Amarte hasta mis cenizas (13-15)

Amandote hasta mis cenizas 2 4

***Cómo se advirtió en la publicación anterior, estos y próximas publicaciones pueden contar con contenido explícito así que leer bajo su propia seguridad. Contenido +18***

                                                          Capítulo 13: Siempre seré tuya.

La película terminó, creo que ambos estábamos exhaustos, pero no lo queríamos admitir, seguimos viendo la segunda parte de aquella película, era un poco extraña, pero buena, y más aún la compañía… el tiempo pasó volando, creo que faltaba poco para las tres o cuatro de la mañana, y fue entonces que ambos decidimos irnos a acostar, si no quien sabe a qué hora nos levantaríamos, él se fue a su habitación no sin antes despedirse de mí con un cálido abrazo y un tierno y largo beso.

—Te amo. —susurré cuando se fue a su habitación—. Descansa y sueña conmigo. —susurré, pero alcanzó a oírme.

Dormí, literalmente, cómo una bebé, había liberado tanto estrés que tenía acumulado y no me daba cuenta, ahora entiendo porque dicen que tener relaciones sexuales y realizar ejercicio libera la hormona de la felicidad, como le llaman.

A la mañana siguiente desperté tipo ocho de la mañana y me fui a recostar con mi novio, él se encontraba en un sueño profundo, me acosté a su lado y me arropé, luego moví su brazo y él se acomodó para poder abrazarme.

—Buenos días. —susurró, también lo saludé y me acurruqué tan cerca de él hasta que sentí su respiración chocar con mi cuello.

Me volví a quedar dormida a su lado y con el calor que emanaba su cuerpo, creo que nos despertamos cuando comenzó a hacer más calor, y ahí fue cuando él se dio verdaderamente cuenta de que estaba a su lado, nos levantamos para poder preparar desayuno y comer algo.

Mi madre estaba preparando el almuerzo, creo que nos habíamos despertado algo tarde, lentamente me acerqué para poder preparar el desayuno.

—Anoche a qué hora sé acostaron. —preguntó ella.

—Cómo a las tres de la mañana creo. —respondí a su pregunta, quería saber por qué lo preguntaba, pero de alguna forma ignoré mis ganas de preguntarle.

Preparé huevos y café para desayunar junto al amor de mi vida, no sé cuándo sería una buena opción para hablar de lo que habíamos hecho anoche, todo fue consentido y con amor, pero ahora me atormentaba la idea de que podría haber quedado embarazada y eso no sería bueno, no ahora.

—¿Cómo me quedaron? —pregunté sonriendo, recordé los huevos que preparaba mi madre y los míos parecían haber quedado un poco más cocidos de lo normal.

—Están deliciosos. —mencionó, no sabía si decía la verdad o estaba mintiendo por alguna especie de misericordia, sonreí y él también lo hizo, decidí sacar un poco de sus huevos y sí, estaban buenos, pero evidentemente me podrían haber quedado mejor.

—¿Quieres algo más? —pregunté. Él sonrió cómo un niño pequeño, me quedé pensando en que me pudo faltar, pero no sabía que podría ser.

—Me podrías pasar la azúcar, por favor. —mencionó.

—Ya le eché azúcar. —dije, tenía la costumbre de preparar el té de mis hermanos y echarle yo misma la azúcar, pero de igual forma se la pasé.

A la mañana siguiente

William se había ido hace ya media hora, más o menos, por lo general siempre me respondía cuando se iba, pero hasta ahora no había sido el caso, así que me preocupé, aún más cuando tenía claro que no conducía con su licencia de conducir.

A estas alturas debía de haber llegado a su casa, pero no me había respondido ninguno de los mensajes que ya le había dejado, me preocupé más y comencé a pensar cosas que no eran, sí, soy una tonta, pero nunca se había comportado así…

Mensaje Rebecca: Amor, ¿Estás bien? —pregunté adjuntando una carita de preocupación, no sabía que podía hacer, pero esperaría cerca de diez minutos, si no llamaría a William para ver qué pasaba.

Su mensaje tardó alrededor de cinco o seis minutos en llegar, para mi alivio no le había pasado nada.

Mensaje William: Perdón amor, solo me quedé dormido. —mencionó.

Mensaje William: Disculpa por no haberte avisado cuando llegué. —agregó.

Mi corazón se llenó de tranquilidad, no sabía qué hacer y, aunque nuestros hogares tengan una diferencia de veinte minutos caminando, no me dejarían salir tan temprano y menos para ir a la casa de mi novio, aunque fuera una emergencia.

Mensaje Rebecca: No te preocupes amor, me preocupé demás seguramente. —respondí a su mensaje.

Mensaje Rebecca: En todo caso, me encanta saber que estás bien. —agregué.

Me dediqué a pensar en lo que habíamos vivido los días en los que estuvo conmigo, en la manera en la que hicimos el amor, en lo que sentí, mi piel reaccionaba con solo sentir sus dedos rozándola y no sé si pueda llegar a sentirlo con alguien más.

Sentir su piel rozar con la mía fue una de las cosas más maravillosas que pude experimentar, no sabía si es porque era el amor que sentía por él lo que me hacía sentir esto o si en verdad se sentía de esa manera, y luego, ese calor que me brindaban sus grandes brazos que me rodeaban con fuerza, estaba completamente enamora de William y de verdad quería que él también sintiera lo mismo.

Mensaje William: Te amo, mi niña—. —mencionó adjuntando un corazón y una carita sonriendo. ¿Por qué es tan así? Con solo leer sus palabras llenas de ternura provoca que mi pecho se acelere y que comience a sentir este calor que ayuda a todo mi cuerpo sentirse seguro.

Mensaje Rebecca: Sabes que también te amo, mi cielo. —mencioné.

Mensaje Rebecca: Siempre te mantienes en mi mente y en mi corazón. —agregué enviándole un par de corazones y una carita enamorada.

Mensaje William: Eres hermosa y mía. —escribió.

Mensaje William: No sé qué hice para merecerte. —agregó.

No sé porque había dicho lo último, pero no me importaba solo me enfoqué en lo que había dicho primero, no sé cómo puede encontrar —Hermosa— a alguien como yo, digo, hermosas las que salen en las revistas, ¿No? Luego recordé lo que había hecho ese día, cuando traté de cubrirme, pero él lo impidió, sentía que mis mejillas enrojecían solo con traer aquellos recuerdos a mi mente.

Cuando recordé aquellos ojos que me llenan de curiosidad, su mirada tan profunda que a veces pretende colarse por mi mirada y llegar hasta lo más profundo de mi interior. Eso hizo aquel día, observarme cómo si se tratara de algo que debía admirar, aunque no fuera así, podía sentir cómo mi corazón quería salir de mi pecho, sus manos acariciaban mi cuerpo como si fuera lo más frágil que habían tocado.

Mensaje Rebecca: Siempre seré tuya. —respondí a su mensaje sintiendo cómo mis mejillas se enrojecían, tenía que descubrir cómo parar esto, creo que me daba más vergüenza sentir cómo me pasaba esto que las cosas que hacía con William y la manera en la que me miraba después de verme como un tomate.

«—Siempre seré tuya—, ya ni siquiera lo sé, no lo creo… se me hace tan lejano recordarlo, y a la vez tan cercano, ¿Cómo puede ser eso posible? Siento que te amo, pero, a la vez, siento que estoy mucho mejor sin ti, me hiciste sentir tanto y eso no lo quiero olvidar, al contrario, desearía seguir sintiéndolo, pero no es posible, no existe retorno alguno de este punto en el que nos encontramos.

William, a veces siento que muero sin ti, pero muy en el fondo, sé que fuiste solo un espejismo en mi vida, te disfrazaste de una persona que no eras, aunque, me gusta pensar que deseas algún día llegar a ser esa persona, espero que encuentres la motivación para transformarte en la mejor versión de ti mismo, y también ruego para volver a ser mi mejor versión, esa que tuviste, que destrozaste y desechaste sin piedad, esa que sigue recogiendo sus pedazos y lamiendo sus heridas cómo una leona, una guerrera.

Se feliz, William, y salte de mis pensamientos para poder volver a ser feliz también»

                                                          Capítulo 14: ¡William llega hoy!

La semana había transcurrido de manera natural, es decir, William tuvo que trabajar cada día y yo tuve que ir a estudiar cada día, sin contar las evaluaciones que me hicieron, esperaba con ansias que llegara pronto el fin de semana para poder estar nuevamente con William, es que después de lo que pasó entre nosotros, no puedo dejar de pensar en ello y en las ganas de que vuelva a repetirse.

Hoy, luego de una semana de espera, era sábado nuevamente, sabía perfectamente lo que significaba y me llenaba de alegría, William vendría hoy a casa, me levanté muy temprano para preparar unos queques pequeños y poder esperarlo con algo delicioso, aunque no estaba muy seguro si me quedarían así, pero haría el intento.

Algunos se me quemaron, otros quedaron pequeños y otros, por el contrario, quedaron muy grandes, solo esperaba que de sabor hubieran quedado buenos.

Mensaje William: Ya voy llegando, amor. —respondió William, caminé rápido a la entrada de la casa, ni siquiera se demoró, abrí la reja para que ingresará, pero antes, me puse enfrente de él y lo abracé, rápidamente sentí un beso en mi frente, él era todo lo que quería en mi vida.

—Creo que ya estabas aquí. —mencioné sonriendo—. No tienes idea de cuánto te amo, amor. —susurré cuando él puso sus manos en mi cintura llevándome hacia él, con fuerza, pero no lastimándome, me encantaba que lo hiciera.

—Te amo de la misma forma, amor. —susurró cerca de mi oreja provocando que me estremeciera por la forma en la que lo dijo—. No sabes cuanto he soñado con recorrer tu cuerpo nuevamente. —volvió a susurrar provocando que mi zona intima comenzara a sentir un cosquilleo seguido de una leve humedad, mis mejillas se enrojecieron por todo lo que mi cuerpo experimentaba.

—Eres un loco, William. ¿Cómo dices eso ahora? —pregunté sonriendo avergonzada. Él se encogió de hombros sonriendo y mirándome con ternura, para terminar, entregándome sus labios con un dulce beso, el mismo que he estado anhelando la semana completa.

—Es lo que siento, princesa, no puedo dejar de pensar en tu cuerpo, en lo suave de tu piel, amor, te amo en todas las formas posibles. —mencionó provocando que mis mejillas se enrojecieran aún más, sonreí tímidamente por sus comentarios y luego me escondí en su pecho, sus latidos tenían la capacidad de calmarme.

—Te amo. —susurré mientras lo miraba hacia arriba, sentía que mi corazón se encogía de felicidad.

—Y yo a ti. —susurró sonriéndome, es que no podía ser más feliz, llegaba al punto de sentir que mi mundo comenzaría y terminaría con él.

Entramos a mi casa y nos fuimos a la cocina, donde estaban mis intentos de queque, se los di y para mi sorpresa se los comió casi todos, puse mermelada y dulce de leche para que los acompañara, así que el sabor a quemado era lo menos que se notaba.

—Están deliciosos, amor. —mencionó sonriendo, en verdad esperaba que fuera verdad.

Sonreímos y luego nos fuimos a mi habitación a ver películas, nos acostamos debajo de las sábanas porque hacía un poco de frio, tenía ganas de ver una película de terror y me cumplió en el gusto, estábamos viendo el conjuro, me abrazó por la espalda y yo acurruqué mi cuerpo junto al suyo, encajábamos perfectamente. Su respiración se coló por mi cuello, rápidamente sentí que mi cuerpo se estremecía por aquel acto.

—¿Qué haces? —susurré desde mi posición. Mi voz flaqueaba y no entendía por qué.

—¿Qué sucedió? —preguntó volviendo a susurrar aquella palabra en mi oreja provocando que su respiración caliente penetrara mi piel y provocara que se erizara—. ¿Te gusta? —preguntó, escalofríos recorrieron toda mi espina dorsal, todo aquel sentimiento se calaba por mis huesos.

—Sí. —susurré algo avergonzada—. ¿Por qué sigues haciéndolo? —pregunté nuevamente—. ¡William, detente! —mencioné sonriendo, ambos quedamos abrazados, sonreímos y seguimos viendo la película, de pronto nuestras miradas se cruzaron y nuestros labios se cruzaron, sentía cómo cada centímetro de mi cuerpo le correspondía. —Te amo, Will, te amo. —susurré nuevamente, sentía que me derretía cuando susurraba en mi oreja, traté de esquivarlo, pero era imposible, me tenía abrazada.

—Te amo. —susurró nuevamente con aquel tono que provocaba mil sensaciones en mi cuerpo—. Y quiero hacerte el amor nuevamente. —agregó en apenas un susurro que me hizo estremecer, acto seguido, mordió el lóbulo de mi oreja dejándome mil sensaciones más.

—No podemos, William, no estamos solos. —respondí temerosa de su reacción, aunque no entendía por qué debía temer, solo me estaba negando a algo que no podíamos hacer porque mi familia estaba presente.

—Ya encontraremos el momento, amor. —mencionó, no supe a que se estaba queriendo referir y tampoco pregunté quedándome con la duda, supongo que es alguna de esas cosas que él siempre hace—. Quiero que un día vayas a conocer a mis padres y a mis abuelos. —mencionó—. Dime cuando puedas, incluso te vengo a buscar. —mencionó sonriendo y besando mis labios.

—Está bien, amor. —respondí a su invitación y a sus besos de la misma manera en la que él lo hacía, no quería fallarle, no una segunda vez, pero sería muy complicado el que mis padres aceptasen, digo… si llegasen a enterarse de lo que William y yo hicimos, se volverían locos y no lo querrían volver a ver en la vida.

—Te amo. —susurró, de pronto nos llamaron para que fuésemos a almorzar, estaba toda la familia reunida afuera, ni siquiera sabía que estábamos celebrando, pero seguro algo era.

Todos saludaron a William, él, a pesar de sentirse un poco incómodo, se comportó naturalmente, no estaba segura de que yo reaccionaría de la misma forma, al menos esperaba un poco de paciencia por parte de la familia de William cuando me tocase conocerlos.

Sonreí cómo estúpida al verlo convivir tan bien con mi familia, deseaba en lo más profundo de mí que estos momentos no terminaran nunca, es más quisiera pasar por muchos más a su lado.

—Hola, amor. —mencionó acercándose a mí después de un rato. Íbamos a comer del mismo plato porque no teníamos más, digamos que mi familia era un poco numerosa—. ¿Pasa algo? —preguntó curioso.

—Me encantas, eso pasa. —mencioné sonriendo y él depositó un tierno beso en mis labios, para luego sentarse conmigo y terminar almorzando juntos, no era la cita que esperábamos tener algún día, pero tampoco quisiera cambiar este momento por nada del mundo.

—Tú familia me ha acogido como parte de ella. —mencionó sonriendo—. Me encanta la idea, así podré pasar más tiempo contigo. —agregó inclinándose para besarme, sonreí cuando nuestros labios tuvieron que separarse por falta de aire, aún se sentía extraño que los demás nos mirasen cuando nos besábamos.

—Ellos saben que me haces feliz, además también aprendieron a quererte. —respondí a su comentario—. ¿Quieres más comida? —pregunté cuando ambos terminamos de comer lo que había en el plato, el asintió con un poco de pena y me levanté en busca de más.

—Te amo. —susurró tomando mi mano y besando mis nudillos. Mis mejillas enrojecieron con su acto, sabía que William era especial, de hecho, sabía que solo él sería el hombre de mi vida, que no existiría nadie más después de él.

—Te amo más, amor. Eres lo mejor que me ha pasado, agradezco al cielo por haberte cruzado en mi camino. —mencioné nuevamente. Sonreí y me fui a la sala, quería tener un momento con él, sin tanta gente, quería abrazarlo y sentir el latir de su corazón, como se acelera cada vez que estoy cerca.

Él me siguió y cuando llegamos hice lo que deseaba, abrazarlo, lo sentí a mi lado entregándome tanto amor, tan mío, sentí cómo si esto nunca fuese a acabar y esperaba que no, de verdad lo esperaba, otra decepción más probablemente sería el fin de mi cordura.

—Te amo, William. —susurré mirando a sus ojos, tenía que inclinar la cabeza hacia arriba para poder hacerlo, pues, aunque no me gustase, él era más alto que yo.

—Y yo te amo a ti, princesa. —mencionó besando mis labios y atrayéndome más hacía él con sus brazos, sus manos pasaron de mi cintura a mis nalgas, debo decir que me encantaba la sensación, pero sentía vergüenza en caso de que alguien nos observará.

—Te he dicho que no me digas de esa manera, me acostumbraré y cuando ya no lo hagas me sentiré mal. —mencioné sonriendo tímidamente, y es que sentía que mis palabras eran verdad, tenía miedo de generar ese apego tan descontrolado y que podría ser devastador para mí.

—Y yo te he repetido que no me importa que tanto te acostumbres, siempre te recordaré que eres mi princesa y el amor de mi vida. —mencionó sonriendo y besando mi mejilla. Nos sentamos en el sofá y nos pusimos a ver alguna película, nunca la había visto antes, pero más que la película, era la compañía lo que me agradaba.

Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, por encima de mi ropa, pero sentía el calor que me daba cada una de sus caricias, sentí la necesidad de besar sus labios y lo hice, sus manos se fueron a mi rostro acariciándome, haciéndome sentir única y es que ese era el poder que tenían sus caricias, su contacto con mi piel me encantaba sentirme así entre sus brazos.

«Will, Will, Will, siempre sentí que todo lo que vivíamos era mágico, cada caricia, cada beso, cada abrazo, todo entre nosotros era hermoso, pero se arruinó… se arruinó por nosotros, por no comunicarnos, por no sentirnos, por ocultarnos, porque a pesar de que digas lo contrario, querido Will, bien sabes que nunca llegaste a conocerme»

                                         Capítulo 15: Eres lo único que quiero en mi vida.

Sus besos fueron más intensos, más excitantes, más calientes, lo que provocó que en todo mi interior aflorara un calor que era único.

—Te amo. —susurré nuevamente, nunca me cansaría de decir cuánto me encantaba sentir el calor de su cuerpo junto al mío, la sensación de tranquilidad que siempre me daba, era lo mejor sin duda alguna.

—También lo hago, mi princesa. —susurró. Y antes de que pudiera decir algo, puso su dedo en mis labios silenciando cualquier palabra que pudiera salir de ellos—. Siempre te recordaré que eres mi princesa y lo mucho que significas para mí. —agregó sonriendo y besando mis labios, y en ese preciso momento, sentí que mi corazón no necesitaba más.

—Eres lo único que quiero en mi vida. —mencioné sonriendo y recordando los momentos que hemos vivido juntos. Sabía perfectamente que en el pasado me había equivocado, pero también entendía que después de la maldita tormenta siempre aparece el sol, y es qué William era mi sol, no quería a nadie más que él a mi lado, haciéndonos felices mutuamente.

—Y tú eres la luz que llegó a iluminar mi vida, gracias por todo el amor que me has dado. —mencionó sonriendo mientras besaba mi frente, provocando que en mi estómago comenzaran a volar miles de mariposas.

Después de algunos minutos en los que nos besamos, acariciamos y vimos directamente a nuestros ojos, decidimos salir a compartir con mi familia, tenía claro que pronto me tocaría a mí conocer a su familia y la idea me aterraba, ¿Por qué? Pues porque no se me da lo de sociabilizar, si no fuera porque William comenzó a hablarme, ni siquiera estaríamos juntos en este momento.

Todos comenzaron a preguntarse por nuestra historia, y la verdad nos gustaba contarla, porque sentíamos que era única… que era nuestra, además, nadie podía creerla, nos hacía únicos.

—William. —le llamó mi padre, creo que estaba pasado de copas y es justo lo que no quería, no se pone violento, pero sí es muy insistente e inoportuno en algunos temas. William, por su parte, se limitó a levantarse de la silla donde se encontraba y fue en su búsqueda, me miró, seguramente estaba aterrado, pero ambos sabíamos que no le iba a pasar nada… bueno, nada aparte de tener que responder algunas preguntas incómodas.

Me acerqué un poco después de algunos minutos para tratar de salvar a William de las preguntas de mi padre, o qué, al menos, se sintiera un poco más acompañado, como quien dice, dar mi apoyo moral.

Él sonrió y tomó mi mano entrelazando nuestros dedos, mi padre nos observó y sonrió, de verdad esperaba que William tuviera la aprobación de mi familia y que él también quisiera pertenecer a ella, pues toda mi familia es algo complicada.

—Espero que sean felices. —mencionó, sonreí por ello, es más, creo que lágrimas amenazaron con salir despavoridas de mis ojos, pero no eran de tristeza, si no de felicidad, William también sonrió y luego me abrazó, seguro se había dado cuenta de las lágrimas en mis ojos, mi rostro se escondió en su pecho y el sentir cómo latía su corazón fue verdaderamente tranquilizante.

Caminamos, nuestras manos seguían entrelazadas, seguía besando mis labios desprevenidamente, se me ocurrió ir a pasear a los cachorros junto con su madre, era una perrita Yorkshire con dos pequeños, siempre los sacaba a pasear al campo, eran perfectos.

William aceptó mi propuesta, los cachorros siempre corrían delante de la madre, a menos que les diera hambre.

—Has pensado algún día en la posibilidad de tener hijos. —preguntó William sonriendo y provocando que mis ojos se fijaran en los suyos, no pensaba que me dijera algo así.

—Pues, la verdad es que sí, siempre he querido encontrar un hombre que me haga feliz y que cumpla mis expectativas en el amor, así como tú. —mencioné—. Y poder formar una familia con él y que vivamos felices hasta viejecitos. —agregué provocando que mis mejillas enrojecieran—. ¿Y tú? —pregunté.

—Siempre lo he querido e intentado, pero nunca he sido bendecido con un hijo. —mencionó— Recuerdo que una vez, una de mis exparejas, luego que terminamos me dijo que estaba embarazada, pero no le creí, porque nunca lo estuvo, se excusó en que había tenido un aborto espontaneo, pero tampoco le creí. —mencionó nuevamente.

—Perdón por la pregunta, pero ¿Por qué terminaron? Debió de ser algo muy malo para que no le creyeras que estaba embarazada y que perdió al bebé. —mencioné curiosamente, sin detenerme a pensar que tal vez, hacerlo recordar le causaría daño.

—Tranquila, esa mujer me mintió y se metió con mi mejor amigo, desde ese entonces ambos murieron para mí. —mencionó con un tono diferente en su voz, pero en ese momento no le presté importancia.

—Umm que mal. —susurré. Apreté su mano, sin lastimarlo, pero lo suficiente para que sus ojos se pegaran a los míos—. Me encantaría algún día, cuando tengamos al menos un lugar donde permanecer juntos, formar una familia junto a ti. —mencioné sonriendo e inclinándome para besar sus labios.

Sus manos se dirigieron a mis caderas, sentí aquel calor que me hacía perder la cordura de inmediato, nuestro beso seguía aumentando, el calor entre ambos era inevitablemente notorio, cuando nos separamos por falta de aire decidimos seguir caminando… bueno, al menos yo sí.

Él me abrazó desde atrás provocando que enseguida sintiera su erección, la humedad de mi entrepierna… podía sentirla, mi respiración se agitó demasiado, quería sentir nuevamente sus besos en mis labios y piel, cuanto lo deseaba tener encima de mí otra vez.

Sentir el calor que solo él me sabe dar, sentir cómo mi piel se eriza con cada una de sus caricias y entregarnos al amor que solo nosotros sabemos darnos.

—No hagas eso. —mencioné sonriendo, pero me estaba engañando a mí misma, claro que quería esto, me encanta sentir lo que provoco en él.

—Tu voz y tu cuerpo me dice exactamente lo contrario. —mencionó—. Tú piel está erizada por lo que acabas de sentir, además mira tú respiración, completamente agitada. —susurró en mi oreja, mordiéndola y dejando caer todo su aliento caliente—. ¿Qué fue eso? ¿Un temblor? —volvió a hacer lo mismo nuevamente.

—P—por f—fa—vo—or. —dije en apenas un hilo de voz. Tomó mi mano volteándome para quedar frente a él, sus ojos oscuros, llenos de lujuria, y su sonrisa encantadoramente única, tenía deseos de pecar, y que mejor que hacerlo junto al hombre que amaba.

—Quiero hacerte mía. —mencionó sonriendo y besando mis labios, lentamente bajando a mi cuello y volviendo a mi oreja, dejando salir su aliento, mordiendo y besando, creo que ese era mi punto más débil, haciendo eso era capaz de conseguir todo lo que quisiera.

—Um… ¿Aquí? —pregunté mirando sus ojos, estábamos en medio del campo, y sabía lo que diría, para ser honesta, a mí también me llamaría la atención probar la sensación de hacerlo aquí.

—Sí, aquí. —respondió con aquella voz ronca, llena de lujuria igual que sus ojos. Puso su poleron en el pasto para luego sentarse sobre él, me acerqué hasta donde estaba y lentamente bajó mi pantalón y mi ropa interior besando mis piernas, provocando espasmos en mi piel—. Siéntate encima. —mencionó sonriendo, hice lo que quiso, la sensación del viento golpeando mi piel era placentera y más si estaba con él haciendo lo que quisiéramos.

Luego de algunos minutos ambos llegamos a nuestro orgasmo, nos levantamos y arreglamos nuestra ropa, no pudimos seguir avanzando con los cachorros pues teníamos que volver antes de que comenzaran a sospechar de que estábamos haciendo algo como lo que acabábamos de hacer.

—Te amo. —susurró entrelazando nuestras manos y llevándola hasta sus labios para depositar un beso en ella.

—También te amo, amor. —mencioné sonriendo—. Eres y siempre serás el amor de mi vida. —agregué sonriendo y cruzándome enfrente de él, quería besar sus labios nuevamente y es qué, nunca podría cansarme de ellos, deseaba todo de él, y que tuviera todo de mí.

—Eres la mujer que siempre desee. —comentó sonriendo y abrazándome por la espalda mientras avanzábamos con los cachorros camino a casa, sin duda, lo que vivía junto a él nunca lo había vivido y me dejaría marcada de por vida.

Cuando llegamos, William se dirigió al baño y yo seguí a dejar a los cachorros a su espacio, luego también me dirigí al baño, tenía que limpiarme y cambiarme de ropa, al menos de ropa interior.

Entré al baño, encontrándome nuevamente con William, sonreí, me acerqué al lavabo para quitar la suciedad de mis manos, él sonrió y besó mi mejilla, acercando sus labios a mis labios y cuello, pero sin siquiera besarme, solo provocándome, tenía la capacidad para hacerme perder la locura.

Cuando por fin se marchó, me cambié de ropa, esperaba que me quedara bien, pues no quería parecer una tipa que ni siquiera sabe cómo vestirse, supongo que ya era suficiente con no combinar nunca mi ropa interior… digo, no sé si alguien sí lo hace, o si solo aparece en fotos.

Recomendar0 recomendaciones

Publicaciones relacionadas

0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios

¡Descubre los increíbles beneficios de esta valiosa comunidad!

Lector

Escritor

Anunciante