Amarte hasta mis cenizas (28-30)


Capítulo 28: Es mi culpa.
—¿Vendrá William? —preguntó mi padre, íbamos camino al trabajo de él.
—Después de que salga del trabajo. —respondí, seguramente quería que nos fuera a ayudar con el trabajo—. Le dije que si no estábamos en la casa se viniera acá. —agregué después de algunos segundos.
—Bueno. —respondió—. ¿Cómo le va en el trabajo? —preguntó, seguro quería preguntar algo de William, pero no estaba segura.
—Bien. —respondí—. Le hicieron contrato este mes. —agregué nuevamente. Mi padre asintió, no era muy expresivo, pero aquel gesto quería decir un “Qué bueno”.
—Me alegro por él. —mencionó—. Me cae bien ese muchacho. —agregó—. Pero pareciera que tiene poco apoyo por parte de su familia. —agregó. Tal vez mi padre tenía razón, su familia no era tan unida, pero debido a la forma de ser de William era un poco difícil que sus padres pudieran acercarse para ayudarlo o hacerle entender algunas cosas.
—Sí. —respondí, esta conversación se estaba volviendo muy incómoda, sobre todo porque le estaba ocultando información a mi padre, y sabía que, si en realidad estaba embarazada, él se decepcionaría mucho, porque demasiadas veces me advirtió esto, que me cuidara y que no quedara embarazada.
Le hablé a William, pero parecía que no estaba teniendo un buen día, de hecho, desde la mañana le están molestando algunas cosas.
Mensaje Rebecca: Amor. —le dije, íbamos de camino al trabajo mientras esperaba su mensaje.
Mensaje William: Dime. —respondió de una manera cortante que causó un cosquilleo en mi pecho que se sintió muy feo, sin contar que mis ojos rápidamente se llenaron de lágrimas…
Mensaje Rebecca: ¿Qué pasaría si estoy embarazada? —pregunté esperando una buena respuesta de su parte.
Mensaje William: Nada. —respondió. Definitivamente estaba enojado.
Mensaje Rebecca: ¿Crees que sería mi culpa? —pregunté tratando de que me diera tranquilidad, pero su manía de ser me otorgó todo lo contrario, no estaba pasando por un buen día.
Mensaje William: Te dije que no me gustaba usar condón y dijiste que tú te cuidarías. —fue lo único que dijo, sus palabras golpearon en lo más profundo de mi pecho, dolía cómo si me hubieran clavado un puñal en este y no pude hacer mucho más, sentía dolor y decepción.
Mensaje Rebecca: Bueno amor. —respondí, en mi garganta se había formado un nudo que intenté pasar, pero no pude, mis ojos se llenaron de lágrimas y me dirigí al baño para esperar algún tiempo. Me sentía demasiado mal cómo para responderle otra cosa que no fuera eso. Me dejé llevar por lo que sentía, giré mi cabeza hacía la ventana y sonreí mientras dejaba que algunas lágrimas cayeran por mis mejillas hasta caerse en mi polera.
Han pasado varias horas y por fin podemos irnos a nuestra casa a descansar, es bastante agotador estar todo un día de pie y al sol, pero, de alguna forma, era la manera que tenían nuestros padres para decirnos que fuéramos algo más en la vida, cosa que me hacía pensar aún más en la situación en la que estaba.
Solo una cosa estaba segura en mi mente hasta ahora, él me culparía si es que llegase a estar embarazada y es que, a pesar de su respuesta, no lo creo, el hombre que conozco nunca podría hacerme esto.
Mensaje William: Voy de camino amor. —escribió William hace poco más de veinte minutos, supongo que se le habían olvidado las palabras que me había dicho hace poco, pero no importaba, tenía un mal día, o eso pensaba.
Mensaje Rebecca: Cuídate, te esperaré. —respondí mientras preparaba mi ropa para darme una merecida y caliente ducha.
Cuando salí del baño, William venía llegando a casa, de hecho, recién salía del auto, salí de la casa para ir a buscarlo y poder abrazarlo, era cómo si las palabras que me había dicho hace poco se me hubieran olvidado, igual que a él.
—Te amo. —susurró en mi oído—. Traje la cosa para que te la hagas otra vez. —agregó y supe que se refería a la prueba de embarazo.
—Está bien. También te amo. —comenté mientras lo abrazaba y dejaba mi cabeza en su pecho.
Él correspondió a mi abrazo y luego bajó sus manos hasta mi trasero, William en verdad no tenía remedio, no desperdiciaba oportunidad para hacer este tipo de cosas. Sonreí y luego me separé de él para que sacara sus manos de mi trasero, no quería que alguien nos viera, digo… llevamos cerca de cinco meses juntos, pero a mis padres no le gustan algunas acciones.
—William, ¡Basta! —respondí cuando volvía a manosear mi trasero cuando caminábamos hacía la casa, de verdad se estaba pasando, pero estaba consiguiendo su propósito, le di comida y nos fuimos a recostar en la cama donde él siempre duerme, tal vez mis padres se hubieran enojado, pero solo estábamos con mis hermanos, a ellos se les había presentado un viaje a San Javier.
Me senté encima de él frotando nuestras entre piernas, sentía su miembro ponerse más duro a cada segundo, cosa que hacía que mi vagina se humedeciera a cada segundo, el hacía muecas de placer, parecía que le gustaba lo que estaba haciendo, pero yo quería más, quería sentirlo dentro de mí, quería que hiciéramos el amor.
Pareciese que mis hormonas tuvieran el control de todo lo que pasaba, porque en mi cabeza seguían rebotando las palabras que me había dicho antes y a él parecía no importarle si se disculpaba o no, sin embargo, aquí estaba, deseosa por sentirlo dentro de mí y que me hiciera gritar su nombre de placer, en el sentido figurado, casi siempre me tapaba la boca para que no nos escuchasen.
—William, te amo. —susurré entre sus labios cuando me agachaba para besarlos—. Te amo demasiado. —volví a mencionar.
—Y yo te amo a ti. —mencionó mientras de un movimiento quedaba debajo de él—. Quiero hacerte el amor. —agregó y yo sonreí mientras llevaba su cabeza hacía la mía para poder besar sus labios de una manera muy apasionada y es que yo también deseaba ser suya, que me hiciera el amor de las mil y una manera en la que sabía hacerlo.
Sus manos se colaron por mi polera hasta mis senos y los apretó con fuerza, le gustaba jugar y pellizcar mis pezones cosa que a mí me gustaba y excitaba, William sabía perfectamente cómo encenderme.
—Te amo. —susurró mientras tomaba mi pelo entre sus manos y lo jalaba provocando que un gemido se escapara de mi boca, ni siquiera sabía que estas cosas me gustaban hasta ahora, es más, fantaseaba de las mil maneras en las que quería que me hiciera el amor.
—Te amo mucho más. —mencioné, mis manos se fueron a su pantalón mientras lo desabotonaba para que su miembro quedara más expuesto, no sé qué me pasaba, pero mis ganas de ser suya eran muchas, mi cuerpo parecía estar encendido y quería que apagara todo ese fuego que llevaba dentro de mí.
Él jaló de mi pantalón y yo levanté mis caderas para que pudiera sacarlo con mayor facilidad, su mano se coló por mi ropa interior y lentamente comenzó a acariciarme esa zona tan sensible, masajeaba mi clítoris en círculos provocando que la humedad en mi vagina fuera en aumento, mi cuerpo ya parecía temblar con cada círculo que él hacía.
—Quiero más. —pedí y podía ver la sonrisa maliciosa en su rostro—. Quiero más. —repetí provocando que él llevara sus dedos, empapados con mis fluidos, a mi boca, y yo respondí a su acto dejando que los introdujera, es más, pasaba mi lengua por ellos de una manera un tanto sensual, ni siquiera sabía que tendría la personalidad para hacer ese tipo de cosas.
—Me encantas y me prendes, amor. —respondió y yo lo besé—. Me encanta tu sabor. —mencionó después de terminar aquel beso por falta de aire—. Gánate en cuatro. —agregó nuevamente.
Me posicioné en la forma que me dijo y separé mis piernas para que tuviera mejor acceso, bajó mi ropa interior y entró en mi completamente, gemí al sentirlo dentro de mí de una manera tan inesperada, gemí más mientras entraba en mí cada vez más rápido y fuerte, todo mi interior parecía aceptarlo completamente.
—No gimas tan fuerte, tus hermanos nos escucharán. —comentó él. Sonreí.
—Es lo que provocas amor. —respondí entre jadeos mientras él seguía embistiéndome con fuerza, llegando hasta lo más profundo de mi interior—. Te amo, te amo. —gemí una y otra vez, enserio que este hombre me hacía perder la cabeza en muchas formas distintas.
—Me voy a venir. —gimió él y sentí cómo sus estocadas eran aún más fuertes y rápidas. Gemí con él, mi cuerpo se sentía cansado y tembloroso, estaba por venirme junto con él.
—Yo igual amor. —respondí y cuando él por fin lo logró, en una estocada profunda se quedó en mi interior unos segundos, y luego nos recostamos tapados en la cama para poder quedar unos minutos más juntos y desnudos.
A la hora después escuchamos un auto y tuvimos que levantarnos rápidamente, porque eran mis padres y no podían encontrarnos así cómo estábamos.
Comimos por la noche y a cada uno se fue a su cama para dormir, pero nos quedamos hablando por teléfono un rato.
Mensaje Rebecca: Mañana a primera hora me hago la prueba. —le escribí.
Mensaje William: Está bien, pregúntale a mi mamá si no sabes. —respondió.
Mensaje William: Te amo, descansa. —agregó después de algunos segundos.
Mensaje Rebecca: También te amo, descansa y sueña bonito. —escribí nuevamente.
Capítulo 29: ¿Dónde está la prueba?
Me levanté temprano en la mañana, no alcanzaban a ser las ocho, abrí el cajón de mi mesita de noche y saqué la caja que guardaba aquella prueba de embarazo que tanto miedo me daba, ¿Qué tal si salía positivo? ¿O sí salía negativo? La verdad no sé cómo tomaría cualquiera de las dos opciones, está última semana me he hecho a la idea de que estoy embarazada y aunque suene algo estúpido, ya empecé a hablarle a mi barriga por las noches.
Me levanté al baño sin hacer tanto ruido, no quería que mis padres se dieran cuenta, por obvias razones, leí las instrucciones y luego hice paso a paso lo que están decían. Cuando ya había cumplido con todo, tomé la prueba y me fui a la habitación a esperar que se cumplieran los eternos cinco minutos donde se arrojaría el resultado final.
—Amor, despierta…. —le escribí, esperé hasta después de varios minutos—. Ya me hice la prueba. —volví a mencionar, de verdad quería que viniera y estuviera conmigo mientras veíamos el resultado, que obviamente ya estaba listo.
Los minutos pasaban y él nada que despertaba, lo mismo con mis padres, nadie despertaba en la casa, así que decidí ir yo misma a dónde estaba William, pero no sin antes revisar el resultado de la prueba que me había hecho, lo saqué de la mesita de noche y cómo lo esperaba, creo, estaba positivo, lo miré más de una vez, pero estaba más que claro, ya no había dudas.
Sentía una mezcla de felicidad y tristeza, me sentía orgullosa, pero a la vez indecisa, creo que fueron muchos sentimientos que asimilar, pero todo iba a estar bien, contaba con el apoyo y amor de William y sabía que estaría conmigo hasta el final, creo que ya soñaba con formar una familia a su lado.
Salí de la casa y fui a la habitación donde dormía él, ya que se encontraba separada de dónde nosotros dormíamos y colindaba con la cocina. Me fui directo a su cama, en las mañanas hace frío y yo ya estaba empalada, me gané entre las sábanas él estaba profundamente dormido, pero yo estaba tan emocionada por contarle que íbamos a ser padres que no me aguanté las ganas de despertarlo.
—¿Qué pasa? —preguntó él con una voz soñolienta—. Mmm. —volvió a mencionar.
—Me hice la prueba. —mencioné, él se estiró para poder estar usando de buena manera sus cinco sentidos—. Em, salió positivo, ¡Seremos padres! —agregué alegremente.
—¿Enserio? —dijo en un tono de duda—. ¿Dónde está la prueba? —agregó, no sé si fue su intención decirlo de esa manera, pero yo sentí que estaba dudando de mis palabras, eso no salió cómo me lo esperaba, de hecho, esperaba que sonriera y me abrazara con fuerza, que me dijera lo mucho que me amaba y que esperaría con ansias a nuestro pequeño bebé.
—Lo dejé en la habitación. —respondí con la voz un poco temblorosa, mis ojos se habían llenado de lágrimas por la tristeza que me embargaba rápidamente.
—Anda a buscarla, debiste traerla contigo. —ordenó y yo obedecí, fui a mi habitación a buscar la prueba mientras por mis mejillas caía un par de lágrimas.
Saqué la prueba de la mesita de noche, mientras que trataba de reponerme de sus palabras, aunque tal vez, solo era yo quien lo había tomado mal. Salí de la casa y le llevé la prueba a la cama para que comprobara de una vez lo que le decía, pero yo no pude quedarme con él, no me sentía bien todavía, me dolía el hecho de que en cierta forma había desconfiado.
Terminé sentándome en una silla de la cocina mientras dejaba que algunas lágrimas cayeran por mis mejillas de manera espontánea, no podía controlarlo.
—¿Qué haces allá? —escuché mencionar a William, cómo si no lo supiera, estaba aquí para que pudiera corroborar solo lo que yo ya sabía.
—¿Viste la prueba? —respondí con otra pregunta, mi voz aún era temblorosa, pero no sabía cómo más actuar, después de todo el nudo en mi garganta seguía estando allí.
—Sí, ven, por favor. —respondió después de algunos segundos. Fui hasta él y me acosté en la cama, me arropé, porque, aunque no quisiera aceptarlo, estaba jodidamente helada y necesitaba su calor para sentirme mejor—. ¿Qué sucede? —preguntó.
—Fue cómo si lo hubieses dudado cuando lo dije. —admití—. Pensé que iba a ser distinto. —agregué.
—Perdón amor. —respondió—. Ya sabes que despierto medio irritable, pero si creía en ti, perdóname, ¿Sí? —agregó, no sé si trataba de manipularme, pero le creí y dejé que me abrazase y besase, cómo siempre que pasaba este tipo de situaciones.
—¿Lo dices enserio? —pregunté mientras me acomodaba entre sus brazos, necesitaba sentir su calor, él ponía su mano por debajo de mi cabeza y yo ponía su otra mano pasando por mi cintura para que hiciéramos la posición que más nos acomodaba, de cucharita.
—Claro que sí, amor, enserio discúlpame, no quería que te sintieras así, es solo que… —se quedó pensativo y mejor no quiso responder.
—¿Qué cosa? —mencioné mientras hacía que me abrazara más fuerte, sentía nervios de lo que diría, a veces nunca sabía lo que quería decir.
—Que siempre quise ser padre, pero cuando lo intentaba solo eran falsas alarmas y solo terminaba ilusionándome. —mencionó—. Y no es cómo que a mis ex’s parejas les importara mucho ser madres. —agregó, me incomodé con la mención que hacía acerca de las otras mujeres con las que estuvo.
—Pero yo no soy cómo las demás, creo. —respondí. Él me abrazó más fuerte y una de sus manos se fue a mi estómago.
—Claro que no, amor. —susurró—. Ven, date vuelta. —agregó, me di la vuelta y quedé justo enfrente de él, nuestras miradas se juntaron y sonreí, él también sonrió y mis mejillas se enrojecieron. William decidió mandarle una foto de la prueba a su madre, que en apenas unos minutos lo llamó para preguntar si era real o no.
—Entonces… ¿Estás feliz porque seremos padres? —mencioné mientras me acercaba a su pecho para recibir aún más calor del que ya estaba recibiendo.
—Sí, mi vida. Demasiado feliz, me ha vuelto el hombre más feliz, y enserio, discúlpame por no ser tan expresivo cómo te gustaría, pero esta es la mejor noticia que podrías darme. —comentó mientras acercaba sus labios a los míos y los besaba fervientemente, sabía en qué terminaríamos, haríamos el amor cómo siempre lo hacíamos.
—Te amo. —susurré entre sus labios mientras escapaba de ellos en busca de aire, nuestros cuerpos escurridizos se controlaban por un deseo más allá de lo considerado normal, estaban deseosos de poder unirse, de amarse cómo siempre lo hacían, dejándonos devorar por el otro, sintiendo cada parte del otro, queriéndonos cómo solo nosotros sabíamos.
—También te amo. —respondía él mientras gruñía producto de la excitación del momento, me encantaba sentir cómo su miembro se ponía erecto debido al choque de nuestros cuerpos, mi vagina también se humedecía con cada roce, con cada beso y quería más.
Traté de besar su cuello, pero en varias ocasiones me dijo que no, que podía perder el control si lo hacía, yo quería que perdiera el control, que hiciéramos el amor de muchas maneras posibles, quería sentirlo completamente dentro de mí.
Nos deshicimos de las prendas que cubrían nuestros cuerpos y abriéndome las piernas, se posicionó entre ellas, me encantaba que estuviera encima de mí, dominando cada embestida que me proporcionaba, sin contar con la sensación que recorría mi cuerpo cada vez que lo hacía.
Su miembro se acomodó en la entrada de mi vagina y lentamente se introdujo en ella, llenándome de él de una manera muy placentera que me hacía gemir sin siquiera controlarlo, o tal vez será que mi cuerpo sentía esas sensaciones intensificadas por el embarazo… no lo sabía, solo quería dejarme llevar por él, por sus embestidas que cada vez iban subiendo en intensidad y velocidad.
—T—te a—a—amo. —susurré entrecortadamente, porque cuando iba a articular palabra él volvía a entrar en mí y eso mezclado con el calor que sentía y con la falta de aire que tenía, producía que no pudiera hablar correctamente.
—U—uh… te a—am—mo más. —respondió él gimiendo por lo bajo, sabía que estaba disfrutando tanto cómo yo.
—Me encanta escucharte. —susurré mientras mis manos se iban a su cabeza para entrelazar mis dedos en su cabello y poder jalar de ella para que nuestros labios se unieran nuevamente y se devoraran cómo siempre lo hacían—. Más fuerte, amor. —agregué llegando a mi orgasmo.
Sus embestidas aumentaron, mi interior parecía encogerse provocando que él también sintiera más placer, tomó mis piernas y las levantó un poco para proporcionarle más acceso a mi interior, el mismo acto provoco que mi vagina se humedeciera aún más, estaba completamente excitada con él.
Unos minutos más tarde y una serie de embestidas descomunales provocaron que ambos llegáramos a nuestros orgasmos, nos quedamos desnudos un poco tiempo hasta que escuchamos ruidos al interior de la casa, sabíamos que si nos encontraban desnudos sería nuestro fin.
Capítulo 30: ¿Dudas?
Ya dos días habían pasado desde que William y yo supimos que íbamos a ser padres, lo notaba feliz por ello, pero algo no entraba en mi cabeza todavía, tenía una necesidad con que volviera a confirmar mi embarazo, era algo que decía desprevenidamente, a veces estábamos completamente tranquilos, conversando de otros temas y comentaba lo de hacerme otra prueba, esta vez una de sangre, eso nos causó algunas discusiones pequeñas, pero no les tomé importancia.
Tenía que levantarme a prepararle el desayuno, hoy se iba a ir temprano a trabajar, ya era lunes, cómo siempre, me iba temprano en la mañana para pasar un momento con él, a veces me quedaba dormida, pero no podía hacerlo seguido, porque él podría llegar tarde y no podemos correr el riesgo de que lo echen, ahora menos que nunca, porque sería la única fuente de ingresos para sustentar a nuestro bebé.
Antes de despertarlo, me incité a revisarle su teléfono, me fijé que había estado hablando con sus amigos.
—¿Cómo que está embarazada? Hermano, dile que aborte, no pueden tener un hijo ahora. —escribió su supuesto mejor amigo.
—No, ambos estamos en contra del aborto, además es un hijo nuestro, ¿Sabes lo que significa? —respondió William, sonreí por la respuesta que le había dado, pero, no me sentía nada a gusto con qué aquel tipo hubiera dicho aquello.
—No están preparados para tener un hijo. —era otro de los mensajes de aquel tipo que se estaba ganando mi odio.
William había dejado de responderle, solo adjuntó una carita riendo. Seguro el comentario tampoco le había entrado en gracias.
Cuando me metí al chat de la novia de su mejor amigo me di cuenta de que ella era quien le insistía una y otra vez con la idea de hacerme una prueba de sangre para corroborar mi embarazo.
«Es una maldita»
Fue mi primer pensamiento, no podía creer que William le estuviera prestando atención a aquella mujer en vez de a mí, que siguiera dudando de mi embarazo, pero pronto se lo iba a demostrar, le iba a demostrar que en verdad estaba embarazada y es qué lo siento en mi corazón, además dos pruebas salieron positivas.
«De solo pensarlo se me revuelve el estómago, nunca tuviste los pantalones para dejar de lado a la principal causa de nuestra separación y de mi desconfianza, ¿Cómo te atreviste a tanto, William? Y es que ahora lo pienso y no comprendo cómo fue que soporté tanta humillación de tu parte, debí ser más fuerte, debí ser más dura conmigo misma y contigo, no debí ser tan manipulable… pero me comprendo, era feliz a tu lado y me pinté una idea de felicidad tan distorsionada para justificar que la única relación que teníamos era netamente sexual»
Dejé su teléfono exactamente dónde estaba y luego me acerqué a él, acostándome a su lado, sonriendo y besando su rostro, estaba enojada, más con sus amigos, es que no podía creer que uno le hubiera dicho que abortara, ¿Quién se cree que es? Además, si William me lo hubiera propuesto, hubiera terminado nuestra relación, haciéndome cargo sola de mí bebé.
—Mi amor, despierta, tengo tu desayuno listo. —mencioné mientras lo movía para despertarlo, aunque no muchas veces funcionaba a la primera pues tenía el sueño bastante pesado, y cuando lo movía y molestaba demasiado se enojaba, por lo que muchas veces dudaba en despertarlo o dejar que siguiera durmiendo, aunque si no lo hacía, también se enojaba, este hombre era un mar de irracionalidades… — Amor, despierta, por favor. —agregué sonriendo y volviendo a besar su rostro, hasta terminar en sus labios, donde respondió sutilmente.
—Mmm bueno. Te amo princesa, gracias por nuestro hijo —respondió mientras abría los ojos para mirar a su alrededor y volver a dormirse, sin duda esto se volvería un problema y terminaría enojándose conmigo, pero tenía que hacerlo.
—Amor, se te hará tarde y no alcanzarás a comer, además se te enfriará el desayuno. —mencioné mientras lo movía de nuevo esperando que despertara y que se levantara, si no, se quedaría dormido de nuevo, lo sé porque ya ha pasado.
—¡Te dije que sí! —dijo enojado y alzándome la voz, lo suficiente para que doliera, para que sus palabras hicieran eco dentro de mi corazón y es que me encontraba tan sensible por el embarazo que las lágrimas inmediatamente amenazaron con salir corriendo de mis ojos. —¡Ni siquiera me dejas dormir! —mencionó de la misma forma, me quedé en silencio mientras lo miraba y sentía cómo comenzaba a formarse un nudo en mi garganta y cómo lágrimas seguían llenando cada vez más mis ojos, antes de que pudieran escaparse de ellos me levanté y salí de su habitación.
Me dirigí a la cocina para tratar de calmarme, me hice un té, pues hacía frío, bastante frío, para ser sincera. Se adentraba el invierno y en mi estado no debería hacer esto y arriesgarme a un resfriado que bajase mis defensas, debería ser él quien me ayudase y consintiese, ¿No?
De pronto sentí cómo William comenzaba a levantarse, no quería voltear, sus palabras seguían haciendo eco en mi cabeza, provocando que aquella sensación no me dejará acabar con el nudo en mi garganta.
Se sentó a comer, mientras yo tomaba mi taza con ambas manos, temblando por la tristeza y deseos de llorar que sentía y porque inevitablemente dejaba caer lágrimas por mis mejillas, él rápidamente se percató de ello y se levantó de la silla para acercarse a mí, traté de esquivar la caricia que comenzó en mi mejilla, hasta terminar limpiando aquellas lágrimas que ya habían trazado su camino por aquella zona de mi rostro.
—Perdón amor. —susurró, pero me levanté para dejar mi taza en el lavabo, no quería ver su rostro, no ahora, no así, él siguió su camino detrás de mí y cuando ya estaba lo suficientemente cerca me pegó a su cuerpo—. Soy un imbécil por tratarte de esa forma. —susurró cerca de mi oreja, sentía el calor de su aliento, sin duda ese era mi punto débil.
—No importa. —mencioné tratando de minorizar el daño que sus palabras me estaban haciendo, pero la verdad es que sus palabras golpeaban duramente dentro de mí, a veces era imposible poder olvidarlas.
—Te amo. —mencionó mientras se agachaba y me echaba aire caliente en la oreja provocando que mi cuerpo se erizara, sabía cómo terminaríamos, pero no hacía nada para evitarlo, porque mi cuerpo no se puede negar a sus caricias, a esa sensación electrizante que provocan el roce de su cuerpo con el mío—. ¿Quieres? —susurró en mi oreja mientras la mordía sensualmente.
—Sí. —asentí. Él me llevó y me pegó a la pared de la cocina, bajó mi pantalón e hizo lo mismo con los suyos, se acomodó para entrar en mi interior y antes de que lo esperara lo hizo, con una profunda y excitante embestida que me hizo gemir fuerte, rápidamente tapó mi boca, no nos íbamos a arriesgar a que mis padres se enteraran de lo que hacíamos.
—Te amo. —susurró cerca de oreja mientras entraba en mí una y otra vez, de verdad que me encantaba cada encuentro sexual con él.
—Sabes perfectamente como llegar al punto exacto para volverme loca. —mencioné mientras sonreía y él jalaba de mi cabello, provocando que gemidos escapen de mi boca.
—Escucharte gemir es lo que me vuelve loco cada vez que te hago mía. —susurró mientras sus estocadas se volvían más rápidas y profundas—. Quisiera poder hacerte el amor hasta que nuestros cuerpos se fundan por completo.
Llegamos juntos a nuestro orgasmo, nos acomodamos la ropa y terminamos nuestro desayuno, parecía que las palabras que me había dicho hace algunos minutos no importaran ahora, cómo si con una simple palabra pudiera borrar todo aquel sentimiento de tristeza y volvía a llenarme de felicidad, ¿Será que solo yo estaba agrandando aquel problema?
—Ya me voy, amor. —mencionó él mientras le daba el último bocado al sándwich que le había preparado. Sonreí mientras me levantaba de mi asiento y me iba justo hasta donde estaba.
—Cuídate amor. —respondí. Llevé su mano a mi barriga, aún no se notaba nada, supongo que ahora solo tengo algunas semanas o tal vez poco más de un mes—. Nuestro bebé y yo te extrañaremos. —agregué y él sonrió, se levantó de la silla y me besó tiernamente.
— Te amo, cuídense ustedes, el próximo fin de semana conversaremos con tus padres para que ya evites el trabajo, no quiero que le pase algo al bebé o a ti. —susurró mientras tenía nuestras frentes unidas.
Asentí, y con un último beso salió de la cocina a encender el auto para poder marcharse a trabajar, saboreé mis labios y salí detrás de él, me gustaba verlo marcharse, más bien, era una mezcla entre tristeza y felicidad, la primera porque se marchaba, la segunda porque habíamos pasado tiempo juntos y eso era lo mejor que me podía pasar.
—Avísame cuando llegues. —comenté antes de que se fuera.
—Sí amor. —respondió lanzándome un beso y yo respondí de la misma forma, cerré la puerta y me fui a acostar a mi cama, era ahora el problema, ¿Qué haría? Debía inventar una forma para contarles una verdad tan fuerte a mis padres y que las cosas resultaran lo mejor posible.
Me acosté y a la hora me llegó el mensaje de William, había llegado bien a su trabajo, pero yo no sabía que iba a hacer, o cómo ocultar lo de mi embarazo, digo, es una verdad que me costará mucho ocultar, en parte porque me sentiría nerviosa y se darían cuenta de que algo pasaba, trataba de estar tranquila y de no pensar en eso, porque me parecía la mejor opción.
—¿Cómo te sientes, amor? —preguntó William.
—Bien amor, no te preocupes. —respondí mientras una sonrisa se formaba en mi rostro, me encantaba saber que le preocupaba.
—¿No sientes nada? ¿Segura? Recuerda que el fin de semana te dolió un poco el abdomen bajo, trata de no hacer tantos esfuerzos, ¿Sí? Ahora estás embarazada. —mencionó, sí que se había puesto un poco intenso, pero tenía claro que debía cuidarme y que ese dolor no podía ser tan normal cómo parecía.
—Sí amor, prometo cuidarme lo mejor posible y no esforzarme de más. —respondí.
—Te amo. —dijo y yo terminé sonriendo nuevamente cómo una tonta enamorada. Es impresionante el poder que tienen sus palabras para controlar mis emociones.
—Sabes que yo te amo más. —respondí nuevamente, quería y deseaba que mi relación con William durara toda la vida, pero eso solo lo sabía el destino, además de nosotros, si es que queríamos que funcionara.
Recomendar0 recomendaciones