Amarte hasta mis cenizas (31-33)


Capítulo 31: Ya lo necesitaba.
No habían pasado ni tres horas de que William se fue y mi cuerpo ya lo necesitaba, no sé cómo le haría si algún día me faltase, tal vez no podría, necesitaba de él y espero que él también necesitara de mí. El malestar en mi estómago volvió, eran unas punzadas fuertes, así que solo se me ocurrió recostarme en la cama hasta que pasasen, el dolor era similar a cuando llega la menstruación, pero el doble de fuerte, en mi caso.
—Hijo. —susurré acariciando mi vientre—. Tienes que ser fuerte hasta que papi y yo podamos hablar con tus abuelos y después veremos tu estado. —susurré nuevamente, sentí cómo una lágrima caía por mi mejilla—. Aunque tu ya eres fuerte, porque tus padres lo son. —agregué sonriendo mientras acariciaba lentamente mi barriga.
Llegó mi madre a la habitación, seguramente a reprocharme que seguía acostada, pero no iba a demostrar lo que estaba sintiendo, porque seguramente ni siquiera le importaría, sequé rápidamente aquella lágrima y saqué mi mano de mi barriga rápidamente, no quería causarle intriga con lo que veía, así que me levanté antes de que hablara.
Mensaje Rebecca: William, sentí dolor de nuevo en la barriga. —escribí preocupada, ya era algo habitual y no sabía si era normal durante el embarazo o si, por el contrario, algo estaba mal con nuestro bebé.
Mensaje William: Tenemos que hablar lo antes posible con tus padres para ver cómo está el bebé—. respondió él adjuntando un emoji triste.
Mensaje William: Por lo pronto cuídate y no haz muchos esfuerzos y por favor hazme caso, no quiero que nada le pase ni a nuestro hijo ni a ti. Los amo o las amo. —agregó.
Mensaje Rebecca: Lo sé, amor. Pero ya tengo a mamá detrás de mí a cada segundo… ¿Crees que sospeche algo? —comenté adjuntando un emoji con cara preocupada, no sabía que decir o hacer, no quería decirle sola a mis padres que estaba embarazada, me daba miedo.
Mensaje William: No lo creo amor, tú tranquila, le diremos cuando yo me encuentre contigo, así me aseguro de que no perderán el control contigo. —agregó nuevamente, quería verlo y sentirlo a mi lado nuevamente.
Mensaje Rebecca: Está bien, te avisaré si algo más pasa. —comenté y ya me fui a ver qué es lo que quería mi madre, seguramente quería que fuera a trabajar con ellos esta tarde, pero no estaba segura si iba a poder o no.
—¿Qué sucede? —pregunté mientras la miraba medio nerviosa, aunque esperaba que no se diera cuenta.
—Tal vez iremos a trabajar esta tarde, tienes que ir con nosotros al igual que tus hermanos. —mencionó ella enojada, ni siquiera sabía porque estaba enojada, si no me había hecho nada.
—Está bien. —respondí mientras sonreía de mala gana. Me fui de nuevo a mi habitación y volví a pedirle a mi bebé que resistiera un poco más. Que ya pronto podríamos descansar, cuando se supiera que venía en camino y cuando estuviéramos seguros de qué él o ella estaba completamente bien.
Mi padre ya había llegado y estaba listo para que volviéramos al trabajo, esperaba que nos subiéramos a la camioneta para luego irnos a trabajar, llegando a aquel lugar nos hicieron cargar algunos objetos que pesaban cerca de diez kilos o más, mi abdomen volvió a doler así que dejé de hacerlo, trataba de que no se notara mi malestar y lo encubrí con lo que mi madre llamaba —flojera—.
Días después.
Ya por fin vería a William de nuevo, vendrá a casa y eso significaría que tendríamos que conversar con mis padres de mí no planeado y no tan inesperado embarazo, aunque eso significara desatar una segunda guerra en troya o una tercera guerra mundial aquí en la casa, pero de cualquier forma tenían que saberlo.
Los dolores en mi abdomen aún siguen, cada vez más constantes y no sé si será normal, ya me estoy preocupando más de lo normal, trato de que William se mantenga calmado, pues su temperamento es algo más que inestable, pero es cada vez más imposible hacerlo, parece que a mi novio se le olvida que también es la primera vez que paso por esto y me pregunta cómo si supiera todo lo que estoy experimentando.
Cosa que a veces me hace sentir mal, me duele, porque utiliza palabras hirientes y es que no sabe cómo controlar su temperamento y tampoco cómo las dice.
Mensaje William: Iré a penas salga del trabajo. —comentó él. Yo estaba recostada en la cama esperando que una de esas clavadas que me dan desaparezca, tenía miedo de que algo fuera a pasar, pero tampoco sabía que hacer, tal vez mis padres tomarían peor la noticia si yo les digo del embarazo estando sin William.
Mensaje Rebecca: Creo que yo tengo que ir a trabajar. —respondí su mensaje mientras veía a mi mamá entrar a la habitación.
Mensaje Rebecca: Te prometo que trataré de cuidarme. —agregué dejando el teléfono a un lado, sabía que ella iba a decirme que fuéramos a trabajar, así que me levanté lo mejor posible de la cama evitando demostrar el dolor que me producía hacerlo.
Nauseas, por suerte aún no sufría de ellas, si no me delataría sola.
—Por suerte no eres un traidor, bebé. —susurré mientras iba a ganarme al baño, sonreí por aquel comentario, en verdad que llevar un niño en mi vientre me estaba volviendo otra persona, o al menos eso sentía.
—¿Estás lista? —preguntó mi madre mientras entraba al baño para echar a lavar una ropa, sí, entró mientras estaba sentada en el inodoro, en esta casa no hay ni un poco de privacidad.
—Sí, estoy lista. —respondí, había dejado el teléfono en la habitación y cuando lo tomé en mis manos y encendí, me di cuenta de que tenía una gran cantidad de mensajes de William.
Mensaje William: No tienes que trabajar, estás embarazada amor, piensa en eso.
Mensaje William: Le puede hacer mal a nuestro bebé y sabes muy bien lo que pienso sobre eso.
Mensaje William: Oye, ¿Estás ahí?
Mensaje William: Amor
Mensaje William: Amor
Mensaje William: Hablaremos cuando llegue a la casa y le diremos a tus padres de una vez, no creo que estés siendo así de despreocupada con el embarazo. —toda esa cantidad de mensajes había dejado, el último mensaje me hizo sentir mal, no tenía otra opción, William lo sabía, pero a veces igual solía pasar una línea entre hacer sentirme mal y los consejos que daba.
Mensaje Rebecca: Me cuidaré amor, hablamos en un rato, ya nos iremos. —respondí ignorando aquel nudo en la garganta.
Mensaje Rebecca: Te amo. —escribí, y antes de que se me perdiera la señal me llegó un mensaje de él.
Mensaje William: Mmm bueno. —no dijo nada más, solo eso, sabía que estaba enojado, pero no había nada que pudiera hacer, bueno, al menos que decidiera decirles yo misma a mis padres, pero eso me daba mucho miedo.
Unas horas más tarde.
Íbamos llegando a casa, había tratado de cuidarme lo mejor posible, pero a veces era un poco imposible debido a la presión de mis padres, pero no había sentido tanto malestar esta tarde así que supongo que eso es un poco mejor, por ahora.
El auto de William ya estaba adentro, ya había llegado, solo esperaba que no estuviera tan enojado cómo lo sentía por mensajes, de pronto el teléfono me comenzó a vibrar, todos los mensajes me iban llegando ahora que había tomado la señal.
Mensaje William: Amor ¿Aún no llegas? Estoy preocupado
Mensaje William: Voy llegando. ¿Estás?
Mensaje William: Abre la puerta amor.
Mensaje William: Contesta, por favor.
Mensaje William: Dime algo.
Había escrito, me levanté a abrir la reja de la casa para que el vehículo pudiera pasar y me fui directo a dónde él estaba, apenas me vio, él salió del auto y me sonrió, me acerqué lentamente y él hizo lo mismo, sonreí por su acto, estábamos frente a frente y lo abracé, quería tanto estar entre sus brazos de esta manera y sentir su calor rodear mi cuerpo.
—Te amo. —susurré mientras seguía metida entre sus brazos.
—También te amo. —respondió depositando un tierno beso en mi frente. Amaba tanto a William que no podía imaginar pasar por este momento sin él, ni siquiera el futuro podía pensarlo de alguna manera en la que él no estuviera—. Tenemos que hablar. —agregó provocando que un nudo se formara en mi garganta y que mi cuerpo se erizara completamente.
—Lo sé. —susurré, no era capaz de hablar más fuerte porque sentía que iba a llorar, sabía que era una estupidez, pero que le puedo hacer, el embarazo me ha dejado más sensible de lo normal. Mis ojos se llenaron de lágrimas, supongo que era por lo del embarazo que me había vuelto tan estúpidamente sensible.
—No llores, no empieces con tus cursilerías. —respondió William de una manera totalmente insensible, no lograba conocer a este William, era una persona completamente extraña.
—Vamos a mi habitación. —mencioné mientras me tragaba toda mi tristeza y aquel nudo tan grande que tenía en mi garganta—. Allí podremos conversar mejor. —agregué mientras secaba una lágrima que dolorosamente caía por mi mejilla… dolía porque se suponía que este era un momento de felicidad, debíamos estar más unidos que nunca, pero lo único que estaba logrando era tristeza y lágrimas, nunca me imaginé pasar por esto y de esta forma.
—Vamos. —respondió mientras caminaba a mi lado. Con solo mirarlo me daba cuenta de la distancia que ponía entre nosotros y eso dolía, me estaba sintiendo cómo si alguien estuviera apretando mi corazón y cada vez era más doloroso.
Capítulo 32: No pasará nada, bebé, te lo prometo.
Llegamos a mi habitación, él se recostó a la orilla de la cama y yo traté de recostarme a la otra orilla que colindaba con la pared de la habitación, en el momento en que puse mi rodilla en la cama, una fuerte y dolorosa puntada se hizo presente en mi abdomen bajo.
Me quejé, nunca lo hacía, pero tal vez, ahora que estaba William, esperaba un poco de atención de su parte, mimos, caricias, besos, seguridad, pero no pasó, ni siquiera abrió sus ojos para observarme, así que solo me dediqué a terminar de recostarme y le di la espalda.
Cómo siempre lo hacía, tomé uno de sus brazos para que pudiera abrazarme, pero tampoco logré mi cometido, él no quería hacerlo y me lo hizo notar poniendo resistencia en sus brazos, no quise forzarlo más, porque mi vientre aún dolía, y parecía que a él no le estaba importando ni un poco.
—Tranquilo bebé. —susurré para mí, nadie pudo oírlo—. Tú papá te ama, es solo que está molesto conmigo. —agregué mientras las lágrimas caían por mis mejillas, no supe cuándo ni cómo, pero mi cuerpo se encontraba temblando por la forma en que lloraba y mi vientre seguía doliendo—. Bebé no pasará nada, te lo prometo. —susurré nuevamente.
Seguí así por al menos una hora, entre lágrimas y lamentos, pero no parecía importarle, es más, parecía haberse dormido, William se estaba transformando en otra persona cuando se molestaba y eso me daba miedo, temía perderlo y en alguno de sus arrebatos eso era posible.
Mi vientre dolía cómo nunca, las puntadas se hacían muy presentes, pero no sabía si era normal o no, y yo seguía llorando, creo que ya tenía mis ojos hinchados por la forma en la que lloraba, de pronto, sin que lo esperase, sus brazos se fueron rodeando mi cintura lentamente.
—No llores amor, tranquila. —susurró. William había despertado y yo sentí el calor de su abrazo, cómo necesitaba de eso, por un momento dejé de sentirme sola y volvía a estar acompañada.
—Duele. —susurré en respuesta y secando mis lágrimas. Acarició mi vientre en respuesta y yo sonreí por aquel hecho, me sentía mejor, menos triste y más acompañada que hace una hora, y eso solo demostraba una cosa, necesitaba de él, me hacía mucha falta.
—Hijo, te castigaré por hacer sufrir a mami. —susurró mientras su mano aún seguía en mi vientre, acariciándolo. Cómo no enamorarme de él, si con tan solo sentir el calor que me daba su cuerpo, sus manos, su ser, sentía que mi mundo empezaría y terminaría con él, con nuestro bebé.
—Tal vez sea una niña. —respondí con una media sonrisa en mi rostro, mi vientre ya no dolía tanto, ahora era una pequeña molestia, tal vez el sentir a su padre le brindaba tranquilidad cómo a mí. Él me miró serio, sabía que prefería que fuera niño, aunque también sabía que daría cualquier cosa por ella si fuera necesario y en el caso de que fuera niña.
—Será un niño, amor. —dijo mientras me abrazaba más fuerte dejando todo su cuerpo pegado al mío, amaba a William con todo mi ser y esperaba que él también me amara con la misma intensidad cómo solía decir.
—A mí no me importa si es niño o niña, será nuestro bebé y fruto de nuestro amor. —respondí mientras me daba vuelta con cuidado para quedar frente a él y poder mirarle sus ojos que tanto me enamoraban, eran tan penetrante que parecía que pudiera ver más allá de los míos y recorrer cada parte de mí, tal y cómo lo hacía cuando estábamos en la intimidad.
—Te amo. —susurró mientras acercaba sus labios a los míos, yo hice lo mismo tratando de besarlo, pero cada vez que lo intentaba el corría su rostro y sonreía con ello, cómo si lo hiciera de gusto, me separé un poco de él y con sus brazos volvió a acercarme para poder besarme, comenzó siendo un beso tierno que muy rápido subió de intensidad.
—También te amo, William, eres el amor de mi vida. —respondí mientras sonreía entre nuestro beso, un gemido se me escapó cuando sentí su mano rozar con mi entrepierna, y es que estaba bajando de manera lenta y excitante, sabía perfectamente lo que estaba haciendo.
—Te amo. —volvió a susurrar—. Quiero hacerte el amor. —agregó mientras se levantaba de la cama e iba a cerrar la puerta con llave, lo bueno, es que mis hermanos a esta hora estaban cada uno en su habitación jugando quien sabe qué y mis padres estaban trabajando.
—Yo también quiero ser tuya. —susurré mientras me dejaba convencer por sus labios que iban y venían de mis labios a mi cuello.
Una de sus manos se fue a uno de mis senos para sujetarlo y apretarlo, soltó mi sujetador con gran habilidad, cómo solo él sabía hacerlo, me levanté un poco para sacar mi polera y darles mejor acceso a mis senos, no podía pensar en lo horrible que era mi cuerpo, mi mente estaba nublada por la excitación que sentía en ese momento.
Me hizo recostar en la cama y se posicionó en mi entrepierna, sonreí por ello, frotó su miembro con mi vagina en muchas ocasiones provocando que esa sensible parte de mi cuerpo se humedeciera con gran facilidad.
Comenzó a bajar mi pantalón y ropa interior, así que levanté mi cadera y glúteos para que pudiera hacerlo de mejor manera, sonreí cuando una de sus manos comenzó a subir lentamente por mi pierna hasta llegar a mi vagina y acariciarla, cerré mis piernas por la excitación, pero él las abrió abruptamente provocando que un gemido saliera de mi boca.
Puso su cabeza entre mis piernas y comenzó a lamer expertamente mi clítoris, mis gemidos iban y venían, tapaba mi boca para que no me escucharan mis hermanos, pero a veces era imposible, sabía que estaba a punto de llegar a mi preciado orgasmo, mi cuerpo temblaba y él lo notaba.
Se levantó mientras sonreía.
—¿Te gusta? —preguntó a lo que yo asentí. Se levantó mientras quitaba su polera y sus pantalones, se posicionó en mi entrepierna, justo en la entrada de mi vagina y entró en ella completamente provocando que me aferrara a sus hombros, sentía que iba a desfallecer entre sus brazos, pero me encantaba la sensación que me producía.
—Te amo. —gemí mientras sus embestidas constantes y profundas se volvían cada vez más rápidas, más intensas, provocando que un calor en mi vientre creciera cada vez más—. Quiero estar arriba. —susurré mientras saboreaba sus labios.
Él sonrió y se acomodó en la cama para que pudiera posicionarme encima de él, tomó su miembro con una mano y con la otra tomó mi cintura, William quería lo mismo que yo, disfrutar de nuestros cuerpos y de nuestro amor.
Me senté lentamente sobre su miembro provocando que un gemido escapara de mi boca y que miles de sensaciones llenaran mi cuerpo con corrientes electrizantes que bajaban y subían de mi espalda hasta la punta de mis dedos.
Me movía tal y cómo me indicaba, al ritmo que sus manos estipulaban en mis caderas, mis gemidos solo eran silenciados con sus labios, me sentía tan excitada que sólo quería más y más rápido. William puso sus manos en mi trasero y gemía, cosa que me encantaba.
—Me encanta escucharte gemir. —susurré mientras subía y bajaba mi cuerpo, era yo quien tenía el control ahora y eso, en cierta forma, me estaba encantando—. Te amo. —gemí obteniendo mi orgasmo, pero él, al parecer, quería más.
Terminé recostándome en la cama y él metiéndose entre mis piernas nuevamente entró en mí, esta vez se sentía diferente, tal vez porque ya había llegado a mi orgasmo, mi interior se sentía incómodo, pero rápidamente volvió a humedecerse, y yo… yo seguía disfrutando de las embestidas que me proporcionaba, cada vez eran más rápidas hasta que ambos llegamos a nuestro orgasmo.
—T—te am—mo. —dije entrecortadamente, mi respiración era muy rápida, al igual que la de él.
—También te amo. —mencionó dejando un beso en mi frente—. No estoy seguro si debemos hacer esto ahora. —agregó—. Así. —dijo refiriéndose a la intensidad con la que lo habíamos hecho.
—No me siento mal amor, no te preocupes por eso ahora, tenemos que hablarles a mis padres del bebé. —mencioné mientras llevaba una de mis manos a mi barriga, él sabía lo que teníamos que hacer, pero parecía incomodarle la idea de hacerlo—. William, tienes que ser tú. —respondí mientras lo miraba fijamente.
—Lo sé, no te preocupes. —respondió mientras me miraba con algo que no reconocía en sus ojos, pero de igual forma sonreí esperando que no fuera nada grave. Él respondió a mi sonrisa con otra y me abrazó, ya teníamos que vestirnos, no podíamos arriesgarnos a que nos encontraran así—. Te ves hermosa. —agregó mientras me miraba con una tierna sonrisa en su rostro.
—Espero que pienses de esa misma manera en unos meses más cuando me empiece a inflar. —respondí sonriendo burlescamente.
—Serás mi gordita hermosa y la madre de mi hijo. —agregó mientras se levantaba completamente desnudo dejándome verlo, sonreí mientras mis mejillas se sonrojaban, se posicionó frente a mí y con sus manos acarició mis mejillas.
Capítulo 33: Sus caricias me vuelven adicta a él.
Ambos nos vestimos y salimos de la habitación antes de que mis padres aparecieran y nos reclamasen por lo que estábamos haciendo, sin darse cuenta que hace semanas no hay nada que hacer con ello. Terminamos ganándonos en la sala para ver una película, no podía ser de terror porque a William no le gustaba ver ese tipo de películas de día, que cosas no, a mí me gustaba verlas a cualquier tipo de hora.
Digamos que tenía un trauma con ver series de criminología y películas de terror, claro que igualmente veía otras tramas, pero estas eran mis preferidas.
Era verano, la época que parece un infierno de calor a mi parecer, pero, aun así, William siempre insistía en que hacía frío y que trajera una manta, nunca supe de sus segundas intenciones hasta que lo hice la primera vez, pero ahora, sabía perfectamente lo que él quería y digamos que yo también lo deseaba.
Y es que, con mi embarazo, mis hormonas están vueltas locas, mucho más de lo normal.
Llegaron mis padres y también unos amigos de la familia, hoy iban a celebrar el cumpleaños de una tía, digamos que casi siempre todo se celebraba en nuestro hogar, siempre ha sido más espacioso, William y yo salimos a compartir con mi familia y demás, luego, cuando todos estaban distraídos, entramos a la casa nuevamente, ya que se encontraban en el patio.
Nos recostamos en mi cama, él me abrazó de cucharita, pero me volteé rápidamente para sentir sus labios besar los míos y es que ese era mi mayor placer, sentir sus labios, sentir cómo la lujuria se apoderaba de nuestros cuerpos cada que nos besábamos.
—Te amo, William. —susurré casi sin aliento, nos habíamos separados por la falta de este, pero sin duda seguía teniendo ganas de más—. Te amo demasiado, nunca lo olvides. —agregué nuevamente sonriendo sobre sus labios.
—Y yo te amo a ti. —respondió William besando mi frente, recorriendo mi rostro hasta que besó nuevamente mis labios, cómo lo pensaba, rápidamente subió de intensidad, mis manos se fueron a sus hombros y a su cabello para entrelazarlo con mis dedos, me encantaba estar así con William, su mano se fue directo a mi pantalón y no pude evitar gemir cuando rozó en mi entrepierna—. Que excitante escucharte gemir por y para mí. —agregó sonriendo y subiéndose sobre mí sin causarme daño alguno.
Sus manos, siempre tan expertas en la materia de cómo acariciarme, de saber el punto exacto en donde tocar, recorrían mi entrepierna casi de memoria, luego mi abdomen, seguido mis senos, provocando que mi cuerpo tuviera espasmos y pequeños gemidos escaparan de mi boca sin poder evitarlo, todo debido a la excitación que estaba apoderándose cada vez más de mi cuerpo, de cada parte de mí.
William siempre tendrá aquel poder sobre mí.
—Me encantas. —mencioné mientras sonreía y desabotonaba su pantalón y es que tenía una desesperación con tenerlo dentro de mí, no sé si era por el embarazo o si solo era la lujuria y deseo que siempre nos hemos tenido.
—Te haré el amor una y otra vez hasta saciar nuestros más profundos deseos. —susurró mordiendo una parte de mi oreja—. Te amo mi amor, me vuelves completamente loco. —mencionó nuevamente. Sonreí por su comentario, deseaba que lo hiciera, pero no sabía si tendríamos la suficiente privacidad para lograrlo, aunque en este momento nada me importaba.
—Te amo más. —respondí abalanzándome mis labios a los suyos para besarlo apasionadamente—. Quiero ser tuya amor, ahora ya. —agregué mientras sonreía y mis mejillas enrojecían producto del calor que emanaban nuestros cuerpos.
—No sabes lo mucho que me enciendes, princesa. —agregó mientras ahora era él quien desabotonaba mi pantalón y bajaba lentamente mi pantalón. Se ganó nuevamente entre mis piernas, estaba nerviosa por lo que haríamos, cómo si hubiese sido la primera vez que lo hacíamos, amaba a William y estaba segura de que él también me amaba.
—Ah. —gemí cuando sentí cómo se adentraba en mi interior y seguía deslizándose en mí una y otra vez, sus manos se aferraron a mis hombros mientras me embestía con mucha más fuerza provocando que mi cuerpo temblara debajo del suyo—. Te amo. —dije sonriendo mientras me perdía en el placer de sus embestidas.
—A—ah, ah. —gimió él mientras entraba en mí más fuerte, adentro, afuera, adentro, afuera, una y otra vez, hice lo mismo hasta que ambos llegamos a nuestro orgasmo que sellamos con un tierno beso, unimos nuestros labios por varios segundos, y él finalizó con un beso en mi frente.
Era tan tierno, que no podía evitar cerrar los ojos cada que me besaba.
Nos arropamos con una manta, permanecíamos desnudos de nuestra cadera hacía abajo, pero no nos importaba, me acomodé dándole la espalda, luego él me abrazó con fuerza, pero sin lastimarme, entregándome todo el calor que siempre estaba acostumbrado a entregarme.
William comenzó a dejar besos en mi nuca, mi cuerpo se estremeció, sus caricias se dirigían a la silueta de mi cuerpo, me hacía sentir tan hermosa y deseada que un gemido se escapó de mi garganta.
—Amor. — susurré sonriendo, volteando y besando sus labios—. ¿Qué haces? —agregué sobre sus labios y es que, en momentos como este, siempre me esquivaba, provocando que la calentura entre nosotros siempre aumentara.
—Quiero hacerte mía nuevamente. —susurró con aquel tono tan sensual que tanto me encantaba—. Pero ahora tú arriba. —agregó sonriendo y besando mis labios, con aquel deseo y calentura a la que ya estaba acostumbrada.
—Um, quiero. —respondí sonriendo. William se acomodó en la cama para que pudiera subirme encima de él, nos besamos, su miembro estaba justo en la entrada de mi zona intima, bajé rápidamente provocando un gemido de satisfacción de su parte, me encantaba escucharlo.
Seguí moviéndome arriba y luego abajo, varías veces, podía ver los gestos de excitación de William, lo que me provocaba solo seguir aumentando mi ritmo y es qué, en este punto, yo ya había perdido completamente la cordura.
—No tan rápido amor. Recuerda que estás embarazada. —mencionó William sonriendo y echando su cabeza hasta atrás cuando comencé a moverme en círculos sobre él.
Ambos terminamos con un orgasmo donde quedamos completamente exhaustos, temblando debido al enorme placer que habíamos experimentado.
—Te amo. —dije mientras ambos terminábamos de vestirnos y ordenar nuestra ropa, no podía creer que acabábamos de hacer el amor dos veces seguidas en mi hogar, sin que nos importara que alguien entrara en la habitación o que alguien nos escuchara gemir, o simplemente oír el choque de nuestros cuerpos.
—Te amo más. —mencionó tomándome de la cintura y acercándome a él para besarme nuevamente en los labios, un beso dulce y lleno de ternura que hacía que mi corazón quisiera salir de mi pecho infinidad de veces.
Salimos para compartir con mi familia una vez nuestras respiraciones volvieron a la normalidad y que el calor en mis mejillas había desaparecido, William aún se sentía medio incomodo con la idea de tener que contarles a mis padres que estaba embarazada, pero pronto saldríamos de ello y estaba segura de que se acostumbraría tanto a mi familia que seríamos felices con la idea de pasar tiempo aquí.
Y es que, una de las cosas que más quería era poder pasar una vida a su lado, criando a nuestro hijo y a los que vengan, pero no quería estar dividida entre él y mi familia, simplemente no creo que lo soportaría.
Mis primos le ofrecieron una cerveza, al inicio él se negó a recibirla, como siempre lo hacía, pero mis primos tenían una especie de habilidad para convencer a las personas, tanto así, que de la insistencia ejercida que terminó accedió, me preguntaba si solo sería una o si habría más, aunque eso no era muy de mi incumbencia, él podía tomar sus propias decisiones.
—William, iré al baño, vuelvo enseguida. —susurré mientras me levantaba de la silla para ir a la casa, no sin antes depositar un tierno beso en sus labios—. Recuerda que tendremos que decirle del embarazo a mis padres. —susurré en su oreja luego de darle aquel beso, él tragó saliva, sabía que era difícil, pero teníamos que hacerlo.
—Lo sé amor, no te preocupes. —mencionó mientras ambos sonreíamos con aquel beso que nos dimos, solo esperaba una cosa, que todo resultase lo mejor posible.
Me fui al baño para poder hacer mis necesidades y en cierta manera poder asearme un poco, ya eran más de dos veces que hacíamos el amor en el mismo día y eso provocaba que el cuerpo sudara.
—¿Cómo vas? —le escribí a William mientras me arreglaba la ropa, esperando que me respondiera, aunque tal vez no lo haría, después de todo estábamos a unos pasos.
—Bien, ya te extraño. —respondió a los segundos después de ver mis mensajes. Sonreí y caminé hasta donde estaba él.
Pasaron horas, luego esperamos a que todos se marcharan para poder hablar en primera instancia con mi padre, esperaba de verdad que entendiera que estábamos en esta situación no solo por una calentura del momento, si no que el amor entre nosotros era mucho mayor y que nuestro deseo era vivir una vida juntos.
Nos sentamos en una banqueta que había afuera de la cocina, esperábamos a que mi padre se diera cuenta de nuestra presencia, William y yo nos miramos una y otra vez, temerosos, inquietos, indecisos, pero no podíamos esperar más, ambos necesitábamos saber el estado de nuestro bebé.
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