Calumnia

calumnia 3

Capítulo 3

—Mamá, por favor descansa. Anoche tuviste fiebre y esa tos no te dejo dormir nada— la joven trataba de convencer a Ana de que se acostara a descansar.

—Mi reina, no puedo— tosió más. El rostro estaba pálido y sus ojos estaba rodeados por unas ojeras muy profundas— debo trabajar debemos pagar las facturas y…

—Madre, pero si te agravas ¿Crees que así podrás pagar todo?— ella la miro con cariño y preocupación— de verdad si sigues con esa tos vamos el lunes vamos al médico. Quieras o no quieras.

La madre dejo caer los hombros en derrota.

—¡Dios cómo eres de mandona!— dijo la madre al verla tan resuelta a no dejarla trabajar— bueno me acuesto un rato, pero ya sabes tienes mucho cuidado.

—Tranquila madre— dijo la joven mientras se ponía un delantal y se preparaba para abrir la tienda.

El sábado durante todo el día Rosalba estuvo en la tienda vendiendo. Su madre siguió enferma y ella siguió acostada con la promesa de que ella se encargaría de todo. La joven no tenía tiempo ni para arreglarse ni nada que no fuera trabajar.

Sus ojos se abrieron de par en par al ver a Enrique llegar a su tienda. Ella se avergonzó. Estaba toda desarreglada, sus manos sucias por agarrar las hortalizas y las legumbres.

—¿Qué haces aquí?—preguntó con una sonrisa de alegría. A pesar de todo le alegraba verlo ahí, con ella.

—Vine ayudarte— dijo y se colocó un delantal y comenzó a vender— quiero que tengas tiempo para que te arregles para esta noche.

—No sé si pueda ir— dijo con tristeza— mamá está bastante enferma, por eso me hice cargo de la tienda.

El joven la miro y ahora la admiro al ver lo bella que era de corazón.

—Entonces no voy. Si tu no vas yo tampoco— le sonrió— tal vez alguien me quiera atrapar en sus malévolas redes.

Rosalba sabía que sus palabras eran broma, pero también guardaban algo de verdad.

Los dos jóvenes durante todo el día charlaron y cada vez se compenetraban más y más. Haciendo que la nueva relación entre ellos se fortaleciera.

—Me gustas y me gustaría que me dieras una oportunidad— dijo el joven sin rodeos— Que seamos novios.

Ella se sonrojo y sonriendo asintió con la cabeza.

—Me encantaría, pero…—guardo silencio por unos momentos.

Él se acercó a ella y la tomó del mentón y la miró a los ojos.

—Pero ¿Qué? Norsy no me gusta y te aseguro que no tengo a otra chica. Puedes ir a la universidad y verificar mi información o preguntarle a Esteban. Además, ese me arranca la cabeza como te haga daño.

Rosalba estaba feliz y quería creerle.

—Te creo, Enrique y si me gustaría darnos una oportunidad. Pero primero debemos hablar con mi mamá, ella es mi mejor amiga y después a Norsy, le digo que somos novios.

—Si quieres lo podemos hacer juntos— propuso él.

Era tan dulce el momento que la joven estaba eufórica de la alegría y el joven estaba igual de feliz.

—Entonces…— dijo el joven inclinando la cabeza y dando el primer beso a la joven. Su primer beso de amor— a partir de ahora somos novios.

En la noche Norsy la convenció con ayuda de Ana de que Rosalba los acompañara a la fiesta.

Norsy llevaba varios argumentos que ideó durante todo el día para destruir cualquier amistad o lo que hubiera entre Rosalba y Enrique.

—Sabias que Enrique le gustan las mujeres y no las niñas como nosotras— dijo con marcada maldad.

Rosalba no le sorprendió aquel argumento porque ya lo imaginaba. Ella trataría de evitar que Enrique y ella estuvieran juntos. Así que inflo sus pulmones para rebatir lo que Norsy le decía.

—No lo sabía, la verdad es que él apenas tiene veinticinco años y está estudiando— dijo Rosalba sin darse cuenta de que estaba diciendo mucho más de lo que debía— él está pensando en estudiar y acabar su carrera y más adelante tal vez hacer una especialización.

Norsy apretó los puños al oírla. Parecía que hablaba de alguien muy cercano a ella y no de un aparecido.

—¡Vaya no sabía que le sabes la vida!— dijo Norsy con amargura.

Rosalba suspiro profundo y la miro frente a frente.

—Norsy, somos amigas desde el prescolar y necesito hablarte con la verdad— ella suspiro nuevamente y continuo— Enrique y yo nos hicimos novios esta tarde cuando él fue a la tienda ayudarme.

Norsy sintió como si le hubieran dado un golpe seco en el estómago. Abrió la boca, pero igual la cerró y después de pensar simplemente sonrió.

—Él ya hablo con mi mamá y nos dio su bendición— continuo la joven.

—Hasta tu madre está en el asunto. Que rápido se movió el joven— decía con mucha frialdad en su voz. El hecho de que el joven hablara con la madre daba a entender que él iba en serio con lo del noviazgo. Esto la enfureció aún más — Me alegro de que sean novios— dijo con sequedad— espero que sean muy felices.

Norsy se iba a ir pero la mano de Rosalba la detuvo.

—Nor, por favor. Somos amigas, somos como hermanas, ¿Acaso no eres feliz por mí? Sabes mejor que nadie que nunca he tenido novio, y que además no soy bonita. Que Enrique se fije en mi es maravilloso. Los ojos de la joven brillaron con intensidad.—Él me llena de alegría y mi madre está muy contenta, somos felices, por favor, amiga— comenzó a sollozar— podrías simplemente ser feliz porque yo, tu amiga lo soy.

Norsy apretó la boca y tragó el nudo que se le hizo en la garganta, pero su maldad y la envidia cruzó el puente de la amistad.

—Sé feliz— comenzó mientras le miraba la mano que aun la sostenía — mientras dure y puedas.

Rosalba la soltó con tristeza al ver partir a su amiga.

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