ALMA DE CARBÓN


La intriga en su máxima expresión




Charley Hastings apenas tenía nueve años cuando comenzó a odiar el carbón y lo hizo sin darse cuenta, progresiva y lentamente, como un insecto que se metamorfoseaba dentro de su alma.
Muy por debajo de su piel yace un monstruo que se apoderó de su corazón y lo transformó con los años en una masa oscura y amorfa que bombeaba sangre negra y envenenada a cada rincón de su cuerpo.
Esa que curiosamente le permitía continuar siendo el mismo en apariencia, aunque por dentro era un pusilánime engendro del infame engaño que significó siempre ante la humanidad.
No lo vió llegar, ni siquiera sintió cuando se posó sobre él, apoderándose poco a poco de cada pedazo de su alma y entrañas. Siguiendo luego con sus pensamientos, sus ideas, y sus macabros sentimientos.
Llegando a ser parte de esa oscuridad fatal, la dueña vil y efímera controladora de sus actos y de sus deseos y bajos instintos.
Tal vez eso era lo que cualquiera podría pensar, si conociera la historia de su vida y lo observara disfrutando cómo se consumía entre las llamas su cuerpo vil y sistémicamente.
Sin vida y atrofiado por la demoníaca usurpación de su ser interior, presa de una completa desconocida que acababa de violar y asesinarle.
Punto de partida, sin fin 🛫 pero para llegar a ese punto tenían que transcurrir muchos años, desde que nació en ese oscuro rincón del ser de aquel tormentoso espectro del valle al sur de Gales.
Sentado en una roca y bajo el breve techo que tapaba algo que parecía un portal en su casa de madera y piedra, sitio donde sin más remedio pasaba la mayoría del tiempo protegiéndose del sol o de la lluvia.
Lúgubre chico, masilento y esparpajado jugando, riendo y llorando con cuatro o cinco canicas fabricadas por él mismo, saliva y migas de pan, buscando olvidar esas voces malignas que siempre rondaban en su psique.
Bandadas de garzas en su atrofiada mente y sus pensamientos que desde luego no eran muy buenos consejeros, y que le llaman al infierno de sus firmamentos y al encuentro con Lucifer.
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