Amarte hasta mis cenizas (22-24)


Capítulo 22: El sueño había acabado.
Cuando terminamos salimos un momento al jardín.
—Has pensado en que puedo quedar embarazada. —mencioné sonriendo tímidamente, esperando que me mirara y me dijera algo lindo.
—Sí, lo he pensado, pero no pasará. —agregó.
—¿Cómo estás tan seguro? Ninguno de los dos se protege. —respondí sentándome a su lado y tratando de entrelazar sus dedos con los míos, pero fue algo imposible.
—Porque sí. —respondió levantándose—. No quiero hablar de ese tema, y si quedaras embarazada pues te he dicho bastantes veces que te cuides. —agregó. Sus palabras fueron como un balde con agua fría cayendo por mi cuerpo.
Se levantó de su lugar y me quedé sola, pensando y repasando cada una de las palabras que había dicho anteriormente, ese no era el William que conocía, algo debió haberle sucedido.
Pasaron los minutos, incluso creo que alrededor de una hora y apareció su madre, no sé qué habría pasado entre ellos, pero preguntó si es que William me había dicho algo.
Negué y pregunté el por qué.
—William se ha peleado con su padre, no sé qué habrá pasado entre ellos, pero ambos están muy enojados.
Había descubierto el actuar de William, se había desquitado conmigo por el enojo con su padre, aunque no sabía si eso era correcto o no que lo hiciera, después de todo yo no tenía la culpa de lo que había pasado, supongo.
Busqué a William, estaba acostado en la cama que habíamos dormido anoche, me recosté a su lado y pasé su brazo por mi cintura.
—Amor, ¿Amor que sucede? —pregunté esperando que me contara que es lo que lo aquejaba.
—No tiene importancia. —mencionó tomándome fuerte entre sus brazos—. ¿Te había mencionado la tranquilidad que me da cuando te tengo cerca? —preguntó besando mi cuello, amaba la sensación cuando me envolvía entre sus brazos, supongo que nunca me cansaré de mencionarlo.
—De hecho, sí, amor. Cuando me fuiste a ver la primera vez a mi casa y comentaste que te había encantado lo que sentiste cuando me recosté en tu pecho. —mencioné sonriendo y dándome la vuelta para ver su rostro—. ¿Te he dicho que te amo? —mencioné riendo frente a sus labios, deseaba besarlos, pero no estaba segura de hacerlo.
—Sí, y no me cansaré nunca de escuchar tu voz diciéndolo. —mencionó sonriendo y besando mis labios, de una manera tan desprevenida, tan tierna, que mi cuerpo se congeló en aquel instante solo para volver a vivir con el calor de su cuerpo junto el mío.
Lo que sentía por William nunca podría sentirlo por alguien más, estaba completamente segura de ello, lo amaba con todo mi ser, y tenía razón cuando dije qué, el destino de mi pobre corazón estaba en sus manos, tenía el poder de destruirlo o de ayudarme a que siguiera floreciendo.
Aunque me inclinaba más por la segunda opción, confiaba en su promesa de protegerme de todo mal, incluso de él mismo. Sabía que nunca llegaríamos a ese extremo, nos haríamos felices, viviríamos felices.
Mi destino estaba trazado y era a su lado.
«Mi corazón, mi mente y mi cuerpo creían en el destino, que tú eras parte de él, que siempre permanecerías a mi lado, pero con tus acciones, con los malentendidos y arrebatos que siempre tenías en mi contra, poco a poco me fui dando cuenta que ya solo quedaba el recuerdo del hombre del que me había enamorado y lentamente me fui preparando para nuestra separación.
Te pregunto ahora, William. ¿Te dolió que me marchase? ¿O simplemente consideraste que había sido mejor que me fuera? Nuestra relación hace mucho tiempo había dejado de ser sana, con mentiras, engaños y discusiones… eso sin contar los celos y miles de imágenes falsas que pasaban por tu cabeza en todo momento, porque para ti, yo te engañaba, cuando el único infiel fuiste tú.
Yo resistí a la espera de que cambiases, pero no lo llegaste a hacer, al menos no a mi lado»
Cuando por fin llegamos a la casa de William sentí algo de nostalgia, pues tendría que irme a mi casa, y a pesar de qué, estuvimos más días juntos de lo que se había planeado, ya me había acostumbrado a la sensación de tenerlo conmigo siempre, y es que lo quería tener siempre a mi lado.
Sentir el roce de su piel con la mía.
Despertar y sentir cómo sus brazos me rodeaban, brindándome ese calor que solo él es capaz de darme.
Sentir su aroma varonil inundando mis fosas nasales cada que hundo mi rostro en su cuello.
Sentir sus dulces labios besando los míos cada mañana al despertar y cada noche antes de dormir.
Quería todo con William, absolutamente todo. Sentía que nuestro destino era estar juntos, por lo que me niego a un futuro en el que no estuviese a mi lado.
—¿En qué piensas princesa? —preguntó el hombre que iba a mi lado, con su mano encima de mi pierna, provocando una y mil sensaciones que ni yo misma sabía que existían, pero que me encantaban.
—Amor, ya te he dicho que dejes de decirme de esa manera, cuando no lo hagas me sentiré vacía, y pensaré que me habrás dejado de querer. —mencioné—. Y respondiendo a tu pregunta, pienso en lo mucho que me gustaría vivir contigo cada día de mi vida. —agregué sonriendo y llevando su mano a mis labios para besarla.
—Algún día será posible, amor. Te podré dar todo lo que mereces, tendremos hijos maravillosos que seguro serán igual de hermosos que tú. —mencionó sonriendo y estacionando el vehículo a un lado de la carretera, a esta hora ni siquiera un alma en pena andaba por aquí, y eso considerando que recién estaba oscureciendo.
—Eso espero amor, de verdad que me vas a hacer mucha falta estas noches considerando que no tengo idea hasta cuando me dejen irme a quedar nuevamente contigo. —mencioné con un tono de tristeza característico.
—Tranquila amor, esperaremos hasta ese momento, ya verás que ellos cederán a nuestro amor porque es real, genuino y nuestro. —susurró tomando mi rostro y acercándome hasta él, nuestros labios se unieron, el silencio que había entre nosotros no era incómodo, se podría decir que era místico, embriagante y lujurioso.
—Te amo. —susurré volviendo a besarlo, desesperadamente, él comenzó a colar la mano por mi blusa, subiendo a mis senos, masajeando mis pezones, consiguiendo que un gemido cargado de placer saliera de mi boca.
Sus manos bajaron hasta mi pantalón, sonreí cuando lo desabrochó, somos un par de locos de atar por pensar en hacer esto en el auto, en medio de la carretera, pero a mí no me importaba y, al parecer, a él tampoco.
—Amor, ¿Estás segura? —preguntó William sonriéndome, sus ojos solo me decían una cosa, las ganas que tenía de hacer esto, igual que yo, no lograría resistir un tiempo más.
—Sí, más que segura. —respondí sonriendo, besando sus labios y bajando mi pantalón para pasar a su lado, subirme encima de él y unir nuestros cuerpos, de la manera en la que queríamos.
Sus manos en mi cintura marcaban el ritmo con el que debía moverme, pero llegó un momento en el que hice caso omiso a sus indicaciones y comencé a hacerlo por mi cuenta, una de las manos de William se dirigió a mi cabello, tomándolo como si estuviera en una coleta y jalando de él, una sensación completamente excitante.
—Quiero todo de ti. —susurró entre gruñidos. Me encantaba la sensación de escucharlo y de sentir cómo profundamente se fundía con mi interior.
—Estamos hechos para estar juntos, amor. —gemí sonriendo y tratando de besar su cuello, pero siempre se negaba a que lo hiciera, supuestamente no quería perder el control, pero yo quería y deseaba que lo hiciera, sentir todo aquello que no quería enseñarme.
Una luz se divisaba a lo lejos, pero no teníamos intenciones de parar, al menos no hasta llegar a nuestro orgasmo, las embestidas de William comenzaron a ser más rápidas, profundas y certeras, mi interior parecía querer explotar y así lo hizo, mis piernas temblaban, mi respiración era más agitada de lo normal.
—Te amo. —susurré cuando me cambié a mi lugar—. Esto ha sido una experiencia única. —agregué sonriendo.
—Y también espero que placentera. —susurró, lo miré y me tiró la típica mirada roba corazones seguido de esa sonrisa que me enamoraba.
—También lo fue. —respondí sonriendo y besando sus labios tiernamente, parecía algo ilógico si recordaba lo que había pasado hace algunos minutos atrás, pero que le iba a hacer, era feliz así y no iba a dejar mi felicidad por nada del mundo.
Cuando llegamos, lo primero que pensé fue en mis padres enojados por el retraso de más de un día, pero estaban mis tías, primos y sentí alivio, no nos reprenderían, William se quedó en casa esa noche, lamentablemente no conmigo, pero me tranquilizaba saber que estaba aquí, es peligroso conducir por la carretera de noche.
Capítulo 23: Me quedo en su casa.
A la mañana siguiente, me colé en su habitación y me acosté a su lado, solo quería dormir otro poco sintiendo sus brazos rodeándome.
—Hola amor. —susurró él abrazándome con fuerza y besando mi nuca, me encantaba cuando lo hacía, me sentía especial, saber que él me buscaba para abrazarme y dormir pegado a mí, era cómo un sueño hecho realidad.
—Hola bebé. —respondí a su saludo y me abracé a él, si es que eso podía ser posible.
A los pocos minutos escuché pasos, era uno de los cachorros, lo subí en la cama y durmió junto a nosotros hasta que escuché la voz de mi padre, este abrió la puerta y se dio cuenta de mi presencia, pero no sé enojó, porque no nos encontró haciendo nada.
William se levantó a ayudar a mi padre, cosa que no me agradaba del todo, sé cómo es mi padre, mi familia en general, quieren estar incluidos en todo, y pueden ser muy persuasivos cuando se lo proponen.
—Hola amor. —dije acercándome a William, él besó mis labios sin miedo a mi padre, respondí a su beso, fue tierno, pero extremadamente corto.
—¿Qué harás de comida? —preguntó William, y es qué es un hambriento en serie, cosa que me daba ternura, porque no se acostumbraba a pedir o buscar el mismo la comida, siempre tenía que hacerlo yo.
—Pues cazuela, pero a la tarde prepararé unos queques, si es que quieres quedarte a tomar once conmigo. —mencioné sonriendo y volviendo a besar sus labios.
—Estoy seguro de que quedarán deliciosos. —mencionó sonriendo y pasando su mano ligeramente por mi trasero.
Luego me dirigí hasta donde mi padre para besarlo y abrazarlo también sabía lo que significaba para él, fui la primera hija que pudieron concebir, luego de intentarlo en varias ocasiones.
Justo cuando estaba por ir a llamar a mi padre, a William y a mi hermano para que vinieran a comer, ellos aparecieron, William tapando mis ojos y besando mis labios desprevenidamente.
Podría vivir con esta sensación el resto de mi vida.
Meses después.
Luego de tantas idas y venidas con la matrona para poder usar un método anticonceptivo me indica que antes debería hacerme un control seriado de presión, por lo que algo no anda bien en mí, traté de tomármelo con calma, pero la verdad estaba aterrada.
William y yo hemos tenido demasiada suerte al lograr que no quede embarazada, pero eso no durará para siempre y sé que no estamos preparados para ser padres, ni económica, ni psicológicamente, el aborto tampoco es una opción.
Cuando llegué al auto donde me esperaba William me di cuenta de que se había enojado por la indicación de la matrona, pues solo me había dado unos simples condones que estaba segura no ocuparíamos.
Llegamos a su casa, saludamos y nos dirigimos a su habitación, queríamos meternos en la piscina y ya antes había dejado unos shorts aquí, sonreí, pero mientras me cambiaba de ropa vi las intenciones de William.
—Cierra la puerta. —mencioné sonriendo. Él lo hizo y luego se acomodó entre mis piernas sonriendo y besando todo lo que estuviera a su paso.
Sonreí y gemí en silencio.
Horas después.
Íbamos camino a mi hogar, estaba cansada, había sido un día bastante agotador para ambos, pero William mañana debía trabajar y tenía que devolverse hoy mismo.
—Cuídate amor. —mencioné una vez se subió en su auto para devolverse a su casa.
—Te aviso cuando llegue, princesa. —respondió con aquel tono tierno que provocaba que mi piel se erizase.
—Te amo. —agregué sonriendo.
—Sabes que yo más. —terminó de decir una vez salió del portón de la casa.
Esto era lo que no me gustaba, tener que verlo marcharse, ¿Por qué las cosas debían de ser así? Ni idea, pero esperaba que el destino y la vida nos compensaran algún día.
—Llegué bien amor, te amo, descansa y no olvides soñar conmigo, pronto estaremos juntos nuevamente. —la manera que tenía William de despedirse me causaba un cosquilleo en el estómago.
Yo también te amo, William. Dije sonriendo para mí misma, como una loca… y es que era así, soy una loca enamorada.
Esta semana me iría donde una de mis primas, Andrea. Mi abuela estaba enferma, tenía depresión, para ser más exacta, y yo tenía que ayudar a mi prima a cuidar a sus hijos para que pudiera llevar a mi abuela con el doctor, se había intentado de todo excepto aquel doctor que utiliza las hierbas cómo medicina y sí, estaba generando un cambio en su actitud.
Mensaje Rebecca: Sí, William, me iré donde mi abuela hasta mañana y de ahí nos vamos a la casa de Andrea. —mencioné, sabía que tendría problemas con él, porque no le gusta que venga a este lugar, no sola.
Mensaje William; Sabes que no me gusta nada que vayas para allá sola. —escribió.
Mensaje William: Está ese imbécil con el que estabas antes de conocerme. —agregó. No podía creer que después de todo el tiempo que hemos estado juntos siga pensando que en mi mente exista una posibilidad de querer volver a ver y hablar con ese idiota… y es qué, por mí, no quisiera topármelo por el resto de mi vida.
Mensaje Rebecca: no me interesa, amor. —respondí, sonreí a la pantalla, solo quería que me comprendiera, siempre he estado acostumbrada a convivir con mis abuelos, es más, para mis vacaciones siempre las pasaba con ellos y desde que inició nuestra relación eso acabó.
Mensaje William: Mmm está bien. —mencionó adjuntando un emoji con los ojos vueltos y un corazón.
Mensaje Rebecca: Te amo. —respondí, además de adjuntar una cara lanzando un beso y un corazón.
Dejé mi teléfono a un lado.
Llegué a la casa de mi abuela y me encontré con la sorpresa de qué nos íbamos a ir esa misma tarde a la casa de Andrea, sonreí, le iba a comunicar esto a William, pero mi teléfono no tenía la señal suficiente para hacerlo, así que esperé hasta que volviera a tener la cantidad de señal que necesitaba.
Mensaje Rebecca: Amor, cambio de planes, hoy mismo llego a la casa de Andrea. —escribí sonriendo, pensando que su enojo se acabaría.
Mensaje William: Mmm bueno. —respondió, literalmente no era la respuesta que esperaba, no era capaz de distinguir si estaba bien o no su respuesta, ni tampoco la razón de su enojo, se supone que debe de estar contento porque me vine, quien sabe que es lo que está pasando por su cabeza.
Mensaje Rebecca: ¿Pasa algo? —pregunté curiosa.
Mensaje Rebecca: ¿Estás bien? —escribí nuevamente.
Mensaje William: Sí, amor. No te preocupes. —respondió adjuntando un corazón, su respuesta igual me dejaba con la incógnita, lamentablemente si él no quería comentarme lo que le pasaba no lo iba a descubrir de otra manera, porque siempre trata de mantener todo en secreto, para sí mismo y eso es lo que lo terminará matando… y lo que yo quiero cambiar.
Mensaje Rebecca: ¿Sabes que puedes contarme lo que quieras? —pregunté sonriendo a la pantalla, de pronto uno de los recuerdos de nosotros haciendo el amor se vino a mi mente, sentí cómo mis mejillas se enrojecían y cómo mi respiración se aceleraba.
Mensaje Rebecca: Recordé una de las tantas veces que hemos hecho el amor—. —mencioné sonriendo y adjuntando un emoji tapando mi rostro.
Mensaje William: Te amo. —respondió adjuntando una carita sonriendo.
Los días han pasado y ya por fin es viernes, había conseguido el permiso para quedarme con William esta noche e irnos mañana para mi hogar, después de qué William saliera de su trabajo.
—Hola amor. —susurré acercándome a él, me tomó desde mi cintura y me acercó hasta él para besar mis labios, respondí a su beso de una manera tierna, me encantaba la sensación, me encantaba bastante.
—Hola preciosa. —respondió luego de que nuestro beso acabara. Pasamos por el supermercado para comprar algunas cosas que me había encomendado mi madre y luego nos dirigimos hasta su casa, la noche prometía ser una noche de películas.
Me encantaba ese plan, aunque ambos sabíamos que no importaba la película que escogiéramos, no la terminaríamos viendo completa.
—Extrañaba tanto dormir a tu lado y por fin podremos hacerlo de nuevo. —mencioné sonriendo y besando sus labios.
—Lo sé, no sabes cuanta falta me has hecho. —susurró sonriendo y acercándose a mí para besarme, su beso pronto subió de intensidad, pero el toque en la puerta y el llamado de su abuelo nos interrumpió.
Ambos sonreímos cuando nos separamos y nos dirigimos hasta donde sus abuelos y demás familia, me encanta sentirme tan acogida.
Tomamos once junto a ellos, y nos fuimos a la pieza, la verdad, sí tenía sueño, no estoy acostumbrada a dormirme tarde, pero por alguna razón me quedaba hasta tarde en la casa de mi prima, no sé, supongo que es otro ritmo de vida… ni idea.
—¿Qué veremos hoy? —preguntó sonriendo y besando mis labios. Yo ya me había puesto mi pijama, considerando que es verano y que hace calor por las noches, solo dormía con una polera larga y con calzón.
—Qué te parece si vemos alguna película de amor. —mencioné sonriendo. No estaba segura de si aceptase o no, pero sí la puso, sus caricias comenzaron por mis piernas, provocando que mi piel se erizase por aquel contacto.
—Te amo. —mencionó sonriendo. Respondí a sus palabras besándolo, subiéndome encima de él y rozando nuestras entrepiernas, sentía la excitación en su miembro, mientras por mi parte, la humedad de mi entrepierna crecía y crecía, lo deseaba, en verdad lo hacía.
—Y yo a ti amor mío. —dije cuando separé nuestros labios por falta de aliento, sabía lo mucho que queríamos hacer el amor, la tensión de nuestros cuerpos era notable.
Me dejó en la cama posicionándose entre mis piernas, entró en mí sin más, la sensación era delirante, sentir cómo ingresaba a mi cuerpo una y otra vez, cerré mis ojos y me dejé llevar por las sensaciones de placer que me embargaban.
—Quiero encima de ti. —susurré entre sus labios sonriendo—. Amor. —gemí.
Y fue así cómo comenzó una noche llena de placer para ambos, cambiando de posiciones para lograr el máximo de satisfacción en nuestro cuerpo, agotarnos hasta que solo quedarán las ganas de descansar, de dormir abrazados hasta el día siguiente.
Durante la mañana sentí cómo la fuente de mi calor se salía lentamente de mi lado y es qué William debía ir a trabajar, cosa que no me gustaba para nada, por mí, pasar el mayor tiempo posible a su lado.
Capítulo 24: Irnos a acampar.
—Amor, recuerda que este fin de semana iremos a acampar. —mencioné sonriendo y volteándome para verlo, estaba completamente desnudo, me encantaba verlo así, y es qué para una persona enamora siempre será perfecto todo.
—Si bebé, nos iremos temprano, no te preocupes. —mencionó él sonriendo y besando mis labios para luego vestirse—. Recuerda ir a desayunar, que no te de vergüenza. —mencionó, cosa que era imposible, yo no tenía planeado ir a desayunar ahora que él se iba, no quería enfrentarme a toda su familia, menos después de anoche, que estoy segura escucharon todo lo que hicimos.
—Está bien amor. —mentí—. No te preocupes. —agregué besando sus labios, se veía bastante guapo con su uniforme de trabajo, su cabello corto, y su mirada capaz de enamorar a cualquier mujer que se le cruzara.
—Cuídate, nos vemos pronto. —mencionó besando mi frente—. Te amo. —agregó.
Alrededor de diez o quince minutos después me llegó un mensaje suyo.
Mensaje William: Me encantaría que todos los días de mi vida fueran cómo hoy, cada mañana antes de ir a trabajar fuera tu rostro lo primero que vieran mis ojos, y tus labios lo primero que sintieran los míos. —mencionó provocando que una lágrima de felicidad amenazara con salir corriendo de mis ojos y cayera por mi mejilla.
Mensaje Rebecca: Te amo tanto. —mencioné sonriendo a la pantalla.
Me levanté y comencé a ordenar su pieza, le barrí y ordené su ropa en cada gaveta correspondiente, incluso guardé la mía, que había dejado allí semanas antes.
Por un momento me perdí en los recuerdos, en la manera en que William acariciaba mi piel, en la manera en la que me besaba, en todo lo que habíamos hecho y en la posibilidad de qué, tal vez, podía haber quedado embarazada.
A pesar de ello, sonreí, y es qué si es que estaba esperando un hijo de William, ese bebé tendría una madre y un padre que lo amarían con todo su corazón. Seríamos una familia demasiado feliz.
—William. —dije cuando llegó, sonreí y puse mis manos en su cuello para besarlo, él respondió a mi beso sonriendo cuando este acabó.
—Me han dicho que no has desayunado. —mencionó—. ¿Qué sucedió? —preguntó nuevamente.
—Me dio vergüenza. —respondí sincera—. Pero no importa, no tenía mucha hambre. —agregué sonriendo.
—Amor. —mencionó—. No tenías por qué tenerla. —agregó. Sonreí—. Ven, vamos a almorzar juntos. —agregó sonriendo.
—Tú también la tienes en mi casa, amor. —respondí cómo una niña pequeña justificándose—. Está bien, te acompaño. —dije sonriendo y besando sus labios antes de salir de la habitación.
—Debo confesar algo, amor. He pensado toda la noche en lo que hicimos. —agregó sonriendo y tapando su rostro con mi cuello.
—Yo igual bebé. —respondí sonriendo.
Somos un par de locos que no debían conocerse, pero ahora que lo hacemos, nos amamos con la misma locura que nos invade.
Cuando llegamos a casa nos dimos cuenta de qué mis padres tenían lista la camioneta para llevar las cosas al lugar del río donde acamparíamos, William y yo iríamos en el auto de mi padre para llevar las cosas que no cupieron en el otro vehículo, además de llevar a mi hermana, que en ese entonces quería irse con nosotros.
Llegamos y mi primera propuesta a mi novio fue meternos al agua, cosa que hicimos, pero cómo dos horas más tarde puesto qué mi padre nos encargó el armar las tiendas donde dormiríamos, sin decirnos que él se iría a dormir a nuestra casa.
—William dormirá contigo hoy, hija. —mencionó mi madre, sonreí por ello—. No se vayan a poner a hacer cosas raras. —agregó sonriendo.
—Está bien. —mencioné sonriendo. No quise armar un alboroto, pero prudentemente para no llamar la atención—. Amor. —mencioné acercándome por su espalda y pasando su brazo por encima de mi cabeza.
—¿Qué sucede amor? —preguntó él sonriendo y besando mi frente—. ¿Se te olvidó algo? —preguntó nuevamente sonriendo, no sabía cómo responder pues me había perdido en su hermosa mirada, y es qué, parecía atraparme con aquellos ojos cafés, de largas pestañas y con mirada profunda que me volvía completamente loca.
—Dormiremos juntos hoy. —susurré cerca de su oreja, sus ojos quedaron viéndome cómo si se tratase de una ilusión, juro que podía ver el brillo en su mirada que provocaba, a su vez, que mi corazón se contrajera en mi pecho, casi quitándome el aire.
—Te amo, poco a poco vamos ganando la confianza de tus padres. —mencionó sonriendo—. Estás más hermosa cada día. —agregó nuevamente, sonreí y besé sus labios, sintiendo que mi cuerpo volaba entre las nubes.
—Es qué eres tú quien pierde la visión cada día. —respondí entre sonrisas—. ¿Vamos al agua? —pregunté sonriendo y besando sus labios, él me abrazó con aquella calidez.
—Está bien. —mencionó sonriendo—. Pero ten claro que mi vista no se equivoca cuando digo lo hermosa que eres. —agregó sonriendo y besando mis labios, uno de los cachorros, que era el que se había quedado con nosotros, que además ya no era tan cachorro, nos siguió hasta el agua y comenzó a nadar con nosotros.
—Te amo. —susurré sonriendo—. Eres el amor de mi vida y nunca me cansaré de decírtelo. —comenté nuevamente.
—Y yo de escucharlo. —agregó sonriendo y volviendo a besar mis labios, era una sensación completamente única, me encantaba la sensación.
Caminamos hasta lo más profundo del río, bueno, con el cuidado de no sobrepasar el límite de mi pecho, ya que no sabía nadar, pero William se acercó a mí, sonriendo maliciosamente y tomándome en sus brazos comenzó a frotar su entrepierna con la mía, sentía su excitación, estábamos lejos de todos.
—Amor. —mencioné sonriendo—. ¿Por qué estás así? —pregunté curiosamente refiriéndome a la situación que tenía en su entrepierna.
—Tú provocas esto en mí. —mencionó sonriendo y besando mis labios nuevamente, mis hermanos llegaron provocando que tuviéramos que separarnos, pero estoy completamente segura de que sí no hubieses llegado hubiésemos terminado haciéndolo ahí mismo.
Estar con William era cómo un sueño hecho realidad y es que me encantaba lo que sentía al estar a su lado, era algo completamente único.
Por la tarde, cuando se hizo la fogata, le advertí que no se pasara de copas con mis primos y demás, porque si no, no podríamos dormir juntos, pero el hombre, a pesar de decirme que se calmaría, siguió haciendo caso a las incitaciones de uno de mis primos.
Peleamos. Él pensaba que me molestaba su relación con el alcohol, pero lo que me frustraba era el hecho de que sabía que no podríamos dormir juntos y aun así lo hizo, sin importarle lo que yo sintiera, en fin… terminó durmiendo en el auto, completamente enfermo, subí varias veces para cerciorarme de qué estuviera bien, esa noche no dormí absolutamente nada.
Al día siguiente ni siquiera quería verme, incluso insinuó y mencionó la intención de terminar nuestra relación, cuando lo hizo, tragué el nudo de mi garganta, tratando de evitar que mis lágrimas cayeran, pero era imposible hacerlo, no quiso mirarme.
—No quiero verte, si lo hago me arrepentiré de todo lo que he dicho. —mencionó él cubriendo su rostro con sus manos.
—Mírame y dilo en mi cara. —dije, a duras penas, con una voz casi inaudible, sus palabras fueron cómo un cuchillo apuñalando mi corazón, acabando con cada lugar de vida en él.
—No puedo, no quiero hacerlo. —mencionó tomando mis manos, volteándose para no verme a la cara—. Vete, déjame aquí, solo. Me iré y no volveré a molestarte ni a provocar lágrimas en tus bellos ojos. —mencionó, pero es qué no entendía, yo quería estar con él, solo con él, para amarlo y respetarlo, para que juntos lográramos ser felices.
—Te amo, William, no puedes venir y pedirme que me vaya cuando lo único que quiero es estar a tu lado a cada momento. —mencioné nuevamente, limpié mis lágrimas y volteé su rostro al mío, quería besar sus labios, aunque su aliento a alcohol aún permanecía.
—Y yo te amo a ti. —mencionó respondiendo a mi beso—. Perdóname, por favor. Soy un completo imbécil. —agregó besando mis manos y mi frente, me encanta sentir sus caricias.
Nos bajamos del auto y con intenciones de bajar hasta donde estaban los demás, William jaló mi mano.
—Ven. —me dijo sonriendo, caminamos hasta un viñedo—. Te amo. —susurró tomándome de las mejillas y levantando mi rostro para poder tener mejor acceso a mis labios—. Terminemos nuestra reconciliación como se debe. —agregó nuevamente.
—¿Cómo así? —pregunté inexperta, pensé que estábamos bien ya, y sí, lo estábamos, no fue hasta unos segundos más tarde que me di cuenta a que se refería—. Te amo. —susurré, el acomodó su poleron en el piso y luego se sentó en él, diciéndome que me sentará encima, lo hice, pues me parecía excitante la sensación, la adrenalina de sentir que alguien podría atraparnos, era exquisitamente delirante.
—Te amo más. —mencionó sonriendo. Sus manos marcaban el ritmo, pero pronto quise hacerlo por mi cuenta—. Ah. —gimió, el escuchar y sentir el placer que le ocasionaba me gustaba, y mucho—. Sigue así. —ordenó sonriendo y pronto sujetó fuerte mis caderas y comenzó a moverse él, rápidamente, ocasionando un torbellino en mi interior que pronto terminaría liberándose.
—Ah. —gemí—. Amor. —gemí nuevamente. Sus embestidas seguían siendo rápidas y profundas, y cuando por fin terminó, sentí cómo mi interior se liberaba completamente.
Ordenamos nuestras ropas y bajamos donde se encontraban los demás, estaba segura de que mis rodillas habían quedado con las marcas de la tierra, pero no me importaba, mis mejillas estaban rosadas porque aún sentía la excitación y adrenalina en mi cuerpo, mi respiración seguía siendo agitada, y el recuerdo de lo que habíamos hecho era palpable.
Recomendar0 recomendaciones