semigrito de Sharon lo que hace que cierre inmediatamente el libro- No puede estar en este pasillo y usted más que nadie lo sabe.

– Pero ¿porqué no se pueden leer estos libros? Si solo son libros polvorientos.

– Señorita, estos libros no son lo que aparentan -ríe a lo bajo- se podría decir que cita bien lo de «No juzgues un libro por su portada».

– Por Dios – es lo último que suelto antes de salir de la biblioteca y me dirigirme hacia mi hogar.

– ¿Qué haces aquí?- pregunto al ver al busca pleitos de la escuela esperándome en la entrada de mi casa.

– Auch ¿así es como recibes a tus visitas?- dice con picardía.

– No lo preguntaré de nuevo ¿Qué es. Lo que. Quieres?

No es que suela ser grosera es que este chico nunca me calló bien, sus actitudes y bromas pesadas son “legendarias” por no decir de mal gusto para cualquier ser razonable.

– Creo que tener información de tu interés- suelta por fin.

– ¿Y que puedes saber tu que me interese?

Sonríe y diviso malicia en su mirada lo cual me hace alertarme todo lo posible.

– Cierto amigo tuyo que está cogiendo telarañas en su closet.

Me acerco a el con ganas de propinarle una paliza.

– Tranquila fiera, no le diré a nadie solo sí… haces todas mis trabajos finales pues, como deberás saber, no se me da mucho lo de estudiar.

Lo miro con desconfianza pues no es un precio tan alto. Definitivamente este chico no sabe chantajear.

No es como que yo sepa…

– Acepto, pero tengo algo en cuenta – me acerco hasta quedar a unos centímetros cerca de él – si le llegas a contar siquiera a tu almohada el director sabrá sobre lo esto. No creas que no se tu situación en estos momentos.

– Como sa…- lo interrumpo.

– No eres el único que se entera de cosas.

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