Breve panorama del pasado prehispánico de Sinaloa.


Parte fundamental de la frontera noroeste de la región mesoamericana, el territorio del actual estado de Sinaloa resulta uno de los más enigmáticos para profundizar más en las interacciones entre los pueblos sedentarios y las tribus seminómadas de Sonora, sobre todo porque también formo parte del corredor comercial que llegaba hasta la zona cultural de Oasisamérica. Lamentablemente, las condiciones sociales, una orografía complicada que dificulta su exploración y sobre todo los serios problemas con el crimen organizado hace imposible para las instituciones de investigación sostener campañas arqueológicas que ayuden a estudiar y preservar los numerosos vestigios que se encuentran, no obstante se han logrado estudiar algunos sitios que por lo menos nos ayudan a obtener algunos datos para poder darnos una idea sobre las dinámicas que vivieron los habitantes prehispánicos.
El territorio sinaloense se caracteriza por ser un territorio irrigado por numerosos ríos que bajan de la sierra y han permitido que existan números campos fértiles que pueden sostener una intensa producción agrícola, como el caso del Valle del Fuerte, así como sus costas que cuentan con islas y números estuarios que con sus recursos lograron que se asentaran los primeros pobladores que dejaron concheros donde podían vivir, muchos de estos aun sin explorar. Los investigadores han dividido al estado en seis regiones arqueológicas, que entre sus vestigios van desde poblados donde vivían los pueblos agricultores, zonas de petrograbados y pinturas rupestres y los concheros, los cuales revelan las diferentes relaciones que mantenían los grupos que se identifican como miembros de la familia yuto-nahua y que pertenecen en una escala mayor a la región cultural del Occidente. Estas son empezando por la costa y de sur a norte Chametla, Piaxtla, Culiacán y Sinaloa-Guasave, en la sierra contamos con Choix-Bandiraguato y Tacuichamona.
Los desarrollos de estas regiones fueron progresivos tanto territorial como culturalmente y fueron avanzando conforme iban avanzando los pueblos sedentarios del Occidente, por lo que tenemos en la cultura Chametla el antecedente de las poblaciones mesoamericanas iniciando a partir del 250 d.C. y que tiene que ver con la interacción con los habitantes prehispánicos de Nayarit, esta se va a mantener vigente hasta el periodo Clásico llegando hasta el 700. A partir de Chametla, los grupos mesoamericanos empiezan a avanzar hacia el norte dando origen a las culturas de Culiacán y Sinaloa-Guasave que inician su desarrollo a partir del 700, pero desde el año 900 hasta el 1200 (aunque esta fecha es arbitraria) el territorio estatal entra en la zona de influencia de la cultura Aztatlán procedente del oeste de Jalisco y Nayarit, la cual llevo al noreste el estilo “Mixteca-Puebla” y que podrían indicar un contacto con las culturas del centro de México, pero descubrimientos recientes pueden cambiar esta idea y nos indican que este estilo nació en Nayarit. A partir del 1200 la cultura Aztatlán pierde su presencia y con ella caen las culturas anteriores, por lo que se desarrollan nuevos desarrollos regionales que viven el cambio de las relaciones entre el sur y norte y serán estas las que les tocan presenciar la llegada de los españoles.
La vinculación que tiene Sinaloa con el Occidente se percibe desde los primeros años de la cultura Chametla, la cual tiene muchas semejanzas con la cultura Capacha de Colima y que fue el antecedente de la tradición de las Tumbas de Tiro, aunque su temporalidad podría complicar una relación entre estas culturas (Capacha termina hacia el 900 a.C.), pero estas similitudes podrían indicarnos que los iniciadores de Chametla tenían una cierta filiación con los antiguos pobladores del Occidente. Uno de los elementos característicos de la cultura Chametla serán los cementerios donde sepultaron los cuerpos en urnas funerarias que fueron investigadas en la década de los 30 por la arqueóloga estadounidense Isabel Kelly, estas fueron acompañadas por figurillas femeninas que pudieron darle una vinculación con el culto a la fertilidad.
Las razones por las que la cultura Aztatlán pudieron tener su interés en expandirse por el territorio sinaloense seria por controlar las rutas comerciales de la sierra que se dirigían hacia el norte, caminos que se llegaban a internar hasta Durango. Una de las razones por las que se discute el fin de la temporalidad de presencia de Aztatlán en Sinaloa se debe a que en algunas regiones como Culiacán su presencia rebasa de los 1200, por lo que tomando en cuenta estos desarrollos culturales lo más correcto es suponer que termino por el 1400. Con la cultura Culiacán es que podemos ver indicios del nacimiento de características urbanas, siendo uno de los principales sitios el de El Palmar, identificado con la población de Navito donde se hizo la primera fundación española de Culiacán.
La frontera norte con las tribus nómadas estaba presente la cultura Guasave, aunque conformaría un desarrollo independiente que la podría alejar tanto de un origen mesoamericano o de los pueblos del suroeste estadounidense, aunque esto no impidió que entraran en la zona de influencia de Aztatlán. Uno de sus máximos exponentes fue el sitio de El Ombligo, que se trata de un montículo artificial donde se encontraron numerosos entierros con ofrendas de cerámica de gran calidad que tenían una clara función religiosa que se constata por la orientación con que fueron montadas, similares elementos también podemos encontrar en otros sitios como Mochicahui o El Opochi. A diferencia de la región Norte de Durango y Zacatecas donde encontramos sitios fortificados para defenderse de las incursiones chichimecas, en el caso de Guasave solo vemos que se trató de una zona de transición entre sedentarios y nómadas, lo que nos habla que hubo una relación cordial entre los pueblos sedentarios con los ancestros de los pueblos yaquis y mayos. Como siempre, el único que nos puede ayudar a seguir descubriendo aspectos de este pasado es el tiempo, esperemos que en un futuro mejoren las condiciones en el estado para que se puedan hacer más campañas de exploración y estudio de sus ancestros.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura
Federico Flores Pérez
Bibliografía: Víctor Joel Santos Ramírez. Las culturas de Sinaloa y el noroeste mesoamericano, del libro Visiones de la arqueología en el siglo XXI. Simposio Román Piña Chan.
Imagen:
Izquierda: Figura de un cacique, El Rosario, Sinaloa, cultura Chametla (350-450 d.C.)
Derecha: Plato con decoración, El Ombligo, Sinaloa, cultura Guasave (Aztatlán) (850/900-1350 d.C.)


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