Calumnia

calumnia 1

Capítulo 1

Se piensa para hablar y no se habla para pensar; en boca cerrada no entran moscas”.

Esos eran uno de los tantos refranes que decía la abuela de mi abuela. Gracias a esas sabias enseñanzas soy quien soy hoy, porque mi madre también me las enseñó.

Tal vez sea por eso por lo que hoy al ver a Norsy la loca espejo, deambular por las calles y ver su sufrimiento es cuando más agradezco a Dios por darme esa madre que sufrió mucho en la vida, pero me dio lo mejor que tenía en medio de su pobreza.

—Abuelita y ¿Quién es La loca espejo y por qué esta tan fea?

Miro a la mujer que va pasando por el frente de nuestra casa y sonrío a mi hermosa nietecita y acaricio una de sus largas trenzas. La niña se aferra a mi pierna, pues la mujer le atemoriza.

—Tranquila mi amor. Ella no nos va a hacer nada.— le digo a mi nieta Sol Ángel.

La miro y llegan recuerdos dolorosos de aquella época, donde dos grandes amigas son separadas porque ambas se enamoran del mismo hombre.

—Mira cariño vamos donde está tu mamá— tomo la mano de la niña, pero poco a poco me voy perdiendo en el pasado.

PASADO

Rosalba sale corriendo al merecido descanso de la escuela, ella cursa ya décimo grado y solo le falta un año y termina la preparatoria, para luego ingresar a la universidad.

—Por fin— exclama al ver a su mejor amiga ya sentada en la banca del abarrotado patio escolar— menos mal que guardaste el puesto.

—Ja. Claro que si— grita con felicidad.

Norsy y Rosalba tienen la misma edad. Diecisiete años, Norsy cumple en mayo y Rosalba en junio. Ellas se consideran hermanas.

—¿Vamos a ir? – Pregunta Norsy después de morder el pan con mantequilla que trajo para la merienda— los chicos del curso van a ir.

—No sé, porque mi mamá no me quiere dar permiso— dijo apabullada la joven— ella dice que van a venir muchos chicos de otros pueblos a la cumbiamba y que después me voy a enamorisquear— dijo haciendo pucheros— Norsy debes hablar con mamá, ella siempre te cree cuando tu intercedes por mí.

Norsy la miro con arrogancia y sonrío mientras sus ojos negros brillaban.

—Mañana hablo con ella— dijo con una sonrisa en el rostro moreno— tu está tranquila, vamos porque vamos— ambas rieron felices.

Las noches de cumbiambas, era una fiesta donde los diferentes grupos de cumbias de la región se presentaban y mostraban sus bailes y los hermosos vestidos típicos de sus pueblos y comunidades.

Toda la semana, en las noches el parque del pueblo era llenas de tamboras, gaitas, maracas que sonaban alegremente y las caderas de las mujeres se mueven al ritmo de aquella mágica música, mientras los hombres en medio del baile les coquetean y tratan de enamorarlas.

Es un momento memorables para los chicos pues muchos van en busca de la mujer que será la musa para toda la vida.

—¿Sabes quién está en el pueblo?— dice Norsy después de tomar un trago de refresco.

—Hum, no sé. Tú mejor que nadie sabe que no tengo tiempo para nada. De aquí para la tienda y luego a hacer mis deberes escolares— dijo Rosalba algo triste— mamá sigue enferma y me preocupa mucho esa tos. Los medicamentos no le dan ninguna mejoría.

Norsy frunció el ceño al oírle decir esas palabras tan verdaderas.

—Tu mamá es muy valiente— dijo Norsy— en cambio la mía es solo maquillaje y bailes.

Ambas se miraron y rieron de sus vidas.

—¿Quién vino?— preguntó Rosalba.—no dijiste nada.

—Vino Esteban acompañado de un amigo de la universidad— sonrió al ver los ojos brillantes de su amiga.

—¡Vino tu hermano! ¡Qué alegría!— dijo emocionada la joven.

—Vinieron para las fiestas de las cumbiambas— grito Norsy – estoy feliz y su amigo esta guapísimo.

—Hum, te gusta— la codeo – picarona, que tu mamá no se entere porque te manda para un convento— ambas rieron nuevamente.

—Nuestras madres están locas de remate.

El sonido del timbre les anunció a las jóvenes que el descanso había terminado y ambas recogiendo sus pertenecías regresaron a sus respectivos salones.

Después de terminada las clases Rosalba se dirigió a la tienda propiedad de Ana. Ana Pérez, madre soltera y siempre ha sido señalada por ser ligera de casco por haber salido embarazada joven sin casarse. Esto es algo muy deprimente porque su hija se ha visto rodeada de chismorreo y rencillas porque cuando joven se enamoró de la persona equivocada.

Tal vez por eso ella siente algo de recelo de que su única hija salga lastimada, pues no confía ni en los hombres ni en los sentimientos.

—Mamá— comienza la joven en medio de la cena— siempre me vas a dar el permiso para ir a la cumbiamba, por favor.

Ana mira a su hija y es tan parecida a ella. Es poco atractiva a pesar de su juventud. Tiene una boca algo grande y sus cabellos cortos le hacen ver el cuello como una garza. Sonrió al ver los ojos marrones que iluminaban el rostro ovalado.

—¿Tanto quieres ir?— la miraba con amor. –¿Es algún chico en especial?

La joven se sonrojó.

—No mamá, quiero ir a bailar, pero no porque haya algún chico, solo quiero divertirme.

—Sabes que no me gusta que salgas sola— comió algo de alimento y luego tosió con brusquedad.

Rosalba se levantó rápidamente a ayudar a su madre.

—Deberías ir al médico, llevas muchos días con esa tos— dijo la joven al momento de pasarle un poco de agua.

La madre tomó el líquido y la miró con ternura y amor.

—Ya estoy mucho mejor— la hizo sentar— mi amor, prométeme que cuando te enamores sea de manera honesta y que si te llegas acostar con un hombre sea porque lo amas, pero lo más importante es que él te ama a ti.

Ana no quería que su hija viviera lo que ella vivió en el pasado. Una desengaño acompañado por una pesadilla.

La joven la miro a los ojos.

—Madre, tú siempre has sido mi confidente, y te prometo que el día que me acueste con un hombre, tú serás la primera en saberlo. Te lo prometo.

Ana tenía los ojos cristalinos por la emoción de oír a su amada hija.

—Entonces confió plenamente en ti, mi amor y tienes mi permiso para las noches de cumbiambas.

—¡Si!— Gritó emocionada la joven.

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