Amarte hasta mis cenizas (16-18)

***Se recuerda la advertencia +18 años***

                                                      Capítulo 16: La familia de William.

Hoy por fin, luego de tres meses de relación conoceré a la familia de William, no sabía ni cómo vestir, ni cómo actuar, ni siquiera sabía si les caería bien, por otra parte, hasta habían inventado un panorama después de navidad, que sería dentro de un mes, si les caía mal seguramente sería muy incómodo asistir con ellos.

Sonreí cuando llegué a la casa, por cómo lo pintaba William era casi el mismo ambiente que el mío, pero sí, me había advertido que su madre era de muchas palabras y sin pelos en la lengua, por decirlo de cierta manera.

William tomó mi mano y junto él ingresé a la sala de la casa, la primera que apareció fue su abuela, una señora muy amable y qué, seguramente, era querida por todos, después de eso, conocí a su abuelo, lleno de alegría a pesar de la enfermedad que lo mantenía siempre achacado, su madre me saludó y me abrazó contando de inmediato un chiste, sonreí tímida, pues no sabía cómo actuar, luego estaba su padre, hombre de pocas palabras y mirada intimidadora, luego saludé a sus hermanas y hermano menor, era una familia numerosa.

Resulta la coincidencia que ese mismo día que el hijo de una de sus hermanas estaba de cumpleaños, nosotros cumplíamos otro mes cómo novios, me parecía extraño, tal vez William lo había decidido de esa manera, aunque no tenía la seguridad de ello.

—¿Estudias? —preguntó el abuelo de William, cuando ya todos estábamos sentados en la mesa, asentí y bebí un sorbo del té que quedaba en mi taza.

—Umm, sí. Ahora estoy pensando en inscribirme en un instituto para terminar la carrera de administración, es lo que me gusta y tengo las posibilidades para hacerlo, gracias a dios. —mencioné sonriendo de lado, aún tímida, pues las miradas de todos se quedaron posadas en mí, no sabía si había dicho algo mal o no.

La mano de William acariciando mi pierna por debajo de la mesa empeoró aún más las cosas, pues provocaron que mi cuerpo se tensara, ¡No podía estar haciendo esto ahora! ¡Cómo se le ocurre!

Cómo pude traté de retirar su mano sin que los demás se dieran cuenta. Veía a su padre quien estaba comiendo en silencio mientras su señora le preparaba hasta las tostadas, levemente le tiraba esas miradas intimidadoras por las que aparentemente se caracterizaba, pero no le presté importancia.

—Yo siempre le he dicho a William que comience una carrera, aún está a tiempo de hacer algo por su vida. —mencionó su abuelo rompiendo el silencio incómodo en el que estábamos atrapados—. Pero no hace caso alguno. —agregó.

—Aunque quisiera no podría, no terminé el nivel medio que se pide. —mencionó sonriendo de lado William, tal vez no debí haber mencionado qué quería estudiar, su hermana me miraba con una cara de muerte, aunque no sabía si era así, si había tenido un mal día, o si simplemente le caía mal.

—Um podrías inscribirte en esos centros donde puedes terminarlo en un año. —mencioné entrelazando nuestras manos, sonreí y él me respondió de la misma manera, no quería que el tiempo avanzase, quería mantenerme mirando su bellísima mirada por el resto de mis días.

—Tienes razón, amor. —mencionó sonriendo y besando mi frente, sus hermanas, excepto la que me miraba intimidadoramente, igual que su padre, sonrieron.

Cuando terminamos de comer, William me llevó a su habitación.

—Seguro que no se molestarán si nos encerramos aquí. —mencioné sonriendo y viendo cómo ponía el seguro de la puerta, sabía lo que quería hacer, me acosté en la cama y encendí el televisor, no creía estar muy segura de hacerlo aquí, donde hay tanta gente que podría escucharnos.

Él se coló en la cama, entre mis piernas, provocando que mi piel se erizara y comenzara a temblar producto de las sensaciones que invadían mi cuerpo.

—Creo que estás temblando nuevamente, ambos sabemos que es lo que tu cuerpo desea. —mencionó él sonriendo. Mi aliento salió pesado, cargado en un suspiro, que, a su vez, salía de mi boca lleno de deseo descontrolado por sentir su piel rozando la mía.

—¿Seguro qué podemos hacerlo aquí? —pregunté sonriendo y sintiendo cómo mis mejillas se enrojecían, ¡Me avergonzaba de mis propias palabras y deseos!

—Demasiado seguro, amor. —mencionó—. Te haría el amor cómo nunca, si me dejas. —agregó sonriendo y acariciando mis piernas mientras subía besando mi cuerpo por encima de mi ropa, nunca había sentido algo similar, me avergoncé cuando llegó a mi abdomen, digamos que no es la parte favorita de mi cuerpo.

Sus labios pasaron de mi cuello a mis labios, deseaba besarlos, y es que es la única manera de poder desahogar todo el deseo que tengo, no sabía más, ni siquiera sabía si lo que hacía estaba bien, era puro instinto, lo que creía que estaba bien en base a las muchas películas y telenovelas que había visto durante mi vida.

Pero qué hacer cuando esas partes te las quitan, ni siquiera sabía si el disfrutaba de lo que hacíamos o si solo se encargaba de complacerme a mí. Desnudó mi cuerpo rápidamente y lo dejé hacerlo, luego siguió con su ropa, en ese momento éramos dos personas presas del deseo que solo querían devorarse el uno con el otro.

—William… —susurré sonriendo entre sus labios, mis manos se sujetaban de sus caderas, tratando de llegar a sus hombros. Gemí su nombre en varias ocasiones, despacio.

—Te amo. —susurró cerca de mi oreja, no pude responder porque inmediatamente sus embestidas eran más fuertes, mis gemidos amenazadoramente fueron más altos—. Shh, más bajo, nos escucharán. —mencionó William sonriendo, en el fondo también le gustaba escuchar que lo que hacía era placentero para mí.

—Es lo que tu provocas. —mencioné sonriendo. Podía escuchar el choque de nuestros cuerpos—. Te amo, amor mío. agregué sonriendo. —William entrelazó nuestras manos poniendo las mías encima de mi cabeza—. ¿Qué haces? —pregunté sonriendo, sus labios apresaron los míos cómo si estos fueran a escapar de su alcancé.

Mordió mi labio inferior, sus embestidas iban en alza, mi cuerpo iba a llegar a su límite en cualquier momento, lo podía sentir, mis gemidos fueron altos, William trató de callarlos con besos, pero no fue hasta que tapó mi boca con su mano que ambos llegamos a nuestro límite.

Sentí su cuerpo caer a mi lado, luego su brazo pasar por debajo de mi cabeza, atrayéndome a su cuerpo, nuestra piel se rozaba, creí que no le gustaría verme así, pero me hacía sentir tan protegida que no me importaba nada más que estar a su lado, en este momento, sintiéndonos, amándonos, etc.

No quería que el día se acabara, porque apenas anocheciera, significaría que William debía ir a dejarme a mi casa y que se devolvería para la suya, la verdad es que quisiera que muchas cosas fueran diferentes, pero no soy capaz de romper las reglas que me dicen.

En ese aspecto me gustaría ser más cómo William, pero entendía que era algo complicado para mí, considerando, además, que soy mujer.

—Te amo amor. —mencioné sonriendo y besando su pecho, que aún se encontraba desnudo, al igual que el resto de nuestros cuerpos, él sonrió provocando que mis mejillas se sonrojaran.

—También te amo. —respondió acercándose a mí, y sonriendo, besó mis labios tiernamente, como si fuera la primera vez que lo hacíamos, me encantaba la sensación, pero sabía que nuestros besos subían de intensidad cada segundo.

Me separé de él, sonreí y mencioné.

—¿Veamos una película antes de que me tenga que ir? —pregunté mirando a sus ojos cómo si fuera una niña chiquita pidiendo algo. William sonrió y besó mi frente.

—¿Qué deseas ver? —mencionó sonriendo, soy muy fan de las películas de terror, pero no sabía si a él también le gustaban como a mí, por lo general vemos películas de acción.

—Tal vez una película de terror… si quieres. —mencioné sonriendo y besando su mano, no sé por qué, pero me encantaba hacerlo, era una de mis formas de demostrarle mi cariño.

—Te amo, pequeña. —mencionó besando mis labios y poniendo la película que deseaba, —El conjuro—, supongo que es una película de terror cliché para ver en pareja y nos quedamos viendo, al menos diez minutos, luego nos distrajimos en nuestros labios, besándonos, devorándonos y satisfaciendo nuestros deseos carnales.

Besé su pecho provocando que sonriera.

—Eres la mujer que me brinda paz, amor. —mencionó sonriendo e inclinándose para besar mi frente—. Quiero hacer mi vida contigo, no tengo dudas. —agregó sonriendo, mi corazón saltaba de alegría por sus palabras.

—Y yo contigo amor. Se que no voy a sentir esto con nadie más, eres el hombre con el que quiero compartir mi vida. —mencioné—. Quiero ser la mujer que sane tus heridas y que al fin logres tener la felicidad que deseas. —agregué.

—Teniéndote a mi lado ya lo tengo todo. —mencionó—. Pero es un martirio cuando te tengo lejos. —susurró cerca de mi oreja. Mi teléfono comenzó a sonar, seguro se trataba de mis padres—. Creo que ya tenemos que irnos a tu casa. —mencionó sonriendo de lado, cómo que no quiere la cosa.

                                                    Capítulo 17: ¿Y quieres repetirlo?

Recuerdo cómo si fuera hoy el día en qué me confesó parte de su verdad, de esa a la que le temía, porque decírmela, para él, probablemente significaba perderme, y según lo que me ha dicho, perderme es su peor pesadilla.

Conocía a la perfección la infancia de William, pues el mismo me la había contado, el mayor de cinco hermanos, aunque siempre se sintió el más alejado de todos por su manera de pensar y la manera en la que le tocó vivir, los maltratos a los que fue expuesto, que probablemente tuvieron mucho que ver con la manera en la que formó su carácter.

Tuvo problemas con sus amigos y exnovias, demasiados problemas, diría yo, además, estoy completamente segura de que conoce a distintas personas que piensan muy distinto a mí y eso me asusta, porque me considero demasiado tradicional y él ha vivido su vida al límite.

Aun así, siempre lo he escuchado llamarse un monstruo, un ser de oscuridad, dice que yo fui su salvación, pero yo no lo veo de esa manera, para mí, él ha sido la mía, yo vivía en las sombras hasta que lo conocí, y es qué cada uno tiene y tuvo sus problemas, ambos esperábamos hacernos felices mutuamente y en mi corazón sabía que lo lograríamos.

Sin duda uno de los relatos que más llamó mi atención, fue cuando me contó de su expareja, la que tuvo justo antes de mí y qué prácticamente intentó arruinar su vida, de cierta manera.

William siempre me había dicho que tenía un pasado oscuro y que cuando él mismo estuviera listo me diría de qué se trataba, siempre imaginé cosas extrañas, drogas, alcohol, etc., pero su confesión me dejó helada, por el grado de complicación y porque, en efecto, no era capaz de creer que estuviera hablando del mismo hombre que yo conocía.

Mensaje William: Estoy demandado por violencia intrafamiliar. —aquel mensaje, que en un inicio me desconcertó y me causó desconfianza, pronto se convirtió en un sentimiento inexplicable, no era posible que lo que me dijera fuera verdad, lo conocía bastante bien cómo para saber que él no sería capaz de hacerle daño a una persona.

Lo que me hacía pensar que había terminado de muy mala forma con aquella mujer, y tal vez, en modo de venganza le hizo aquella demanda, hubo grandes problemas entre la familia de ella y la de William. La madre de William quería golpear a la ex, menos mal no lo hizo, si no hubiera logrado joderle aún más la existencia.

Mi intención, ahora que estoy con él, es que intente olvidar todo lo malo que vivió y que pueda lograr la felicidad de la que habla, porque sé que, en momentos, recordar su pasado lo pone triste, cosa que no me gusta para nada.

Hoy William vendrá nuevamente, estábamos en esta etapa de relación donde todo es miel sobre hojuelas, me encantaba pasar mis días completos a su lado, dedicándome a besar sus labios, y a memorizar cada detalle de su rostro, a acariciarlo, a sentir el latido de su corazón, etc.

Cuando escuché el sonido de su auto me dirigí enseguida para abrirle la puerta y esperarlo con la mejor de mis sonrisas, me encantaba verlo llegar, que cada vez que se bajaba de su vehículo se dirigiera hasta donde yo estaba solo para abrazarme y sentir mi calor, el que yo le brindaba, el que solo él era capaz de brindarme.

—Hola amor. —susurré besando fugazmente sus labios, me encantaba la sensación que me daba cada vez que lo hacía.

—Te extrañé tanto. —mencionó sonriendo con aquella mirada triste que tanto le caracterizaba, pero de vez en cuando, me daba aquella sonrisa que no era para nada fingida, al igual que su mirada llena de felicidad.

—Yo también te he extrañado, amor. —mencioné abrazándolo y mirándolo fijamente, sonreí y terminé pegando mi cabeza en su pecho, él me rodeó con sus brazos pegándome aún más a su cuerpo, si es que eso fuera posible.

—Nunca me cansaré de decirte lo hermosa que eres, querida mía. —mencionó provocando que mis mejillas enrojecieran, creo que era una sensación que se quedaría por toda mi vida.

—Y yo nunca me cansaré de decirte que tendrás que ir a revisarte la vista. —mencioné sonriendo y besando sus labios.

Sus manos bajaron hasta mi trasero y su beso subió de intensidad rápidamente, su mano se coló por mi blusa subiendo hasta mi sostén, allí comenzó a acariciar mi pezón provocando que mi respiración se acelerara, y que mi cuerpo tuviera espasmos provocados por las sensaciones que recorrían mi cuerpo.

Mis padres pronto podían aparecerse por aquí, la adrenalina de estar viviendo este momento era incomparable con cualquiera de los que he vivido.

Terminamos separándonos por falta de aliento, pero la calentura entre ambos era demasiada, tanto así que mi mente fantaseaba con lo que él pudiera lograr acariciando mi piel.

Nuestras manos se entrelazaron apenas nos sentamos en el sofá, sus labios se dirigieron a los míos, sonreí cuando nos separamos por falta de aliento, en unos minutos seguramente saldríamos a pasear a los cachorros y no podía evitar recordar lo que habíamos hecho hace algunos días.

Sonreí mientras miraba sus ojos achinados y su sonrisa, me encantaba verlo de esta forma, pues es cuando más real ante mí se mostraba, lo amaba, lo amaba con todas mis fuerzas y no estaba segura de poder volver a sentir esto, o de entregarme a alguien de la misma manera en la que lo he hecho con él, ha sido el único hombre que ha logrado hacerme sentir de esta manera.

—Tus mejillas están rojas. —susurró cerca de mi oreja—. Tal vez tú mente está pensando en algo que le gustaría sentir nuevamente. —agregó sonriendo y dando una lamida a mi oreja, provocando que todo mi cuerpo se estremeciera ante aquella sensación.

—Tal vez. —me limité a decir y es que esta sensación solo la había experimentado con él—. Quiero muchas cosas, amor. —agregué sonriendo—. Sólo me estaba imaginando algo que ya hicimos hace algunos días. —terminé de decir.

—¿Y quieres repetirlo? —preguntó besando cada uno de mis nudillos, ¿Cómo podía ser tan seductor? Asentí, quería volver a sentirme suya muchas veces, pero no era el momento adecuado para hacerlo, en mi casa mis padres siempre estaban alerta, aunque creo, que en algún momento más adelante, se darían las circunstancias.

—Sabes que sí. —mencioné sonriendo—. Tienes el poder para controlar mi cuerpo, mi piel se eriza con el solo contacto de tu piel, y a veces, solo con el contacto de tu aliento. —agregué sonriendo.

—Me vuelves loco. —mencionó sonriendo y besando mis labios de una manera apasionada y voraz, sus labios pronto fueron a mi cuello, la manera de besarlo era tal que no pude evitar hacer un ruido de placer—. Silencio amor, nos escucharán. —mencionó sonriendo.

—Es tu culpa. —dije sonriendo—. Provocas esto en mí. —agregué. Mis manos acariciaron su cabello, él se recostó en mi pecho, ambos estábamos acostados en el sofá, ni siquiera sabía cómo caíamos, pero la sensación era maravillosa, de vez en cuando, levantaba la mirada solo para verme, sonreía y volvía a su posición.

Era cómo un niño pequeño en busca de afecto, él era mi niño pequeño.

Ambos nos fuimos a acostar en mi cama después de un rato, mi hermano, Alex, buscaba la manera de jugar con William a cada momento, y este último, nunca se le negaba.

Él estaba en su teléfono mientras yo miraba cómo jugaban, en un principio no me llamaba para nada la atención aquel juego, simplemente no le encontraba el sentido.

—Deberías descargarlo amor, así jugaríamos en pareja, seríamos imparables. —mencionó sonriendo y besando tiernamente mi frente. Sonreí y besé sus labios en respuesta, él siguió mis besos sonriendo al igual que yo, una de sus manos se dirigió a una de mis piernas y la subió por encima de su cintura.

—¿Qué haces? —susurré sonriendo y escuchando cómo es que mi hermano intentaba entrar en mi habitación, para que pudieran volver a unirse en ese juego que estaban jugando.

Iniciaron partida nuevamente, pero William dejó su teléfono a un lado y se volteó para que su cuerpo quedara frente al mío, inmediatamente sentí su miembro rozar en mi entrepierna, mi respiración comenzó a agitarse, cómo en cada uno de nuestros encuentros de esta índole.

Sonreí mientras besaba mi cuello nuevamente, él se levantó a tomar una manta para arroparnos y seguramente quitarnos nuestras prendas para que nuestros cuerpos pudieran rozarse, aunque aquí en casa, eso solo ha pasado una sola vez.

—Te amo. —susurró sonriendo y acariciando mi cuerpo con esa pasión y ganas que nunca imaginé alguien me tendría. —Te amo tanto. —agregó sonriendo entre nuestros besos.

—No tienes idea de todo el amor que siento por ti, amor. —susurré sonriendo y perdiendo poco a poco todo el control de mi ser, de mi cuerpo y de mi cordura—. Te amo con todo mi ser. —mencioné nuevamente.

—Y yo a ti. —mencionó sonriendo y bajando mi pantalón, comenzó a acariciar aquella parte tan sensible de mi cuerpo, luego subió por mi abdomen y terminando en mis senos, sin despegar sus labios de los míos en ningún momento.

                                                                Capítulo 18: Su mejor amiga.

Hoy habíamos quedado con William para ir a un viaje juntos, él, yo, su mejor amigo y la novia de su mejor amigo, pero por alguna razón, la sola presencia de esa mujer no me agradaba, cosa que no iba a comentar con William para que se nos echara a perder el viaje.

—¿Qué pasa amor? —preguntó, ambos estábamos en su casa, en su habitación, acostados viendo una película, sabía que no intentaría hacer nada, pues estaba en aquellos días del mes en los que soy más insoportable de lo normal.

—No te preocupes, es ansiedad nada más. —mencioné, pero la verdad, ver a la mujer que no me agrada es un sentimiento desagradable que no me gustaría experimentar, pero no tenía la valentía para decírselo, o tal vez, tenía miedo de quedar cómo una loca.

—¿Segura? —preguntó sonriendo y escondiendo su rostro en mi cuello, lentamente comencé a sentir el calor de su respiración en aquella zona de mi cuerpo, es cómo si pensara que el sexo es la mejor manera para arreglar nuestros problemas, tal vez así era, pero no estaba completamente segura de ello.

Sonreí, estaba completamente segura de que había sentido cómo mi corazón se aceleraba con el roce de sus labios.

—Sí, segura. —mencioné sonriendo, él levantó su mirada lentamente y acercó sus labios a los míos, sonreí, nuestros besos cada vez eran más apasionados, sentía la necesidad de sentir su piel rozando la mía, nuestros cuerpos desnudos, el suyo sobre el mío o viceversa—. Te amo. —susurré cuando sentí su mano colarse por mi polera.

—Te amo más. —susurró él, con aquel tono lleno de lujuria, quería que me hiciera suya de una vez, pero no sabía si teníamos las condiciones para hacerlo, digo, no me imaginaba que fuera muy agradable en mi condición.

Pasaron alrededor de una hora y media, íbamos de camino a buscar a su mejor amigo y a la novia, no entendía por qué debíamos ir a buscarlos, o por qué solo nosotros teníamos que poner el dinero para la bencina, pero tampoco me importaba, quería pasar un momento agradable y lleno de amor junto a William.

Cuando llegamos, supuestamente todos estaban listos, pero tuvimos que esperar alrededor de una hora más, es decir, de llegar temprano para aprovechar el día, tendríamos que llegar, conocer todo rápido y volver.

—Hola. —me saludó el mejor amigo de William, seguido de él, aquella mujer a la que no le tenía ni la más mínima confianza.

Terminé saludando por cortesía, por no quedar mal con William, pero mi cara de desconfianza era tal, que hasta un ciego podría darse cuenta, y es qué, aunque suene comportamiento tóxico, hace algunos días, William y yo tuvimos una pequeña discusión y fue a comunicárselo inmediatamente a ella, pero la respuesta que ella le había dado fue lo que no me gustaba, no era la típica respuesta de una amiga, a menos que mi mente fuera tan desconfiada para imaginárselo.

No habíamos tomado desayuno, además tuvimos que ir a comprar algunas cosas, cosas que pagamos William y yo, ni siquiera unas galletas se atrevieron a comprar, en ese momento me di cuenta, que su mejor amigo y aquella mujer, aparte de no cooperar con nada, eran de esos parásitos que viven a las costillas de las personas.

Adriana y Benjamín, esos eran sus nombres… nombres que seguro no olvidaría jamás. Y luego de casi dos horas, por fin podíamos emprender al destino que ya teníamos fijado en el GPS, William me pidió que me fuera atrás, por el simple hecho de que no sé conducir, acepté a regañadientes para no armar pleito, pues mi compañera atrás era Adriana.

Ni siquiera la miré durante el camino, solo vi por la ventana y tarareé un par de canciones que sonaron en la radio y qué me sabía.

Aparte de eso nada.

Nos perdimos y pasamos a diferentes rutas un par de veces, reí junto a William, cosa que era lo que más me estaba gustando de este improvisado viaje, nos paramos en una orilla, y compramos para desayunar, no podía creer que nuevamente éramos nosotros los que estábamos pagando la comida, no me molestaba el hecho de hacerlo, pero sí quería que ellos cooperasen con algo, si no, simplemente hubiésemos venido William y yo, estoy completamente que hubiese sido mucho más provechoso para nosotros como pareja.

—¿Amor quieres más? —preguntó William sonriéndome a través del espejo retrovisor, sonreí, preguntaba por la comida, pero no, no tenía hambre.

—No amor, está bien así. —respondí sonriendo nuevamente. Me encantaba la ternura con la que aquellos ojos cafés me miraban, la sentía única—. Te amo. —susurré cuando me miró por el espejo, él también hizo lo mismo seguido de una sonrisa, esa que me recuerda que lo hago feliz, que no soy solo una pérdida de tiempo para él.

Pasado el mediodía por fin pusimos llegar a nuestro destino, William salió del auto y enseguida lo hice yo, él me abrazó sonriendo y besando mi frente.

—Al fin llegamos. —mencionó, el brillo de sus ojos era maravilloso, me provocaba una sensación tan pacifica, me daba tanta tranquilidad el poder estar con él, pero nuevamente ella se ponía entre nosotros.

—¿Nos ayudas a armar la tienda? —mencionó ella sonriendo. Su novio también se acercó hasta nosotros, no sabía que hacer o cómo actuar, creí que con una persona bastaba para armar una tienda, pero no era así.

—Si claro, no tengo problema. —mencionó William acercándose hasta ambos, me quedé mirando el agua, deseosa por probarla y seamos sinceros, en verano con más de treinta grados, ¿Quién no querría meterse al agua para refrescarse?

Pero no, no podía, a pesar de traer mi ropa en la mochila, sería algo antihigiénico, y es qué, ni siquiera había querido ir al baño por cómo andaba.

Todos se metieron al agua, incluyendo a William, la mujer también lo hizo, con un short que le quedaba perfectamente bien, desearía que mis pantalones me quedaran de la misma forma, pero eso no sería posible, no contábamos con el mismo físico.

—¿Por qué no entras? —preguntó el mejor amigo de William.

—Mejor me quedo aquí. —mencioné sonriendo, tratando de no parecer una estúpida, tampoco quería comentarles por qué no entraba al agua, supongo que era algo privado para mí.

—¿Por qué no entras? —preguntó la mujer que me desagradaba, no sabía que es lo que quería o si, efectivamente, sabía que no me entraba ni a la fuerza, para seguir hablándome, aun así, con mi mejor sonrisa le hablé.

—No quiero, no me siento del todo bien. —respondí entre dientes. William salió del agua y se ganó a mi lado, me abrazó y gracias a eso quedé toda mojada, después de todo sirvió para refrescarme.

—Ella está enferma. —mencionó William, estoy completamente segura de que Adriana se dio cuenta enseguida de lo que me pasaba, mis mejillas se sonrojaron, no quería que nadie se enterase de mi condición y William prácticamente había dicho a boca abierta lo que pasaba, aunque creo que no a sabiendas.

—Um que mal. —mencionó Adriana, luego me entregó una sonrisa a medias, yo hice lo mismo, ahora no sabía cómo sentirme, creo que estaba desganada, pero no quería que se dieran cuenta de ello, trataba de fingir me mejor sonrisa, no era difícil, ya en muchas ocasiones lo había hecho.

—Supongo que está bien. —mencioné sonriendo.

Adriana mencionó algo acerca de un lugar subiendo lo que ya antes habíamos bajado, me emocioné con la idea de ir, pero tuvimos que sacar todas las cosas para poder llevarlas con nosotros, era algo terriblemente cansador, debimos ir enseguida para aquel lugar.

Llegamos a una cascada hermosa, pero a William y a su mejor amigo se les ocurrió subir y lanzarse de ella, era una estupidez, por momentos me sentí sola, ellos tres estaban disfrutando del viaje y yo me encargaba de ver lo feliz que eran, me sentí fuera de lugar, sin contar que el dolor de mi cabeza por estar todo el día bajo el sol era gigantesco.

Pasaron cerca de dos horas y William ni siquiera volteaba a verme.

Me sentí mal. Se suponía que vinimos a este viaje para estar juntos, pero estaba con ellos, disfrutando, mientras yo me moría de dolor de cabeza.

Un hoyo en mi pecho comenzó a crecer y crecer, provocando que mi corazón se quedara sin aire, aquella sensación de tristeza estaba ocupando cada espacio de mi ser y no fue hasta que me cambié de lugar, más lejano y con sombra, que William se percató de mi mera existencia.

Me hizo gestos para que fuera, pero no hice caso, y creo que en mi rostro se veía lo mal que estaba, no quería ser un problema para él.

William se acercó a mí sonriendo, en su mirada había algo de desconcierto.

—Amor, ¿Qué sucede? —preguntó sonriendo y tratando de acercarse a mí.

—Me duele la cabeza es todo. —mencioné sonriendo y tratando de que no se notara la amarga sensación que mi ser había experimentado hace un rato.

—Pasa algo más, estoy seguro. —agregó sentándose a mi lado.

—Es solo que te veías feliz con tus amigos que me sentí como si estuviera sobrando. —mencioné sonriendo deliberadamente.

«¿Recuerdas ese día? ¿Recuerdas lo que me dijiste? Ese fue el comienzo de una nueva etapa entre nosotros, te enojaste conmigo y un día que pretendía ser hermoso para ambos, terminó nublándose y siendo uno de los días más incomodos que pasé a tu lado»

Recomendar0 recomendaciones

Publicaciones relacionadas

0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios

¡Descubre los increíbles beneficios de esta valiosa comunidad!

Lector

Escritor

Anunciante