Amarte hasta mis cenizas (19-21)

Amandote hasta mis cenizas 2 5

                                                      Capítulo 19: El incómodo viaje.

—Pero fuiste tú quien se alejó. —mencionó William, no podía creer lo que me estaba diciendo, ¿Me estaba culpando a mí por sentirme desplazada?

—Bueno. —respondí sonriendo—. Perdón. —agregué nuevamente. No sabía que hacer o decir, pero acompañé a William hasta donde estaban sus amigos, con la mejor cara posible, aunque no se me daba eso de aparentar.

Decidieron ir a otro sitio, pero yo moría por ir al baño así que me detuve antes de bajar el muy empinado sitio.

—¿Qué haces? —preguntó William—. Bajarás, ¿Verdad? —preguntó nuevamente, eso quería, pero no sabía si hacerlo o no. Me resultaba una bajada bastante empinada y me daba miedo bajarlo.

—Sí, solo necesito un momento. —mencioné sonriendo.

—¿Me dirás qué pasa? —preguntó con un tono de voz enojado, este tiempo juntos, había aprendido que se impacientaba con poco rápido, pero que de la misma manera se le pasaba solo, no sé si eso era algo bueno o malo, pero seguramente nos traería problemas.

—Quiero ir al baño, amor, no es nada más que eso. —mencioné sonriendo—. Baja, yo te sigo. —agregué sonriendo y tratando de besar sus labios, pero se quitó de mi alcance, luego su amigo subió y nos vio.

—¿No bajarán? ¿Qué pasa? —preguntó enarcando una ceja, mirándome fijamente, cómo quien dice era mi culpa.

—Nos quedaremos un rato aquí. —mencionó William—. Ve, los alcanzamos en un rato. —el amigo volvió a bajar, William se devolvió a verme—. Te acompaño. —agregó.

—Está bien, creo que vi un lugar por allí. —mencioné sonriendo, pero la mirada de William solo decía una cosa, enojo—. Te amo. —susurré esperando que me respondiera de aquella forma tan tierna en la que lo menciona.

—También te amo. —dijo en apenas un susurro—. Ve, te puede ver alguien. —mencionó sonriendo—. Eso que tienes solo es mío. —agregó.

—Amor, no sé ve nadie por aquí, date la vuelta, por favor. —mencioné sonriendo y él así lo hizo, cuando terminé me acerqué a él y cómo siempre, con sus manos acariciando mis mejillas me besó tiernamente.

—No quieres bajar, ¿Verdad? —preguntó, negué con mi cabeza, como una niña pequeña, tenía miedo de que fuera a enojarse conmigo nuevamente.

—Pero tu baja, nada te retiene aquí. —susurré sonriendo—. Yo esperaré aquí, tengo miedo de bajar por ese lugar. —agregué.

—Me quedaré contigo, vine contigo, para que pasáremos tiempo juntos y solo te he dejado de lado. —agregó besando mi frente, provocando mil y una sensación en mi cuerpo.

Cuando íbamos llegando a la bajada aquella su amigo subió enojado rápidamente, no sabía si estaba enojado conmigo o algo más, aunque su mirada furiosa era evidente, detrás de él apareció la novia, con una mirada algo triste, pero engañadora.

Me puse en su lugar y hasta sentí empatía con ella, sabía cuánto dolía cuando William se molestaba conmigo. Todos caminamos tras Benjamín, él iba demasiado rápido y no tenía sentido de la orientación, literalmente no estábamos saliendo por donde entramos anteriormente.

Ella insinuó que quería ir al baño y no me quedó más remedio que acompañarla, empaticé con ella, de verdad quería tratar de llevarme bien con Adriana, no quería tener problemas con William, pero había algo en ella que no me convencía para nada.

Llegamos después de mucho intentar al vehículo, de camino pasamos a dejar a los amigos de William, debía llevarme a mi hogar también, esperaba que todo saliera bien, antes de irnos pasamos por su casa a descansar un poco, en auto no es muy cómodo descansar.

—Fue un buen día. —susurré sonriendo y recostándome en la cama, apoyando mi cabeza en sus brazos—. Pero sin duda, esto es lo mejor del día. —agregué sonriendo.

—Ojalá pudieras quedarte conmigo esta y todas las noches. —susurró sonriendo y volteándose para quedar frente a mí. Su mano recorrió mi pierna hasta llagar a mi trasero.

— Es lo que más deseo, amor de mi vida. —mencioné besando sus labios, sonriendo—. Nunca me cansaré de decirte que eres lo mejor que me ha pasado. —mencioné nuevamente entre sus labios. Por otra parte, sus brazos seguían rodeando mi cuerpo, atrayéndolo más hacía él.

—Me vuelves completamente loco, princesa. —mencionó y antes de que pudiera decir algo me besó y con sus manos recorrió desde mis piernas hasta mis senos con aquella posesividad que me volvía loca, quería más, estaba segura de ello.

Bajó mi pantalón, sabíamos de mi estado, pero no importaba, la pasión y lujuria que nos invadía era tanta que estábamos dispuestos completamente a todo.

Sus estocadas se sentían más profundas, mi interior estaba más sensible que de costumbre, me encantaba sentirlo así, siendo mío, de la misma manera en la que yo le pertenecía.

—Te amo, William. —susurré besando sus labios, mis gemidos amenazaban constantemente nuestra cautela, el choque de nuestros cuerpos era completamente excitante, quería todo de él y por la manera en la que sentía sus caricias en mi piel, estaba segura de que él también quería todo de mí.

—Te amo más, amor. —susurró besando mis labios y mordiendo mi labio inferior—. Quiero todo de ti. —agregó sonriendo, aquella sonrisa que me vuelve loca. Cerré los ojos entregándome al placer que me estaba brindando, mi cuerpo estaba al borde de la locura, y es que ese era uno de los poderes que él tenía sobre mí.

—Soy toda tuya, William. —mencioné sonriendo y besando sus labios desesperadamente—. Siempre será así. —agregué y es que la manera que teníamos de hacer esto era maravillosamente delirante.

Nos vestimos y nos ganamos en la típica posición de cucharita, me encantaba sentir su cuerpo abrazándome cada que hacíamos el amor, pero pronto mi teléfono comenzó a sonar, y es que se me había olvidado por completo que tenía que volver a mi casa, sonreí cuando contesté la llamada.

Era mi madre, se escuchaba un poco enojada, a esta hora ya debía estar en mi casa, pero haber pasado más tiempo con William valía toda la pena del mundo.

Nos subimos al vehículo de William y nos dirigimos con rumbo a mi hogar, él puso música, dedicándome las canciones que salían y sacando las canciones de desamor que aparecían, su mano se coló en mi pierna, el calor que emanaba de ella me encantaba.

—Amor. —susurré esperando que no me hubiera escuchado, pues me arrepentí enseguida de lo que quería decir.

—Dígame, princesa. —mencionó sonriendo y llevando mi mano hasta su boca para besarla. ¿Por qué hacía este tipo de cosas? ¡Me vuelve completamente loca!

Llegamos a casa oscuro, mis padres nos estaban esperando para comer, me encantaba la amabilidad que mostraban con William, más aún cuando él me dice lo aceptado que se siente con mi familia.

                                               Capítulo 20: Viaje después de navidad.

Tiempo después.

Ya era la cena de navidad, mi familia estaba reunida junto a algunos amigos de mis padres que también eran considerados familia, sabía que los padres de William lo acompañarían hasta mi casa para llevarme con él.

Mis padres también lo sabían, estaban dispuestos a darme el permiso que quería para pasar algunos días de vacaciones con mi novio y su familia, porque igual debía pasar más tiempo con ellos.

Cuando al fin llegaron mi corazón comenzó a exaltarse, no sabía si estaba presentable o no, guardé un poco de ropa en mi bolso, no sabía que hacer, ni cómo actuar, pero me limité a entregar los regalos que previamente había comprado para ellos, para cada uno de ellos.

Su madre prometió que yo dormiría con ella, cosa que pensé sería verdad, que incómodo sería hacerlo.

Me subí en su vehículo y nos dirigimos hasta su casa, William tomó mi mano y la entrelazó a la suya, lo amaba demasiado, mis piernas temblaban de la felicidad, sería la primera noche que pasaríamos juntos, completamente juntos. Nosotros dos, sonriendo, durmiendo y soñando juntos, abrazados.

Me encantaría despertar y sentir sus brazos rodeándome, sentir el calor que me brindan y el amor que sale de su pecho y de sus ojos cada vez que me ve cuando sonríe, con aquellos ojos achinados, con aquella sonrisa que me encanta, que me vuelve loca y que grita que la vida está hecha para amarnos, que nuestros cuerpos encajan perfectamente el uno con el otro porque el destino nos hizo coincidir, era nuestro destino estar juntos.

Vimos una película luego de hacer el amor, me puse mi polera pijama, aunque de la cintura para bajo solo mi calzón, William se empeñó en que durmiera desnuda, pero no sabía si estaba bien, después de todo, en verano no suelo cubrirme con las sábanas y alguien podría pasar por la puerta y verme desnuda completamente.

—Te amo, soñaba con este momento. —susurró en mi oreja, besando mi nuca y mi espalda, sonreí y me abracé aún más a él, si es que eso era posible.

—Te amo mucho más. —respondí sonriendo y besando sus manos. Me dormí, perdida en el calor de sus brazos.

Comencé a sentir una sensación extraña, apenas abrí un poco los ojos me di cuenta de que William estaba entre mis piernas.

—¿Qué haces? —susurré sonriendo.

—Me levanté al baño y cuando volví y te vi, me dije a mi mismo. Dios que hermosa mujer tengo a mi lado, y comencé a besar tus piernas y aquí me tienes ahora. —susurró sonriendo.

Me encantaba la forma en la que siempre me hacía sentir especial.

«Esa noche fue perfecta, fue la primera noche que dormimos juntos, el recuerdo de ese hombre me atormenta aún por las noches, ¿Por qué cambiaste tanto, Will? ¿Fue mi culpa acaso? ¿No te apoyé lo suficiente? ¿Un solo error que cometí merecía que me tratases de esa forma? Nunca podré responder a estas preguntas, porque nunca me lo dirás, terminamos siendo dos personas tan retorcidas que no cabe la posibilidad siquiera de la charla amigable entre nosotros, simplemente tratamos de ser cordiales unos minutos para no caer en la tentación de la discusión… o más bien, no caer en la tentación de volver a caer en las pegajosas redes de tus brazos envolviendo mi cuerpo desnudo»

Al día siguiente, despertamos temprano, íbamos a salir temprano, no estaba segura de qué es lo que haríamos o donde sería nuestro destino, pero esperamos tanto tiempo a escuchar algún ruido para poder así levantarnos, que al final terminamos viendo una película, nunca la había visto, pero ese era el chiste, ¿No?

Tipo diez de la mañana nos levantamos y partimos a la casa de un hermano del abuelo de William, a conocer a más personas de la familia, supongo que eso era bueno, más si queríamos tener una larga relación.

—¿Cómo te sientes? —preguntó William sonriendo y besando mi frente—. No puedo creer que estés aquí, conmigo, con mi familia. —agregó sonriendo y desbordando alegría por sus ojos y sonrisa.

—Estoy bien amor, me emociona la idea de compartir contigo estos días. —mencioné sonriendo y acariciando su cabello, sabía que lo relajaba y a mí me encantaba hacerlo.

—Te amo. —susurró sonriendo—. Te amo demasiado. —agregó provocando que mis mejillas se enrojecieran, ese poder que tiene nunca va a cambiar.

—Y yo a ti, amor mío. —respondí besando ligeramente sus labios—. Eres lo mejor que me ha pasado. —comenté nuevamente.

No estaba buscando a nadie, me sentía completa sola, pero cuando lo conocí, a medida que hablamos, se fue colando en mi corazón lentamente, y ahora no seré capaz de dejarlo ir, porque no quiero, porque lo intentaría una y mil veces si fuera necesario con tal de hacerlo feliz, de hacernos felices.

Llegamos y dejamos al abuelo con su hermano, los demás nos dirigimos a un río, hermoso lugar para pasar el rato, sin conexión a nada más que a la naturaleza y a las personas que estaban a nuestro alrededor.

—Que hermoso es. —susurró William y luego yo también lo hice.

—Es demasiado hermoso. —comenté sonriendo y tomando su mano, él entrelazó nuestros dedos y me pegó más a él, era la primera vez que convivía tanto tiempo con la familia de William, me sentía un poco avergonzada, fuera de lugar, pero me encantaba donde estábamos, no es cómo que mi familia haga mucho esto.

—Cómo tú. —susurró parándose frente a mí para besarme, mis mejillas se sonrojaron apenas nuestro beso acabó y me di cuenta de que todos nos estaban mirando—. ¿Quieres entrar al agua? —mencionó nuevamente.

—William, la corriente es muy rápida y yo no sé nadar. —susurré tímidamente—. Mejor yo me quedo aquí y te veo nadar. —mencioné nuevamente con una sonrisa.

—Yo te cuido, amor. No te preocupes. —mencionó sonriendo y tomándome de la mano para llevarme al agua.

—Confío en ti, amor. —mencioné sonriendo y siguiendo su paso, apenas me metí al agua me entró un frío terrible, pues el agua era más helada de lo que creía, además de sentir la corriente arrastrándome, sentí un poco de pánico, más cuando a William se le ocurrió subirse a una piedra y lanzarse al agua como si nada.

Comenzó a nadar en mi dirección, solo esperaba que no se pusiera a jugar ahora, la corriente cada vez era más fuerte y para mí, que no sé nadar, era algo complicado jugar, no quería terminar golpeándome con alguna roca.

Cuando por fin nos devolvimos a la casa del tío abuelo de William pedimos el baño para poder darnos un baño con agua caliente, mi piel estaba completamente helada, William propuso la idea de bañarnos juntos, pero se darían cuenta de qué estaríamos juntos, no sé si sería lo mejor ahora, considerando que no era ni su casa ni la mía.

Cuando salí me sentía de mucho mejor ánimo y con la temperatura de mi cuerpo normal, ya no moría de frío, estuvimos un par de horas con ellos, conversando, escuchando anécdotas, sin duda me gustaba escuchar las anécdotas de los demás.

Nos devolvimos, supuestamente íbamos a acampar, pero a estas alturas, solo quería dormir en la camita junto a William, dormir abrazándonos, tal cual la noche anterior.

—Ojalá todas mis noches fueran así. —mencionó William sonriendo y escondiendo su rostro en mi cuello—. Sería tan perfecto verte despertar cada día. —agregó en apenas un susurró—. Gracias por aparecer en mi vida y llenarme de la luz que me hacía falta. —terminó de decir.

—Amor, gracias a ti por hacer que crea en el amor. —susurré—. Siento que después de ti no existirá nada más. —agregué—. Así que no te será muy fácil librarte de mí. —mencioné sonriendo y besando su frente.

—Te amo. —susurró abrazándome con fuerza, sin lastimarme—. Prometo protegerte de todo el mal de este mundo, incluso de mí. —susurró nuevamente, no entendí que es lo que quería decirme, pero lo abracé de la misma forma en la que él lo hacía.

—También te amo, demasiado. Nunca te dejaré. —mencioné sonriendo y besando su frente, su rostro de pronto quedó frente al mío, nuestros labios se unieron y comenzamos a besarnos con desesperación, su mano acarició mi abdomen cómo si me fuera a ir a alguna parte.

Quitó mi polera y yo hice lo mismo con la suya, comenzó a desabotonar su pantalón para quitarlo, luego lo hice yo, mi ropa interior quedó en su lugar y él fue el encargado de quitarla, estábamos desesperados por sentir nuestros cuerpos arder junto al del otro.

—Te amo. —susurró sonriendo—. La poca luz de la habitación igual nos dejaba apreciar la silueta de nuestros cuerpos, deseaba todo de él y sabía que él también me deseaba a mí.

—Igual yo amor. —respondí entre gemidos, entró en mí de una sola estocada, fuerte, la sensación de dolor y placer que sentía era alucinante, quería más. —Más—. gemí, él sonrió, pude apreciar su sonrisa.

—Pídelo otra vez. —mencionó sonriendo y besando mi cuello, bajando a mi pezón y mordiéndolo.

—Ah. —gemí—. Quiero así. —pedí.

Sus estocadas profundas y seguidas provocaban que mi interior pronto colapsara, tapó mi boca cuando advertí que mis gemidos iban a correr por cuenta propia, que no sería capaz de mantener el control de mi cuerpo.

—Déjate llevar. —mencionó cerca de mi oreja, pasando la lengua por ella, provocando que la humedad de mi intimidad solo siguiera aumentando—. Quiero que te vengas conmigo. —agregó mordiendo mi pezón sin que me lo esperase. Mi espalda se arqueó, la excitación era demasiada.

—William, no más. —susurré, sentía que mi cuerpo se desarmaría—. Me vengo, ah. Por favor. —mis palabras solo dejaban ver una cosa, el placer que estaba sintiendo.

—Vente. —susurró, luego sentí sus estocadas una tras otra, más fuerte, más profunda, hasta que paró y pude sentir un líquido recorriendo mi interior y tratando de salir de mí—. Te amo. —susurró recostándose a mi lado y besando mi frente.

—Y yo a ti amor. —respondí inclinándome un poco para que él pudiera pasar su brazo por debajo de mi cabeza—. Te imaginas un bebé nuestro. —mencioné arrepintiéndome enseguida de lo que había dicho.

—Sí, si me lo imagino. Igual de hermoso que su madre. —mencionó—. ¿Por qué lo preguntas? —mencionó.

—Bueno… ninguno de los dos se está cuidando para que no quede embarazada, es probable que en algún momento tengamos un bebé. —mencioné sonriendo tímidamente, no sabía si esto le gustaría o no a William.

                                        Capítulo 21: Viaje después de navidad, dos.

Él me hizo voltear, besó mi espalda, la sensación en mi cuerpo provocó que toda mi piel se erizase, luego sentí sus brazos rodeándome, inmediatamente sentí su calor qué, mesclado con el cansancio de mi cuerpo provocó que me durmiera prácticamente enseguida.

—Te amo. —susurré antes de perder la conciencia.

A la mañana siguiente sus padres comenzaron a tocar la puerta de la habitación, impacientes, debían arreglar una ventana antes de partir nuevamente, por una de sus hermanas me enteré de que iríamos rumbo a la casa de otro de sus tíos, quien sabe dónde será eso.

William se levantó molesto, se suponía que eso debería haberse hecho hace días, pero al parecer también eran de los que dejaban todo para el último minuto.

Le preparé un café a William, temerosa de que alguien fuera a decirme algo, así que, en silencio se lo preparé, traté de buscar el pan para hacerle unas tostadas, pero no lo encontré, es más, no sabía si aún quedaba.

Cuando ya todos estábamos listos tuvimos que acomodarnos y subirnos a los autos, William y yo éramos los que más incómodos íbamos, aunque la felicidad de estar juntos, en ese momento, era mucho mayor.

Nuestras manos iban entrelazadas, nuestros labios formando una sonrisa perfecta, nuestros ojos deleitándose con la mirada del otro y es que me encantaba la sensación que sentía mi corazón y probablemente nunca me cansaría de ello.

Llegar a la casa de su otro tío abuelo fue un problema, nadie recordaba la dirección exacta, estábamos prueba y error para dar con la casa, y cuando por fin llegamos, nos bajamos a estirar un poco las piernas y nos dirigimos nuevamente a un lago completamente distinto al que estuvimos el día antes.

William y yo nos metimos mientras la comida se hacía, sentía mi corazón acelerarse con tan solo tenerlo cerca, sentir su piel rozando la mía y, sobre todo, recordar la manera en la que me hacía el amor.

—Te amo y siempre lo haré. —mencioné sonriendo.

Esa noche no volvimos a su casa, si no que nos quedamos en la casa de su tío abuelo, sentí cómo mi corazón se aceleraba de solo pensar en que pasaríamos otra noche juntos. Amaba a William más que a mí misma, aunque supiera que eso no estaba bien.

—Dormiremos en esta cama. —mencionó William apuntando a una cama de una plaza y media. Sonreí, más abrazados dormiríamos, aunque de todas formas no nos separábamos al dormir.

Nos bañamos por turnos para quitarnos el agua de río que llevábamos encima, luego, el sueño comenzó a invadirme, me acosté en la cama y esperé que William llegara a mi lado para poder envolverme entre sus brazos y así fue, cuando sentí sus brazos realmente me sentí protegida, supongo que se sentía cómo estar en las nubes.

No quería que esto cambiara nunca, William era ese lugar feliz que tanto había estado esperando.

—Te amo. —susurré abrazando y pegando mi cuerpo más a él, como si eso fuera posible—. Me siento tan protegida con el calor que me dan tus brazos. —volví a susurrar.

—Esa es la idea, amor. Te protegeré de todos, hasta de mí. —mencionó él besando mi nuca. Sonreí, mi cuerpo se estremeció por su contacto con aquella parte sensible de mi cuerpo.

—Eres lo más bonito de mi vida. —susurré quedándome dormida entre sus brazos, estas noches serán eternas para mí, de eso estaba completamente segura.

Al día siguiente, cuando despertamos una de sus hermanas, la más pequeña, se acostó con nosotros y comenzó a jugar con su teléfono, cosa que cualquier niño haría.

Comenzó a revisar sus contactos de WhatsApp, William le iba comentando de quien se trataba cada persona, supongo que todo estaba bien, cerré los ojos y me acomodé en su pecho para tratar de dormir otros minutos.

—Para qué estamos con mentiras, yo sé que te gustaba y que querías estar conmigo—. era la voz de William la que se escuchaba, levanté la cabeza y lo miré, estoy completamente segura de que mis ojos estaban llenos de lágrimas para ese entonces, traté de ver a quién se lo decía, pero no pude.

Al contrario, el eliminó todo asegurándome que solo era un malentendido y que eso había pasado antes de conocernos, pero igual dolía, no sabía cómo sentirme con respecto a esta situación. William terminó echando a su hermana de la cama y yo le di la espalda, tal vez quería que me abrazara y me diera la seguridad que estaba acostumbrada a recibir de sus brazos.

—Amor, ven. —mencionó él para voltearme, pero no quería hacerlo, no quería que viera mis ojos llenos de lágrimas, si es que no los había visto ya, y es que nunca me ha gustado parecer débil.

—Dame un momento, William, no me siento bien. —mencioné abrazándome a su brazo, él también lo hizo, también me abrazó, fuerte, pero sin lastimarme, quería detener el maldito tiempo en este momento.

—Te juro que fue antes de conocerte, de verdad no vale la pena. —comentó él tratando de justificarse, confié en él y le creí, después de todo, no me había dado motivos para desconfiar de él.

—Está bien. —respondí sonriendo y volteándome para quedar viéndolo a los ojos, en su mirada se veía el enojo mezclado con un toque de tristeza. Besé tiernamente sus labios.

—No me crees, ¿Verdad? —preguntó mirándome con aquella mirada que me enamoró, con aquella sonrisa desganada que me dejaba claro que le afectaba la situación que estábamos viviendo.

—Sí lo hago, William. —mencioné—. No tengo por qué reclamarte lo que hiciste antes de nuestra relación. —agregué—. él se levantó tomando mi mano.

—Acompáñame. —mencionó sonriendo. Me levanté y seguí sus pasos—. Eres el amor de mi vida. —agregó nuevamente—. Nunca haría nada para lastimarte, ¿Lo entiendes? —terminó de decir. Tomé sus manos y las llevé al lado izquierdo de mi pecho, simbolizando el lugar de mi corazón.

— ¿Lo sientes? Mi corazón es tuyo, William. —susurré—. Te estoy entregando el poder de destrozarme si así lo quieres. —agregué nuevamente.

—Nunca lo haría, amor. Te protegeré de todo, ¿Recuerdas? No dejaré que nadie te haga daño, princesa mía. —susurró besando mis labios con ternura… ternura que pronto pasó a ser un desespero que invadió rápidamente mi cuerpo, mis manos se fueron a su cabello, pero él tomó mis brazos y los dejó encima de mi cabeza, pegándome a la pared, besando desde mis labios a mi cuello, provocando que mi cuerpo se erizara.

Quería más, estaba completamente segura de ello.

—William… no se puede. —mencioné. —Nos van a escuchar—. agregué con mi corazón queriendo salir de mi pecho, con mi respiración notablemente más agitada de lo normal… y es qué, no podíamos pasar por esto a cada momento.

—Sí se puede, pero no debemos hacerlo. —mencionó besando y lamiendo mi oreja provocando que la humedad en mi zona intima creciera, la manera de percatarse fue el rojo de mis mejillas—. Tu cuerpo me grita que te haga mía. —susurró abriendo la puerta del baño, saliendo de este y dejándome sola, él se veía tan fresco cómo una lechuga, en cambio yo, me estaba muriendo.

Aproveché el lugar en el que estaba, me di una ducha rápida, sin lavar mi cabello y salí de ahí, ya más refrescada, con menos deseos lujuriosos, pero con deseos de comer algo, mi estómago gruñía.

Me senté al lado de William una vez ingresé al comedor, su tía abuela, Ester, y su tío abuelo, Federico me dieron el pase para sentarme en la mesa junto a él, luego tendríamos que ir a ordenar las camas donde dormimos.

—¿Y bien? ¿Entendieron la manera de hacer las camas? —mencionó su tía abuela, que por lo que veía, era una maniática del aseo, le gustaba tener todo sin siquiera una mancha y cómo a ella le gusta.

—Sí. —respondimos sus hermanas y yo, William se me quedó viendo, estoy segura de que no había entendido nada, pero no importaba, para eso estábamos juntos, él había decidido ayudarme a ordenar. 

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