Amarte hasta mis cenizas (25-27)


Capítulo 25: El atraso
—Me tienes loquita de amor por ti. —susurré en su oído. Él besó mis labios tiernamente, luego terminó besando mi frente, ¿Cómo no podía estar enamorada de este hombre si era tan perfecto?
—Y tú a mí, hermosa. —mencionó sonriendo, mi madre se apareció entre nosotros ofreciéndonos comida para tomar desayuno y mencionando que pronto deberíamos subir para ir a hacer unas compras, además de ir a buscar a mi padre.
Desayunamos y emprendimos nuestro viaje, sentía la necesidad de besarlo a cada momento, no sé si era porque habíamos hecho el amor, o por el hecho de que casi lo pierdo, pero quería tenerlo a mi lado, darle mucho amor y mimos y lograr que se sintiera feliz.
—Eres el amor de mi vida. —susurró tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos encima de mi pierna, pasamos a comprar y de vuelta pasamos a la casa en búsqueda de mi padre, él estaba comiendo, viendo televisión, un partido de futbol, para ser más exacta.
Entramos en mi habitación, mi cuerpo me pedía alarmantemente tenerlo dentro de mí nuevamente, quité mi pantalón y él hizo lo mismo con el suyo, besándome y tirándome en la cama, sin lastimarme, y posicionándome de rodillas dándole la espalda, entregándole un mayor acceso a mi interior y él proporcionándome un mayor placer, me encantaba, en verdad quería que esto no terminara.
El llamado de mi padre nos interrumpió justo antes de que llegáramos a nuestro orgasmo, nos vestimos apresuradamente y salimos de la casa, él nos seguiría en la camioneta en unos minutos más.
William y yo nos fuimos en el auto al río nuevamente, sonreímos.
—Eso estuvo bastante cerca. —mencionó sonriendo y besando mis labios.
—Lo sé, pero valía la pena el riesgo. —susurré—. Tú siempre valdrás la pena, amor. —agregué sonriendo.
Él sonrió y llevó mi mano a sus labios para besarla, me encanta.
—Eres la mujer de mi vida. Cada día estoy más seguro de ello. —mencionó sonriendo.
—Y tú el hombre de la mía. Quiero todo contigo y no deseo que tengas dudas sobre ello. —respondí sonriendo. Él colocó su mano en mi pierna provocando que mi piel se erizara completamente con su tacto—. Espero que nunca se te ocurra dejarme. —terminé de decir.
—Nunca te dejaré, hermosa. Lo prometo. —respondió sonriendo y besando mis labios desprevenidamente.
Este fin de semana había sido igual que algunos atrás, pues tuve que irme a la casa de Andrea, allí el viernes William fue en mi búsqueda para pasar aquella noche juntos, ya el sábado, después del trabajo, nos marcharíamos a la casa de mis padres. Aun que había algo diferente, algo que probablemente marcaría nuestro destino para siempre.
Tenía un atraso de tres días, lo que posiblemente no me causaría ningún temor, pues siempre he sido irregular, la única diferencia es qué, William y yo pasamos teniendo relaciones y un embarazo es mucho más probable bajo esas condiciones.
Mensaje William: Amor no te preocupes, verás que no es nada de eso. —mencionó William tratando de calmarme, no estábamos listos para ser padres, ni siquiera podríamos darle un hogar propio donde vivir.
Mensaje Rebecca: Pero y si sí estoy embarazada. —mencioné. La idea no dejaba de pasar por mi mente una y otra vez y es qué estaba mucho más que preocupada ¡Tenía miedo de saber la respuesta del maldito test que me haría mañana por la mañana!
Cuando llegó William a buscarme, hicimos el mismo recorrido que aquella vez, pasamos por el super para comprar los encargos de mi madre y luego nos dirigimos a su casa, recordar lo que nos estaba pasando me asustaba, pero aquella misma noche volvimos a hacer el amor como si nada estuviese pasando, cómo si no nos importara que quedara embarazada y es que ese siempre ha sido nuestro mayor problema.
—¿Dónde está? —susurré en la mañana preguntando por el test que él había comprado el día anterior, me costó despertarlo, cómo cada mañana y es qué le cuesta dormir por las noches y cuando por fin lo logra es cuando debe levantarse, aunque las noches que hemos pasado juntos, ha dormido bien… significa que le hago bien, ¿No?
Abrió lentamente los ojos, mirándome con cautela, luego sonrió, no se le veía nada nervioso para la situación que enfrentábamos. Al contrario, no deja de decirme que me tranquilice, que sea el resultado que sea seguiremos juntos afrontando nuestra nueva vida, en el caso de que la prueba saliera positivo.
—En la gaveta. —susurró él refregando sus ojos nuevamente, no me gustaba despertarlo porque a veces se enojaba, pero esta vez no era el caso, lucía completamente tranquilo—. Lee las instrucciones. —agregó sonriendo y besando mi mano, pensé que iría conmigo, pero sería raro que entrara al baño conmigo.
Claro que leería las instrucciones, nunca en la vida había utilizado uno de estos y no tenía ni idea de cómo hacerlo, ingresé al baño tratando de no hacer mucho ruido, mi corazón estaba a mil por minuto, alguien de la familia de William podría darse cuenta de lo que haré y no estoy en condiciones para dar explicaciones, con suerte puedo con el nerviosismo de este momento.
Y creo que a mi novio tampoco le gustaría estar dando explicaciones respecto a este tema, estoy seguro de que nos reclamarían el no habernos cuidado.
Las manos me tiemblan, mi corazón salta en mi pecho preso del pánico, pero, aun así, traté de leer atentamente las instrucciones, cosa que tuve que intentar más de una vez, todo por los malditos nervios.
Lo hice según lo indicaban las instrucciones, paso por paso, salí del baño y me fui a acostar al lado del hombre que amo, grandes palabras, lo sé, pero es lo que siento. En fin, no me quedé a esperar si salía positivo o negativo, le daría la prueba a William para que lo revisara, espero que todo nos salga bien.
No aguantaba los nervios, solo quería que me dijera de una vez el resultado de esta prueba de embarazo… la paciencia nunca ha sido una de mis virtudes, pero juro que estos cinco minutos avanzaban a verdadero paso de tortuga.
—¿Y bien? ¿Qué salió? —pregunté nerviosa, William, que hace poco no parecía estar nervioso, se descontroló por completo, claro, ahora que ya me había hecho la prueba todo se volvía más real que antes.
Él miró la prueba y luego me miró a mí, mi cuerpo seguía tembloroso por los nervios, tenía muchas cosas en las que pensar, aunque no las había pensado cada vez en la que William y yo hacíamos el amor. Él suspiró profundamente, con alivio, lo que me dio una ligera sensación de tranquilidad, pero no lo estaría hasta escuchar de su boca aquellas palabras.
—No salió nada. —mencionó él sonriendo y besando mi frente—. No estás embarazada, no seremos padres, aún. —agregó, y aquella sonrisa que se había formado en su rostro rápidamente se desvaneció, mi cuerpo se relajó demasiado, necesitaba escuchar esa noticia, pero la reacción de William me había dejado desconcertada, ¿Será qué él si quería ser padre?
Nos acomodamos en la cama y. abrazándonos en aquella posición que tanto nos encantaba, o por lo menos a mí, aunque no duró mucho tiempo, porque comenzó a jugar en mi nuca provocando muchos escalofríos en mi cuerpo, me di la vuelta para ver su rostro, sus ojos, su mirada, cada una de sus facciones me encantaban, nos besamos lentamente, comenzó siendo un beso tierno que pronto subió de intensidad, aquella que nos indicaba que nuestros cuerpos necesitaban del otro… y es que ese era nuestro problema, no sabíamos detener este deseo que nos invadía y por eso después pasábamos por esta clase de preocupaciones.
Hicimos el amor cómo estábamos tan acostumbrados, nos devoramos la piel mutuamente, de pronto, en un destello de cordura que vino a mi cuerpo, escuché qué por el pasillo de la casa había pasos, seguramente eran sus hermanos pequeños que querían estar con él, ya en una ocasión tuvimos que dormir con ellos, se detuvieron justo en frente de la puerta de su habitación, pero no los tomamos en cuenta.
Estábamos riendo en silencio mientras esperábamos a que se marcharan, y luego que se fueron, cansados de esperar a que William abriera la puerta, nos besamos apasionadamente recobrando la pasión y el deseo que habíamos perdido hace algunos minutos.
Entró y salió de mí en varias ocasiones, otras más terminé perdiendo la poca razón que me quedaba, sus estocadas profundas y rápidas me hacía sentir que desvanecía entre sus brazos, que en cualquier momento me iba a derretir debajo de él, mis manos se iban a sus hombros y los sujetaba con fuerza, quería gemir, pero necesitábamos estar solos para poder liberarnos completamente.
—Will—William— n—no pares. —comenté, él lo hacía más fuerte provocando que más espasmos recorrieran mi cuerpo—. Ah… ah. —gemía, pero William prontamente tapó mi boca para que no se escuchara por fuera de la habitación, no podía gemirle, no dejaríamos que se dieran cuenta de lo que estábamos haciendo, que vergüenza. Sonreí sintiendo que mi orgasmo llegaba a mí.
—Te amo. —dijo él llegando a su límite, entró en mi profundamente provocando que yo también llegara a mi orgasmo, se quedó dentro de mí por unos minutos y luego salió lentamente, terminó acostándose a mi lado y yo con mi cabeza en su pecho—. Tendré que irme, amor. —mencionó.
—Cinco minutos más. —mencioné y él sonrió y asintió, pasó su brazo por detrás de mi cuello, me di la vuelta para que pudiéramos hacer la típica posición de cucharita que me encantaba, además. Estar con él era como estar en el cielo, sentir el aroma de su perfume inundando mis fosas nasales y creía que él se sentía de la misma forma conmigo o al menos, eso era lo que quería que sintiera.
—Sigue durmiendo, amor. —comentó él cuando se dio cuenta de qué estaba viéndolo cómo se arreglarse para ir a trabajar y no pude evitar pensar en todo el amor que le tengo, y si es qué, llegase a imaginarlo, seguramente se quedaría corto.
—No lo sé, William, seguro tus padres y hermanos están despiertos, no quiero quedar cómo una floja delante de ellos, pero tampoco quiero estar frente a ellos sin ti, tu padre me da miedo. —respondí y luego me quedé pensativa, digamos que no es mi fuerte quedarme mucho tiempo con personas a las que frecuento poco y aunque luego de un momento me siento un poco más en confianza, se me hace difícil hacerlo.
—No pasará nada, tú tranquila. —mencionó él, sonriendo, volviendo a acercarse a mí para besar mi frente—. Les caes mejor tú que yo. —agregó terminando de ponerse su chaqueta.
Capítulo 26: Mis dudas.
Me vestí para salir con él, de otra forma me quedaría en cama hasta que él llegase y ya lo había hecho una vez, seguro William se enojaría si lo volvía a hacer. Se acercó y me besó nuevamente, pero esta vez, fue un beso en mis labios, lento, que pasó rápidamente a ser un beso lleno de pasión, él sentimiento que desbordaba de nuestros cuerpos como agua, sus manos bajaron a mi trasero y lentamente me fue pegando a la pared.
Pero no nos dimos cuenta hasta que chocamos con ella, la sensación era excitante, y podría quedarme corta al seguir describiéndola.
—Te haría el amor aquí mismo. —susurró mientras besaba mi cuello desesperadamente, la sensación de hormigueo recorriendo mi cuerpo, me hacía sentir de mil maneras diferentes, provocando que fuera inevitable no gemir de placer, aunque tenía que ser por lo bajo para que no fuéramos escuchados, al sentir su respiración y el roce de su lengua en aquella parte tan sensible de mi cuerpo aquellas sensaciones solo crecían.
—No sería la primera vez que lo hacemos así. —respondí llena de deseo, quería volver a sentirlo nuevamente dentro de mí… Me dio vuelta pegándome a la pared y bajó mi pantalón con agilidad, propinando una nalgada en mi trasero, el deseo que teníamos era más fuerte que cualquier otra cosa y solo queríamos acabarlo.
—Te amo. —susurró él en mi oreja, la excitación que estaba sintiendo era demasiada y él lo sabía, comenzó a entrar en mí más rápido y profundo provocando que mi espalda se arqueara debido a las mil y una sensaciones que recorrían mi cuerpo, jaló de mi pelo provocando que un nuevo gemido escapara de mi garganta.
—También te amo. —respondí sonriendo y entre gemidos. —Te amo… te amo. —agregué repitiendo una y otra vez aquella palabra, estaba perdiendo la cordura.
Ambos nos vinimos, él se acomodó su ropa y yo hice lo propio conmigo, aunque necesitaba ir al baño para limpiarme, todo él estaba en aquella zona de mi cuerpo.
Me dirigí al baño, pero antes le había dicho a William que me esperara para bajar, me limpié lo mejor que pude, además de cambiar mi ropa interior, agradecía al cielo haber dejado mínimo algunas prendas interiores aquí, pero no había traído ropa cómo para bañarme, pero ya después del mediodía podría hacerlo en mi hogar.
Me quedé pensando en el miedo que tenía esta mañana por el resultado de la prueba de embarazo, pero mírennos, ni siquiera me había importado ahora que hacíamos el amor, y a él tampoco le había importado mucho.
Salí del baño y junto a William nos dirigimos a la sala o cocina, él ya se estaba retrasando un poco para llegar a su trabajo a tiempo, pero parecía no importarle, creo que quería asegurarse de que comiera algo, la última vez que me quedé con él donde sus abuelos pasé toda la mañana sin querer probar bocado.
—Ya me voy. —respondió mientras depositaba un tierno beso en mis labios, no podía evitar no cerrar los ojos, pues me gustaba sentir completamente la sensación que me llegaba cada que sentía sus labios rozar los míos, porque sentir sus labios en los míos era como estar en un sueño hecho realidad, cómo en las películas románticas que tan cliché me parecían, pero que siempre había soñado vivir.
William era el verdadero amor de mi vida y nada me haría dudar de eso porque sabía muy bien lo que sentía por él, no era algo momentáneo que pueda decir; terminamos hoy y lo olvido mañana, no, probablemente terminar nuestra relación me desmoronaría.
Ese desconocido que se había vuelto mi mundo era lo mejor que me había pasado, lo conocí justo cuando pensaba que el amor no era algo que se me daría, cuando no estaba buscando a nadie, pero llegó a mi vida sin esperármelo, pensaba que me resignaría a ser siempre a la que nadie toma en cuenta, pero William era mi pareja y mi consuelo cuando todo parecía estar en tinieblas, así como él decía que yo era su luz, él era la mía.
—Que te vaya bien amor. —susurré cuando vi que él ya había salido por la puerta, detrás de mí apareció su madre, María, quería preguntar cómo habíamos pasado la noche, entre otras cosas, conversamos de muchas cosas, las principales siempre eran de William y lo mal que le había ido con otras mujeres en el pasado, pero una frase que ella dijo me hizo sentir feliz, quitando lo incomoda que me sentía al hablar de otras chicas que estuvieron con él.
«Contigo se ve bien, se ve feliz» —aquella frase me hacía pensar que estaba haciendo las cosas bien, y que, por primera vez, era capaz de hacer feliz a alguien, quería que William olvidara toda esa tristeza que llevaba guardada en el corazón y que entendiera que podíamos ser felices juntos, que sus malos momentos no tenían por qué atormentarnos a nosotros.
—Qué bueno que se sienta así conmigo, no me gustaría llegar a verlo triste. —mencioné sonriendo tímidamente—. Solo quiero hacerlo feliz. —agregué nuevamente, pero luego la sonrisa que se había formado en mi rostro se desvaneció, no sabía cómo actuar.
—Lo sé, nunca había visto a mi hijo tan feliz y compartiendo con nosotros. —respondió, quedé intrigada por su comentario. ¿Por qué había dicho aquello? Será que William no me ha dicho todo su pasado, bueno, sabía que había sido criado más tiempo por su abuela que por sus padres—. Ninguna de las otras mujeres me había caído bien porque uno ya tiene experiencia en esas cosas y no eran buenas niñas. —mencionó, tal vez trataba de venderme el cuento, si es que se decía de aquella manera.
Me quedé pensativa también, ¿Y si no le caigo bien?
¿Si solo aparenta?
Eran unas de las cosas que pensaba en ese momento, pero no estaba muy segura de cómo reaccionar o de qué responder.
Después de todo, las palabras de mi madre y familiares siempre estaban presente en un rincón de mi cabeza. «La familia de él nunca será la tuya, porque ellos pueden reír contigo o con cualquier otra. Al final del día solo nos tendrás a nosotros, tu verdadera familia y amigos»
«Tal vez era cierto eso, ¿No, William? Tal vez no era tan buena chica para ti, no tan inteligente para hacer que lo nuestro funcionase, o, lo suficiente para saber que lo nuestro no terminaría bien, que las adversidades, tu falta de confianza y compromiso terminarían por arruinar lo nuestro… Así terminaron siendo las cosas y ahora alguien más hace reír a esas personas que alguna vez dijeron que eran mi familia, con las que podría contar cuando quisiera, la vida es así y mientras más te demoras en aceptarlo o negarlo, más daño te haces.
Aunque sí, querido William, nunca podrás negar, que a pesar de no ser de mi sangre, mis padres te acogieron cómo a un hijo, te ayudaron cuando nadie más lo hizo, cuando nadie daba nada por ti, ni siquiera tus padres estaban cerca para socorrerte… fueron ellos, fui yo quien te dio la mano y no me pagaste cómo correspondía, solo pedí sinceridad y obtuve mentiras, traiciones, odio y resentimiento»
—Um bueno. —mencioné y es que no sabía que más decir, la verdad estaba un poco nerviosa por la situación, ella sonrió y luego abrió su boca para articular algunas palabras—. Yo la verdad es que no sé que decir, solo quiero que William y yo seamos felices y no tener problemas con nadie.
—No te preocupes, se ve que eres buena niña, hasta que William dio con alguien que valiera la pena realmente. —agregó sonriendo y levantándose de la mesa, llevó parte de la losa sucia que había y luego atiné a llevarle el resto. No estaba muy segura de lo que ella estaba diciendo porque me conoce muy poco, pero me conformaba con ser de su agrado y con hacer feliz a William, que era mi única intención.
Ella se acercó con una tasa limpia y luego se sirvió una taza de té. Tomábamos desayuno, bueno ella, porque yo ya había desayunado junto a William, por una orden de él, para ser exacta, no quería que pasara lo mismo de la vez pasada cuando solo me quedé en su habitación. Luego de eso me dirigí a la habitación de mi novio y allí tomé el teléfono por algunos segundos.
Luego comencé a ordenar la habitación con algo de música, sentía la necesidad de tirar todo para afuera, tipo dejar solo la cama dentro de la habitación y hacer una limpieza a fondo, pero sentía que si lo hacía William podría molestarse, después de todo este es su espacio, no es mío, ni nuestro.
Mensaje William: ¿Qué haces? —preguntó mi novio en un mensaje, en el que enseguida apareció un corazón.
Mensaje Rebecca: Conversaba con tu mamá, amor. ¿Llegaste bien? —respondí a su mensaje de manera rápida, sonreí mirando mi teléfono esperando su respuesta.
Mensaje William: Sí amor, todo bien, te amo. —respondió él.
Me encontraba bastante inquieta, saqué mi computador de la mochila, digamos que William y yo lo usábamos para ver películas, aunque esas películas terminaban siempre en un acto de amor en el que acabábamos devorándonos mutuamente. De solo pensarlo mi piel se erizaba.
Revisé una y otra vez la lista de películas, pero ninguna llamó mi atención y eso que tenía más de cien, quería salir a ver que podía hacer afuera de la casa, tal vez conversar con alguna de las hermanas de mi novio, pero no tenía la suficiente valentía para hablarles, no aún.
Vi la caja de la prueba de embarazo y no supe que hacer, los mismos nervios iniciales volvieron a mi cuerpo, llenos de una curiosidad que me hacía comerme las uñas de los dedos, quería verlo yo misma y cerciorarme de que todo estaba bien, de que en realidad no estaba embarazada, mi celular sonó en muchas ocasiones, seguramente era William, pero no le iba a responder hasta quitarme esta enorme duda de la cabeza.
Capítulo 27: ¿De verdad estoy embarazada?
Los nervios se hicieron presente en mi estómago, tenía la sensación de querer quitarme el cabello.
«¿Será qué?» —pensé mientras me paseaba por la habitación y veía esa caja que podría significar un vuelco total en toda mi vida. Le quitaba la mirada y respiraba profundo, pero no podía sacarme ese pensamiento de la cabeza, es cómo si algo me llamara a revisarlo nuevamente.
Escribí unos cuantos poemas en mi computador, esperando que así se me fuera esta ansiedad, pero no pude lograrlo, y sí, me gustaba escribir poemas de vez en cuando… digamos que cuando la inspiración aparece la aprovecho, pero esta vez, lo hacía para distraerme.
Me senté en la cama y terminé abriendo la caja, volvía leer las instrucciones, se supone que, si eran dos líneas formando el signo de suma, es porque sí estaba embarazada, pero si solo había una línea, era porque no lo estaba…
Vi la prueba, al principio vi solo una raya, pero al verla más detalladamente me di cuenta de que había una pequeña y casi invisible línea que formaba el signo de suma, eso era malo, muy malo… Mis padres nos matarán de seguro, pero, aun así, no podía dar nada por hecho, porque tal vez solo es mi imaginación.
Mensaje Rebecca: William, creo que la prueba está positivo. —escribí un mensaje mientras mis manos temblaban, ¿Cómo debería sentirme? Bien porque hay una posibilidad de que me vuelva madre junto al hombre que amo y que escogí para compartir mi vida, o mal porque no podré darle lo que se merece, mal porque mi vida va a cambiar y probablemente la de William igual… ni siquiera vivimos juntos, además, este año entraría a la Universidad, son proyectos que tendré que dejar de lado por un tiempo.
Aun así, deshacerme de este bebé que podría llevar en el vientre no era opción, lo tendría con apoyo o sin apoyo.
Mensaje William: ¿Cómo puede ser eso posible? Salió negativo. —respondió él, tenía razón, pero no sabía que más pensar después de eso, en verdad tenía mucho miedo de los resultados de esa prueba.
Mensaje Rebecca: Te digo que veo una segunda línea, amor. —comenté mientras veía el teléfono, quería salir corriendo a comprar otra prueba, pero eso no sería posible, estoy lejos de una farmacia y seguramente a William ya no le queda dinero, ya que tiene algunas deudas que saldar.
Mensaje William: Lo revisaremos cuando vuelva, quédate tranquila amor, no pasa nada. —respondió él tratando de que me calmara, pero no podía evitar seguir sintiéndome nerviosa, caminé de un lado a otro, fui al baño a beber agua, seguía caminando, veía la hora, ponía películas en el computador que terminaba adelantando y viendo en diez minutos, tenía una gran ansiedad y seguramente William se sentía de la misma manera.
Los nervios me carcomían por dentro, ¿Estaba embarazada? ¿Solo son mis nervios? No sabía cómo sentirme, si feliz o triste, digo me hace feliz la idea de poder darle un hijo al hombre que amo, después de todo él me ha expresado cuanto le gustaría tener uno conmigo.
Pero la otra parte era la que me preocupaba, sí, él trabajaba, pero, aun así, su sueldo no era suficiente para sus propios gastos, no teníamos cómo mantener al pequeño bebé.
Seguía esperando a William, impaciente, esperando, aunque fuera un mísero mensaje de su parte, deseando que atravesara esa puerta de una vez y volviera a sacarme de aquella duda, que corroborará lo que había dicho en la mañana, que no me preocupara, que solo era una alucinación de mi mente, ya no aguantaba la sensación de mis intestinos enroscándose por el miedo.
Mensaje William: Voy saliendo del trabajo, nos vemos en veinte minutos. Quédate tranquila, ¿Sí? —escribió él hace exactamente hace cinco minutos, había tratado de tranquilizarme en muchas ocasiones, de distintas maneras, escribiendo, viendo películas, series, leyendo novelas en distintas aplicaciones de lecturas, pero los nervios volvieron a mi ser y esta vez, eran mucho más que los anteriores, probablemente enloquecería en poco tiempo si William no llegaba, el hombre que amo se estaba demorando más de lo que había dicho, aunque al ver la hora, el tiempo que había pasado solo eran cinco minutos.
Si es qué, de verdad estoy embarazada, ¿Estaremos listo para una responsabilidad de tan alto calibre?
Mensaje Rebecca: Está bien, amor. Te espero. —respondí yo, sonreí a la pantalla, respiré profundo y me recosté en la cama de William, esperándolo, esperé su mensaje, aunque sabía que no lo iba a responder, pues venía manejando, respondería cuando llegaría aquí.
Me levanté para ir al baño, cuando volví traté de recostarme nuevamente en la cama, tenía dolor de estómago producto de la cantidad de nervios que tenía guardados aquí en mi interior o al menos eso creía, sentía miedo, angustia, pero también tenía una sensación de felicidad y de sentirme completa, supongo que a pesar de todo lo malo de quedar embarazada a mi edad y en mis circunstancias, no podía dejar de verlo como una bendición.
Y lo sabía, si es que llegaba a estar embarazada, lejos de tomarlo como un error, el bebé sería una alegría enorme para mí, para William y para nuestra relación, un regalo que Dios había enviado para que pudiera cuidarlo y llenarlo de amor, así me tocara tenerlo, cuidarlo y criarlo sola, pero estaba completamente segura de que William no era ese tipo de hombre, él seguramente sería el más feliz si es que esa prueba era positiva, es más, muchas veces me ha mencionado lo mucho que le gustaría ser padre y lo mucho que buscó serlo con sus parejas anteriores.
—Hola, amor. —habló él provocando que un escalofrío recorriera mi cuerpo por la sensación de sorpresa, pero rápidamente pasó a ser alegría… una sensación de alegría por tenerlo cerca, pero de angustia por lo que estábamos pasando.
—Hola amor, deseaba que llegaras de una vez. Ven, mira, te juro que te digo la verdad y que hay otra línea en la prueba de embarazo. —respondí tratando de que me creyera y que no pareciera que estaba perdiendo la cabeza, le entregué la caja donde la tenía guardada, debajo de toda mi ropa pues necesitaba que nadie se diera cuenta de aquellas sospechas que teníamos.
Él la revisó y me miró, se me quedó viendo temeroso, pero con alegría en su mirada, podía verla, me encantaba la sensación. Ahora sí, estaba completamente segura de que también la había visto, no estaba loca, no hablaba sin fundamentos, no era la locura la que se estaba apoderando de mi cuerpo.
Lo miré sonriendo, él también me sonrió, sus ojos parecieron llenarse de lágrimas, pero no derramó ni una, era muy pronto para pensar que de verdad estaba embarazada.
—Te amo mi princesa. —dijo él provocando que mis mejillas se enrojecieran y que sonriera por aquellas palabras—. Cada día a tu lado es más feliz que el anterior. —agregó, solo sonreí y me acerqué a él esperando que entendiera el mensaje, deseaba que sus brazos rodearan los míos, que me diera toda la paz y tranquilidad que solo él podía entregarme.
—No estás molesto por aquel resultado, qué, aunque indeciso, ahora hay más posibilidades de que termine embarazada. —mencioné sonriendo tímidamente, esto cambiaría nuestras vidas para siempre, y cada día que pasaba se hacía más real aquella posibilidad.
—Claro que no, es más, si resulta que seremos padres, seré más que feliz y daré todo de mí para poder darle todo a ti y a nuestro pequeño. —mencionó sonriendo y besando mis labios con ternura.
—Eres el mejor, amor. —respondí sonriendo y volviendo a unir nuestros labios, sonriendo cada que nuestros labios se separaban, sus manos se dirigieron desde mis mejillas, a mis senos, acariciándolos, besando mi cuello, no pude evitar gemir por el placer que me sentía.
Mi teléfono sonó, era mi madre, nos llamó y nos dijo que nos fuéramos enseguida para la casa, que nos estaban esperando para celebrar el cumpleaños de uno de mis primos, que comprásemos algunas bebidas.
«Sentí miedo, William. Creo que nunca tuve un miedo así en mi vida, pero te encargaste de disiparlo, de hacerme feliz y lograr calmarme, aunque aquella ansiedad y sensación extraña volvió a aparecer una vez te fuiste de mi lado aquella tarde. Te quería conmigo. Te necesitaba conmigo para ser feliz, para que fuésemos felices los tres y sentir que por una vez en mi vida tenía el control de algo… supongo que entiendes más de lo que deseo explicar»
Una semana después.
Recordar el día en el qué nos dimos cuenta de que posiblemente estaba embarazada me provocaba una molestia en el estómago. No podía evitar pensar en la vida que nos esperaría, sin duda muchas cosas nos cambiarían para siempre. Él pensar que todo estaba a punto de dar un giro completamente a nuestra vida era una sensación que me generaba desconfianza, pues sería una prueba de fuego, por decirlo de alguna forma.
—Tranquila amor, estoy segura de que no es nada grave, tal vez solo es una farsa alarma. —escribió no tenía idea si ya lo que había pasado aquel día se le había olvidado o si, por el contrario, ya no quería que estuviera embarazada.
—Tal vez, pero también puede que sí esté embarazada. —respondí sonriendo mientras miraba a la pantalla del teléfono. Solo esperaba que no terminara enojándose.
Él parecía haberse hecho a la idea de que solo era una falsa alarma, pero algo en mi interior me decía que estaba embarazada, es más, había altas posibilidades de estarlo debido a la cantidad de veces en las que William y yo habíamos hecho el amor… y es qué, ¿Cómo no pensarlo? Si hacemos el amor más de siete veces al día cuando estamos juntos.
William venía hoy por la tarde para pasar el fin de semana conmigo, aunque, aquí no podíamos dormir juntos porque no teníamos la autorización, pero de igual forma, cuando amanecía, me iba a acostar unas horitas con mi novio, y aprovechábamos también de hacer el amor, muchas veces y de distintas formas, me hacía temblar entre sus brazos.